Hace muchos siglos, cuando los judíos que se hallaban cautivos en Babilonia, fueron liberados luego de la caída del Imperio a manos de Ciro de Persia, se les ayudó para regresar a Jerusalén. Pero muchos no regresaron y prefirieron dispersarse por las regiones del Imperio Medopersa bajo el rey Asuero. Un varón judío de nombre Mardoqueo, recibió en su casa a la huérfana de un tío suyo, llamada Ester. Mardoqueo era un hombre amable y reflexivo, y crio a Ester como a su propia hija, quien llegó a ser una mujer hermosa que, por una serie de hechos notables, fue llevada delante del Rey.