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La semana pasada, la violencia de las pandillas en Haití estalló con mayor intensidad. Recientemente las pandillas irrumpieron en una gran prisión, lo que provocó la liberación de 3.700 reclusos y la muerte de al menos 12 personas (BBC, 4 de marzo de 2024). Las pandillas ahora controlan alrededor del 80 por ciento de la capital, Puerto Príncipe, y han exigido la dimisión del primer ministro de Haití. El pasado fin de semana, las pandillas asaltaron una segunda prisión, y tomaron el control de muchas comisarías, asesinando a muchos de los agentes. Las pandillas también han levantado barricadas para mantener a la policía fuera de sus territorios. La “alianza de pandillas” de Haití está encabezada por un hombre conocido como “Barbeque”, un exoficial de la policía de Haití (Reuters?, 4 de marzo de 2024).
En 2021, el presidente de Haití fue asesinado y no ha sido sustituido. El primer ministro de Haití, designado (no elegido) por el difunto presidente justo antes de su muerte, dimitió mientras se encontraba en Puerto Rico, sin poder o no querer regresar a Haití. Las pandillas también asaltaron el aeropuerto internacional la semana pasada intentando impedir su regreso (Telegraph, 5 de marzo de 2024). Fueron repelidos por la policía con la ayuda de un vehículo blindado. Debido al clima de extrema violencia generado por las pandillas, el gobierno no ha podido reunirse y los mandatos de todos sus cargos electos han expirado (BBC, 4 de marzo de 2024). La inseguridad se ha disparado, y miles de personas han huido de sus hogares. ¡La situación parece desesperada!
Para muchas personas en todo el mundo que viven en condiciones seguras es fácil fijarse en los trágicos titulares sobre Haití, y luego pasar a ocuparse de lo que es importante para ellos en sus propias vidas. Sin embargo, Jesucristo dijo: “Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación” (Mateo 5:4). Este mundo necesita urgentemente un Salvador y un gobierno verdadero, justo y amoroso. Haití es un ejemplo extremo de lo que sucede sin líderes fuertes, amorosos y con principios. Los disturbios que afectan al pueblo de Haití deberían hacer que los hombres y mujeres piadosos clamen a Dios por el retorno de Jesucristo para reemplazar a los gobiernos humanos que han fracasado, con Su reinado justo y misericordioso. Para darles una idea de la verdadera esperanza que nos depara el futuro, lean “¿Podrá haber paz en la Tierra?”