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En un reciente discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, el secretario general, Antonio Guterres, hizo la siguiente advertencia sombría: “Hemos comenzado 2023 con la vista puesta en una convergencia de desafíos nunca antes vistos en nuestras vidas” (The Guardian, 6 de febrero de 2023). Advirtió que el conflicto entre Rusia y Ucrania podría generar derramamiento de sangre a mayor escala, e hizo una predicción escalofriante: “Me temo que el mundo no está caminando sonámbulo hacia una guerra más grande. Me temo que lo está haciendo con los ojos muy abiertos”. El señor Guterres también dijo que el mundo necesita un nuevo enfoque para la paz que involucre un retorno a la Carta de la ONU, anteponiendo los derechos humanos y la dignidad.
Aunque los derechos humanos y la dignidad son muy importantes, el retorno a cualquier conjunto de reglas ideadas por el hombre, sin importar cuán nobles o bien intencionadas sean, no dará lugar a la paz mundial. La humanidad ha buscado la paz durante milenios y lamentablemente ha fracasado una y otra vez. La Biblia enseña: “Hay camino que al hombre le parece derecho, pero su fin es camino de muerte” (Proverbios 14:12) y declara que los seres humanos simplemente “no conocieron camino de paz” (Isaías 59:8). Por mucho que lo intentemos, la humanidad por sí misma no encontrará la paz duradera, porque ese intento se basará en leyes y estatutos imperfectos que son incapaces de transformar fundamentalmente la naturaleza humana. La verdadera clave para una paz duradera será el retorno del Príncipe de Paz (Isaías 9:6–7), quien restaurará la ley y los estatutos de Dios, “la perfecta ley, la de la libertad” (Santiago 1:25). La verdadera paz solo vendrá después de que la sociedad se someta a Dios y comience a comportarse de acuerdo con Su ley. Para más información, lean “Espadas en azadones”.