Se dice que Abraham Lincoln, conocido por utilizar anécdotas simples para exponer argumentos eficaces, preguntó una vez a un crítico: "¿Cuántas patas tiene un perro si cuentas su cola como una pata?". "Bueno", dijo el hombre, "en ese caso, cinco patas". “No”, respondió Lincoln, “¡Sólo cuatro! Decir que la cola de un perro es una pata no significa que sea una pata”. Esta sabiduría simple pero profunda parece perdida en gran parte de la sociedad actual.

Me gustaría hablarles de una de las mujeres más memorables que he conocido. Su nombre es Ana.

Ana era una viuda anciana que se sentaba en una silla de ruedas con su familia en la parte trasera del auditorio donde nos reuníamos para los servicios del sábado. Un chal cubría sus hombros y una manta cubría sus piernas hinchadas para mantenerlas abrigadas.

Un sábado, Ana nos invitó a mi esposo y a mí a comer con ella y su familia en un restaurante cercano. Aceptamos ya que queríamos conocerlos mejor.

Aunque los partidarios de la evolución creen en un mundo donde todo sucede por casualidad y en la supervivencia del más fuerte, nuevos hallazgos científicos que destacan la compleja naturaleza de la vida continúan cuestionando la legitimidad de esta teoría. ¿Qué posibilidades hay de que surjan tantos procesos diferentes a partir de un proceso sin sentido y sin propósito?

Durante mucho tiempo, la Iglesia ha advertido que Europa y Alemania pasarán a un modo de producción bélica, convirtiéndose en la potencia militar y económica conocida en la Biblia como “la bestia”. Durante décadas, esta advertencia ha parecido muy poco probable para muchos. ¡Pero eso está cambiando! Con la creciente “amenaza rusa” en su frontera, Alemania se ha visto obligada a adoptar una mentalidad de preparación para la guerra.