¿Realmente busca usted a Dios? | El Mundo de Mañana

¿Realmente busca usted a Dios?

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Millones de habitantes del mundo occidental profesan alguna religión. Pero es interesante notar los resultados de encuestas recientes según las cuales millones de personas se están apartando de las iglesias tradicionales para "inventarse" su propia religión. Toman de por aquí y de por allá entre las enseñanzas y tradiciones de las diferentes iglesias, lo que parece venir bien a sus necesidades o deseos, hasta terminar con un extraño surtido de ideas.

Constantemente se les aconseja: "¡Escojan por sí mismos la iglesia adonde quieran ir!"

Lo anterior da a entender que una religión es tan buena como la otra y que, por lo tanto, toda "opción" que uno escoja es válida, ¡cualquiera que sea! Es así como muchísimas personas del mundo occidental empiezan a "coquetear" con las religiones orientales, o bien adoptan ciertas creencias y prácticas del Islam o se envuelven en el llamado Movimiento de la Nueva Era.

Si la Biblia no es inspirada por el Creador, y si no existe un Dios personal y real con instrucciones directas para nosotros, entonces todo ese "coqueteo" religioso quizá no fuera un problema grave. Pero entonces cabe preguntar: ¿Hay o no hay un Dios real y personal que es el Padre de todos los cristianos verdaderos? ¿Es o no es la Biblia la revelación inspirada por nuestro Creador, la cual le revela a la humanidad el propósito de su vida y cómo cumplir ese extraordinario propósito?

Si las anteriores respuestas son afirmativas, más nos vale dejar de andar a la deriva ¡y escuchar lo que nos dice el Creador en su Palabra inspirada! La Biblia revela a Jesucristo claramente como el Hijo de Dios y como el "Verbo" o Vocero desde el principio; Aquel por quien fue creado el mundo (Juan 1:1-18). Hablando en primera persona, Jesucristo nos dice: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí" (Juan 14:6).

Según la afirmación anterior, nosotros podemos venir a Dios solamente por medio de Jesucristo. Y el propio Jesucristo amonestó así a quienes pretendían ser sus seguidores: "¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?" (Lucas 6.46).

"¡Estoy confundido!", exclaman muchos. "Con tal confusión de religiones que hay, no sé ni qué decir ni qué creer acerca de Dios. Pero sí creoque la Biblia fue inspirada por Dios".

Al menos ese es un buen punto de partida. Si usted cree que la Biblia es el "Manual de Instrucciones" de Dios para la humanidad, cuya intención es mostrarnos qué creer y cómo vivir, entonces debe estudiar este libro inspirado lo mismo que estudiaría un libro de texto, por ejemplo, para aprender un idioma. Debe leer y estudiar la totalidad de la Biblia, capítulo por capítulo, tal como lo haría con un texto universitario de historia si necesitara entenderlo para aprobar un examen final. Para facilitarle el estudio, ¿por qué no comprar una concordancia exhaustiva y estudiar toda la Biblia, capítulo por capítulo, como haría con un texto de medicina?

Además, debe buscar a Dios sinceramente ¡y con todo el corazón! Muchas personas muestran cierto "interés" en Dios pero pasan por la vida a le deriva, sin "buscarlo" realmente y sin probar para sí que Él existe, que la Biblia es su Palabra inspirada y que ellos necesitan hacer lo que Dios ordena en ella. Y viven así ¡pese a que estos asuntos son, sin duda, los más importantes de la vida!

Dios habla de un tiempo futuro de gran aflicción y dolor, llamado "los postreros días". En ese estado de quebrantamiento y humillación, algunos se arrepentirán. "Mas si desde allí buscares al Eterno tu Dios, lo hallarás, si lo buscares de todo tu corazón y de toda tu alma. Cuando estuvieres en angustia, y te alcanzaren todas estas cosas, si en los postreros días te volvieres al Eterno tu Dios, y oyeres su voz" (Deuteronomio 4:29-30).

