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Durante más de tres años los discípulos habían ido de pueblo en pueblo, a veces acompañados de Cristo y a veces solos. Habían dejado sus hogares para convertirse en peregrinos, para vivir en viviendas temporales. En la última Pascua antes de la muerte de Cristo, se sentaron juntos en el aposento alto de otra casa que no era la suya y escucharon, mientras Cristo les decía: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros (Juan 14:2). Cristo no estaba hablando de otra morada temporal, sino de un lugar que sería permanente y eterno. ¡Qué emocionante debe haber sido para los discípulos escuchar sobre un lugar así después de viajar durante tanto tiempo!
Nuestras vidas están llenas de pequeños viajes y nos desplazamos lejos de nuestros hogares, ya sea para hacer diligencias, trabajar, visitar amigos o ir a los servicios de la iglesia. Si estamos casadas y/o somos madres, entonces podemos ver a nuestros esposos e hijos emprender sus viajes diarios y a miembros de la familia moviéndose en todas direcciones para luego al final del día reunirse nuevamente en ese lugar especial; el hogar.
Antes de casarme, pensaba muy poco en mi hogar. Pasaba la mayor parte de mi tiempo fuera de casa porque tenía lleno mi día con actividades y luego regresaba tarde en la noche a una habitación que estaba prácticamente vacía. Pero luego mi papel cambió por completo y me convertí en ama de casa de tiempo completo y, de repente, el hogar se convirtió en mi enfoque principal. Colgué cuadros en las paredes y puse jarrones en las mesas, y luego me pregunté: "¿Esto realmente importa?"
En Tito 2:5, a las mujeres se les dice que sean “amas de casa” o “cuidadoras de su casa”. El punto que solía pasar por alto es que esto aplica a todas las mujeres, jóvenes o mayores, solteras o casadas. Ya sea que vivamos solas o con otras personas, se nos da la responsabilidad de cuidar y mantener el hogar, preparar un lugar para que las personas en nuestra vida puedan descansar, un lugar que Cristo y el Padre aprecien, ya que habitan con nosotros. Al hacer esto, estamos siguiendo el ejemplo de Jesucristo, quien nos está preparando para un hogar eterno. Considere que el cuidado del hogar es más que el acto físico de embellecer y limpiar un espacio, de cocinar y lavar la ropa; es una característica cristiana.
Sobre la idea de "preparar un espacio hermoso", Jesucristo está preparando un hogar permanente para nosotros, pero nuestros hogares físicos son solo temporales, así que nuevamente, "¿realmente importa?" La mayoría no argumentará que preparar una comida y lavar la ropa no son tareas necesarias, pero y ¿decorar y arreglar las cosas de una manera agradable en el hogar?
Fue importante para Dios cuando creo el Jardín del Edén. Ese hogar especial en el que Dios colocó al hombre terminó siendo solo una morada temporal y, sin embargo, “El Eterno Dios hizo nacer de la Tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer” (Génesis 2:9). En pocas palabras, Dios creó y plantó cosas que se ven bien. Entonces, cuando se tome el tiempo de arreglar la mesa de una manera especial, colgar un cuadro en la pared o simplemente limpiar el desorden, considere que todos esos detalles son importantes para Dios.
Los estudios muestran que el diseño del hogar, la estética de la pintura y los cuadros en las paredes o la disposición de los muebles pueden afectar el estado de ánimo. Un estudio que examinó los niveles de estrés de los pacientes en la sala de espera de un hospital buscó descubrir si tener plantas, o incluso carteles de plantas, en una sala de espera afectaba esos niveles de estrés. El estudio concluyó: “Los pacientes expuestos a plantas reales, así como los pacientes expuestos a carteles de plantas, reportan niveles más bajos de estrés” y que esto se debió en parte a “el atractivo percibido de la sala de espera” (Camiel J. Beukeboom, Dion Langeveld y Karin Tanja-Dijkstra, The Journal of Alternative and Complementary Medicine, abril de 2012, 18(4): 329–333). Otros estudios muestran que el color puede afectar el estado de ánimo y los sentimientos generales de felicidad de una persona. La estética también puede mejorar el aprendizaje al evocar emociones positivas. ¿Qué significa todo esto? ¡Que usted y aquellos que visitan su hogar pueden ser más felices, menos estresados y más aptos para aprender, si mantiene su hogar limpio, bien decorado y con un ambiente natural!
Ya sea que esté luchando por priorizar el cuidado de su hogar debido a un horario ocupado con salidas diarias, o si es ama de casa de tiempo completo que lucha contra la presión de la sociedad para que las mujeres tengan carreras fuera del hogar, recuerde: Jesucristo está preparando un hogar para usted y Él le ha dado, como mujer, la gran comisión de seguir ese ejemplo. ¡Somos "cuidadoras de nuestra casa" y sí importa!