Recientemente, mientras examinaba algunas fotos familiares, me encontré con la foto de una vieja amiga. La foto me recordó un maravilloso verano y una profunda lección que aprendí en mi infancia.
En el verano de 1959, desarrollé una amistad con una niña del barrio. Nancy y yo hacíamos todo juntas. Me quedaba a pasar la noche en su casa y ella en la mía. Montamos nuestras bicicletas y jugábamos; ella comía con mi familia y yo comía con la de ella. Éramos inseparables.