Para hacer una búsqueda avanzada (buscar términos específicos), escriba juntamente los criterios de interés como se muestra en los siguientes ejemplos:
“Y los testigos pusieron sus ropas a los pies de un joven que se llamaba Saulo. Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu. Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió. Y Saulo consentía en su muerte” (Hechos 7:58–8:1).
Probablemente haya escuchado que lo que usted haga cuando es joven afectará el resto de su vida. La mayoría de nosotros hemos recibido esa advertencia particular y ciertamente es importante. En muchos ámbitos de la vida, debemos recibir la advertencia de que el futuro invariablemente se ve afectado por el presente y, como la mayoría de las advertencias, es mejor prestar atención antes de que cometamos pecados y errores graves.
Pero ¿qué pasaría si usted hubiera dado su consentimiento en la muerte de Esteban?
Me pregunto cuántas veces vio Saulo el rostro de Esteban en sus sueños. Me pregunto si alguna vez se despertó con un sudor frío mientras el mismo Cristo le enseñaba en el desierto, escuchando "Señor, no les tomes en cuenta este pecado" y reverberando en su mente. Me pregunto cuánto lo perseguía el recuerdo del martirio de Esteban.
Me pregunto si alguna vez se arrodilló ante el Mesías durante esos años de entrenamiento y dijo: “¡Apártate de mí Señor, porque soy un hombre pecador! Dejé que lo mataran, quería que lo hicieran y no sé cómo compensarlo. Nunca podré olvidar lo que hice, y no sé tampoco cómo tú puedes. Tengo una mancha muy grande Señor. Tu mereces a un hijo mejor. Tu pueblo merece algo mejor”.
Y me pregunto si el escuchó algo como: “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento. Ni yo te condeno; vete, y no peques más”.
Al leer ese relato en Juan 8:11, la mayoría de las personas prestan la mayor atención a la primera y a la última parte de la escritura: “Ni yo te condeno” y “no peques más”. Pero ¿cuántos prestan verdadera atención a la primera palabra del mandato de Cristo: “Vete”?
Solo un escritor inspirado por Dios podría incluir tanto en una sola palabra. “No peques más”, dice nuestro Salvador, pero también, dice “vete”. No te quedes ahí con ese remordimiento, que te mantiene cautivo. Deja a Esteban atrás y sigue adelante.
Saulo tenía que hacerlo, y nosotros tenemos que hacerlo. Independientemente de lo que hayamos hecho, por muy grave que hayamos desobedecido a nuestro Salvador, la respuesta que Él espera de nosotros es que nos arrepintamos genuinamente, le pidamos perdón, le creamos cuando dice que no nos condena, que nos vayamos y no pequemos más. Y tiene que ser en ese orden: si vamos a dejar a Esteban atrás después del arrepentimiento, primero tenemos que creer y aceptar que Dios no nos condena, y si estamos decididos a “no pecar más”, tenemos primero que dejar a Esteban atrás, ya que somos más vulnerables a pecados futuros cuando nuestra mente está envuelta en pecados pasados.
Saulo probablemente nunca olvidó del todo lo que le hizo a Esteban. Pero sabemos que él no permaneció obsesionado por eso, porque el mismo hombre que consintió en la muerte de Esteban, también, de una manera muy real, como un hombre completamente diferente, dijo: “Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:13–14).
Es cierto: lo que usted haga cuando es joven afecta el resto de su vida. Pero eso no tiene que doblegarlo.
El arrepentimiento es una parte vital del mensaje del Evangelio. Si está interesado en aprender más sobre la salvación que ofrece Jesucristo con su muerte, su resurrección y sus enseñanzas, asegúrese de ordenar o leer en línea nuestros folletos ¿Conoce usted el verdadero evangelio? y Juan 3:16: Verdades ocultas del versículo de oro.