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Hace algunos años, mientras viajaba al extranjero, tuve la oportunidad de visitar la tumba de Winston Churchill, en la iglesia St. Martins en Bladon, Inglaterra. Mientras estaba sentado al pie de su tumba, sentí una fuerte sensación de consuelo y seguridad. Mis pensamientos se centraron en lo cerca que habían estado Gran Bretaña y la Mancomunidad de la derrota y la destrucción total en la Segunda Guerra Mundial. El mundo no sería el mismo incluso ahora si Dios no hubiera intervenido directamente.
Al pensar en lo cerca que estuvo Gran Bretaña de la derrota, fue profundamente reconfortante reconocer que incluso en las adversidades más graves, Dios mantiene el control. En lo más profundo de la guerra global, Él eligió liberar a Gran Bretaña y a sus aliados, ya que aún no era el momento de que cayeran. ¡Se aseguró de que las personas adecuadas estuvieran en los lugares correctos y utilizó a hombres como Winston Churchill para garantizar que se hiciera Su voluntad!
El hecho de que Dios pone y quita líderes mundiales es una lección importante que Nabucodonosor, uno de los reyes más poderosos de la antigua Babilonia, necesitaba aprender por las malas. El cuarto capítulo del libro de Daniel registra la historia de cómo Dios le quitó la cordura al rey Nabucodonosor para enseñarle humildad. Vivió siete años con las bestias del campo, “comía hierba como los bueyes, y su cuerpo se mojaba con el rocío del cielo, hasta que su pelo creció como plumas de águila, y sus uñas como las de las aves” (Daniel 4:33). Esta humillación fue para enseñarle “que el Altísimo gobierna el reino de los hombres, y que a quien él quiere lo da, y constituye sobre él al más bajo de los hombres” (v. 17). ¡Seguramente fue la voluntad de Dios que Winston Churchill estuviera en un cargo clave en el momento adecuado para que el Todopoderoso lo usara como una pieza esencial para la liberación de Gran Bretaña de la mano de Adolfo Hitler y las potencias del Eje!
Al observar la vida de Winston Churchill antes de la Batalla de Gran Bretaña, se hace evidente que Dios lo eligió para la tarea de guiar a Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial. Más que simplemente elegirlo, Dios lo preparó para el trabajo. ¡No fue coincidencia que la persona adecuada estuviera en la posición adecuada en el momento adecuado! Lo que es aún más notable es que, a lo largo de la historia, Dios ha usado a personas que no están familiarizadas con Sus leyes y no tienen Su Espíritu Santo para realizar Su propósito.
Esto plantea una pregunta importante. Si Dios, en ocasiones, prepara a individuos que no conocen Sus leyes y no tienen Su Espíritu Santo para tareas extraordinarias, entonces ¿qué tiene reservado para aquellos a quienes llama a ser parte del cuerpo de Cristo, la “pequeña manada” (Lucas 12:32, Juan 14:6)? ¿Cuál es el propósito de Dios para aquellos que pasan sus vidas esforzándose por crecer en Su carácter justo y que están dispuestos a renunciar a todo para seguirlo?
Daniel también nos da una pista de lo que Dios tiene reservado para los justos: “Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua. Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad” (Daniel 12:2-3).
Además, Juan nos dice en Apocalipsis que “Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones” (Apocalipsis 2:26).
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