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Durante mucho tiempo la humanidad ha deseado vivir para siempre, sin embargo, encontrar la fuente de la juventud ha sido difícil. Aunque las tasas de esperanza de vida han aumentado considerablemente en las naciones occidentales desde la disponibilidad generalizada de suministros de agua potable e instalaciones sanitarias, estos avances, junto con los milagros de la medicina moderna, parecen estar llegando a un límite en su eficacia para prolongar la vida humana.
Este es el hallazgo de un estudio reciente publicado en la prestigiosa revista Nature Aging (Associated Press, 7 de octubre de 2024). Los investigadores que estudian la esperanza de vida en ocho de los lugares del mundo donde las personas viven más tiempo, llegaron a la siguiente conclusión: “Estamos llegando a una meseta”. Los lugares estudiados fueron Australia, Francia, Hong Kong, Italia, Japón, Corea del Sur, España y Suiza. En los últimos treinta años, la tasa de aumento de la esperanza de vida en estos lugares ha disminuido de 2,5 años por década a 1,5 años por década en la actualidad. Los investigadores también observaron que, aunque estamos viendo que más personas llegan a los 100 años de las que solíamos ver, esto se debe a que hay muchas más personas en la Tierra, y el porcentaje de la población que llega a esta edad se ha mantenido igual. Un investigador comentó: “Estamos extrayendo menos y menos vida a partir de estas tecnologías para extender la vida. Y la razón es que el envejecimiento se interpone en el camino”.
Parece que Dios ha puesto un límite al envejecimiento que los científicos, con toda su sabiduría e ingenio, no pueden superar. Vivir para siempre no es un don que Dios quiso que la humanidad se otorgara a sí misma. Sin embargo, la Biblia revela que Dios sí tiene la intención de conceder el don de la vida eterna a quienes eligen seguir a Su Hijo y vivir de acuerdo con Su forma de vida (Juan 3:16). Para descubrir el verdadero propósito de la vida, lean El misterio del destino humano.