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¿Alguna vez se ha sentido atrapado por la expansión urbana? ¿Anhela la paz y la tranquilidad de un escenario panorámico de belleza natural, como un lago alimentado por un glaciar al pie de montañas cubiertas de nieve con aire fresco y vigorizante que llena sus pulmones, sin el estruendo y el rugido metálico del tráfico? ¿Tener una cena deliciosa de trucha fresca a orillas de un arroyo que fluye al atardecer de un día al aire libre? Creo que a la mayoría de nosotros nos encantaría pasar tiempo en ese entorno. Hay un vacío persistente en la mayoría de las personas que parece llenarse, aunque sea temporalmente, al pasar algún tiempo en un área virgen de la creación de Dios.
A medida que la población se concentraba hacia el oeste de los Estados Unidos, se hizo innegable que la belleza de la naturaleza en algunos de los lugares más espectaculares de la Tierra pronto sería estropeada por los asentamientos o el desarrollo comercial. Hombres y mujeres con visión ejercieron presión sobre los gobiernos estatales y federales para que intervinieran y conservaran algunas de estas áreas vírgenes para la posteridad. El Congreso y el presidente Abraham Lincoln pusieron a Yosemite bajo la protección del Estado de California durante la Guerra Civil.
Con el paso del tiempo, se autorizó al sistema de Parques Nacionales para preservar estas hermosas áreas que ahora son tesoros nacionales. Yellowstone fue declarado parque nacional en 1872. El Servicio de Parques Nacionales se creó en 1916, con autoridad para dirigir el uso y desarrollo de las propiedades del Sistema de Parques Nacionales. Se agregaron muchas otras áreas impresionantes, escénicas y únicas que han sido una fuente de orgullo nacional y un gran disfrute para generaciones de estadounidenses y millones de visitantes internacionales.
La humanidad comenzó en un lugar increíblemente hermoso y próspero. Era un jardín llamado Edén, plantado por el Creador para los primeros seres humanos. Usted conoce la historia. Bajo la influencia de un ser maligno que conocemos como Satanás, Adán y Eva no siguieron las claras instrucciones de Dios y fueron desalojados del Edén. Desde entonces, la humanidad, en su mayor parte, ha destruido muchas partes de la Tierra. Las prácticas agrícolas incorrectas, la deforestación, la contaminación del medio ambiente y los desarrollos excesivos han dejado cicatrices en el paisaje y han vuelto inhabitables vastas áreas de la Tierra.
Si bien podemos estar muy agradecidos por la visión y la fortaleza de quienes han preservado estas hermosas áreas de los Parques Nacionales para nuestro disfrute e inspiración, gran parte de la humanidad no tiene acceso a ellas, pero esto no siempre será así. Viene un “tiempo de refrigerio” y “la restauración de todas las cosas” (Hechos 3:19–21). Los profetas de antaño hablaron a menudo de esta maravillosa transformación de áreas desoladas que ocurrirá con el regreso del Mesías. Isaías tiene mucho que decir al respecto. Por ejemplo, “Se alegrarán el desierto y la soledad; el yermo se gozará y florecerá como la rosa. Florecerá profusamente, y también se alegrará y cantará con júbilo; la gloria del Líbano le será dada, la hermosura del Carmelo y de Sarón. Ellos verán la gloria del Eterno, la hermosura del Dios nuestro. Fortaleced las manos cansadas, afirmad las rodillas endebles. Decid a los de corazón apocado: Esforzaos, no temáis; he aquí que vuestro Dios viene con retribución, con pago; Dios mismo vendrá, y os salvará. Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán. Entonces el cojo saltará como un ciervo, y cantará la lengua del mudo; porque aguas serán cavadas en el desierto, y torrentes en la soledad. El lugar seco se convertirá en estanque, y el sequedal en manaderos de aguas; en la morada de chacales, en su guarida, será lugar de cañas y juncos" (Isaías 35:1-7).
El también predice un gran cambio de circunstancias: “Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará. La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja. Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna de la víbora. No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la Tierra será llena del conocimiento del Eterno, como las aguas cubren el mar” (Isaías 11:6–9).
Mientras vemos grandes extensiones de tierra devastadas por la guerra, el mal uso y la explotación, podemos tener esperanza y anhelar la restauración de estas condiciones paradisiacas descritas en la Biblia. Lea o solicite nuestro folleto gratuito El Mundo de Mañana, lo inspirará y animará.