¿Está usted dispuesto a comenzar a "buscar" sinceramente a Dios antes que venga la gran tribulación? (Mateo 24:21-22). ¿Está usted dispuesto a hacer el esfuerzo físico e intelectual para estudiar la Palabra de Dios de manera sistemática, de orar a su Creador pidiendo entendimiento, y de ayunar delante de Dios tal como lo hizo el apóstol Pablo cuando se sintió sacudido hasta el punto de abandonar su antigua forma de vivir? (Hechos 9:9).

En su autobiografía, llena de información y ayuda para los lectores, Herbert W. Armstrong describió una excelente manera de ayunar; la cual será de gran valor para quien la aplique:

"No había más tiempo que perder. Tenía que hallar la solución. Sabía de una sola manera: ¡ayuno y oración! Era el último recurso. Yo no sabía de qué manera se ayunaba y oraba, pues nunca lo había hecho. Pero cuando los discípulos de Jesús no pudieron echar fuera a un demonio, Jesús les dijo que ese efecto se producía solamente mediante el ayuno y la oración. Comencé, pues, a ayunar.

El ayuno comenzó un sábado por la mañana. Esa mañana no desayuné. Sin saber cómo se debía ayunar y orar, lo primero que hice fue orar y pedirle a Dios que me mostrara cómo: que me abriera el entendimiento. Luego, como Dios nos habla por medio de su Palabra escrita, empecé a buscar instrucciones acerca del ayuno en la Biblia. Durante una hora y con la ayuda de una concordancia, estudié pasajes de las Sagradas Escrituras sobre el tema del ayuno y la oración. Buena parte de ese tiempo estuve de rodillas.

Luego estuve una hora sentado, pensando y meditando. Pensé en los pasajes de las Escrituras que acababa de leer. Reflexioné sobre mi propia vida en los últimos meses. Traté de compararla con el camino de Dios tal como se revela en las Sagradas Escrituras. Luego pasé la siguiente hora hablando con Dios en oración.

Decidí continuar en ese mismo orden: una hora de estudio de las Sagradas Escrituras, una hora de meditación y una hora de oración. Ni una sola vez le pedí a Dios que sanara a mi esposa. Todavía no. Lo había pedido durante semanas, sin resultados. Ahora estaba ayunando y orando, no con el objeto de presionar a Dios para obligarlo a cumplir mi voluntad y concederme lo que pedía, ¡sino para saber qué estaba mal en mí! Comprendí que no tenemos por qué presionar a Dios. ¡No ayune jamás como medio para inducir a Dios a responder!" (Autobiografía de Herbert W. Armstrong, vol. II, pág. 391-392).

Francamente, cada uno de nosotros necesita pasar por un proceso similar en la búsqueda sincera de Dios, e indagar cuál es su voluntad para nuestra vida. Si realmente deseamos ocupar una posición importante de servicio en el Reino de Cristo que pronto estará en la Tierra, debemos comenzar ahora a hacer nuestra parte para buscar a Dios, para llegar a conocer a Dios y para cumplir su voluntad.

Todos debemos escuchar atentamente la rotunda advertencia hecha por Cristo a quienes piensan que, porque predican en el nombre de Cristo y cumplen actividades "buenas", están sirviendo a Dios aunque rehúsen obedecer su ley divina: "No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los Cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad" (Mateo 7:21- 23).

Dios quiera que muchos de ustedes dejen de andar "a la deriva" por la vida, que busquen a Dios y su voluntad con celo y con energía. Si usted no se ha matriculado en nuestro Curso bíblico por correspondencia, lo invitamos a llamar o escribirnos ahora mismo para inscribirse y tomar el curso sin ningún costo. Si usted realmente estudia este curso, junto con la Biblia, y si persiste en ese estudio, encontrará una ayuda enorme para entender las profecías de los tiempos del fin en la Biblia, así como el extraordinario plan que Dios está cumpliendo en la Tierra y la manera como usted puede entrar en la vida eterna y en el Reino de Dios.

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