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Recientemente, dos líderes de naciones de descendencia israelita celebraron eventos con drag queens, hombres vestidos de mujer. El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, apareció con drag queens en el programa de televisión “Drag Race de Canadá: Canadá contra el mundo” para decir que “no importa… a quién amas” (CBC, 25 de noviembre de 2022). Un mes después, el presidente estadounidense Biden invitó a una destacada activista drag queen y participante de “La hora de la historia Drag Queen” a asistir a la firma de la nueva “Ley de respeto al matrimonio”.
Sin embargo, perdido en todas las celebraciones en ambas ocasiones está el hecho de que la Biblia establece claramente que es un pecado y una abominación que un hombre se vista como mujer (Deuteronomio 22:5) o que dé la apariencia de ser una mujer (1 Corintios 11:1–16). Dios creó a hombres y mujeres con cualidades únicas para que fueran claramente diferentes pero complementarios (Génesis 2:18–25); sin embargo, incluso los diccionarios de hoy están nublando esta diferencia creada al redefinir “hombre” y “mujer” sobre la base de sentimientos en lugar de hechos biológicos (Washington Post, 13 de diciembre de 2022). Como resultado, esta diferencia creada por Dios se está perdiendo y la perspectiva vital de la Biblia sobre el hombre y la mujer son “tenidas por cosa extraña” (Oseas 8:12). Durante mucho tiempo las profecías bíblicas han advertido que las naciones de descendencia israelita se olvidarían de Dios y se apartarían de Sus caminos (Jeremías 2:11–19) y que nuestros líderes nos llevarían por mal camino (Isaías 9:16). Para aprender cuál es el camino correcto, lean nuestro folleto Los diez mandamientos.