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El 10 de julio del 2003 en la ciudad de Granada, en el sur de España, un suceso notable marcó un hito en la historia europea. La prensa no lo consideró muy importante y aún hoy muy pocos se dan cuenta cabal de su importancia.
Cuando la Gran Mezquita de Granada abrió sus puertas en el 2003, construida sobre un lugar donde anteriormente hubo una iglesia, el vocero de la mezquita dijo que el nuevo edificio era "un símbolo del regreso del Islam a España"; y expresó su deseo de que "esa mezquita fuera un punto central para el reavivamiento del Islam en Europa".
Por más de 700 años, desde comienzos del siglo 8 hasta cerca del final del siglo 15, gran parte de España estuvo regida por musulmanes y el Islam era una fuerza pujante en la península Ibérica. En el año 732, un ejército musulmán bajo al mando del emir Abdal Rahamán estuvo a punto de llegar a París, pero lo detuvieron las huestes de Carlos Martel en Poitiers, cerca de Tours, Francia.
La expansión del Islam a través de Europa alcanzó su punto máximo en el siglo octavo. De allí en adelante, y en el transcurso de varios siglos, fuerzas no musulmanas fueron socavando gradualmente el dominio islámico. Finalmente, en 1492, los ejércitos de los reyes Fernando e Isabel conquistaron Granada; el último bastión musulmán en España. Por primera vez en siglos, ninguna parte del territorio español se hallaba bajo dominio musulmán. Al cabo de pocos años, la población mahometana que quedaba en España se había convertido a otras religiones y el Islam había perdido todo su poder allí donde antes tuvo supremacía.
Quinientos años más tarde, con la inauguración de la Gran Mezquita en Granada, celebrada por nuevos conversos españoles en unión de inmigrantes musulmanes, muchos europeos se preguntaban: "¿Volverá a repetirse la historia?" En los próximos años, la antigua historia europea de enfrentamientos violentos con el islamismo volverá a resurgir y tendrá una importancia fundamental en el contexto mundial. Debemos conocer aquella historia y saber, según lo señala la Biblia, hacia adónde, inevitablemente, nos conducirá este conflicto.
La primera mezquita que se construye en Granada en cinco siglos es la Gran Mezquita. Para quienes prestan atención a los sucesos europeos esto fue especialmente significativo por haber sido Granada el último bastión del islamismo en España. "Las autoridades se oponían a la construcción de la mezquita porque Granada era un símbolo de la reconquista", dijo Abdelkarim Carrasco, jefe de la Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas. La reconquista es una referencia a la lucha de varios siglos que terminó con la expulsión de los dirigentes musulmanes de España. La nueva mezquita despertó temores de un fenómeno inverso, la "reconquista islámica". Malik Abderramán, presidente de la fundación que administra dicha mezquita, dijo sin ambages: "Es claro que el Islam está avanzando sobre terreno católico" (Avances mundiales del Islam obligan a católicos a repensar estrategia, Wall Street Journal, 19 de abril del 2005).
Hubo un tiempo en el cual el islamismo penetró en Europa mucho más allá de España. Las huestes musulmanas saquearon Roma en el año 846 y en el siglo octavo estuvieron a punto de conquistar Francia. En el año 732, las fuerzas musulmanas marcharon por Francia camino a París pero las detuvo el ejército franco encabezado por Carlos Martel, abuelo de Carlomagno. En Poitiers, cerca de Tours, el ejército franco libró una gran batalla que los historiadores reconocen como un momento decisivo en la historia de la civilización occidental. Aunque su enemigo era numéricamente superior, Carlos Martel logró que sus tropas se mantuvieran firmes contra la arremetida de la caballería de Abdal Rahamán; y el ejército franco salió victorioso. El destacado historiador Edward Gibbon describe lo que le habría sucedido a Europa si Carlos Martel y sus francos hubieran fracasado en su intento de detener el avance musulmán y luego hacerlos retroceder:
"Se había continuado una marcha victoriosa [de las huestes musulmanas] por más de 1.600 kilómetros desde Gibraltar hasta las orillas del río Loira. La repetición de otro recorrido semejante habría llevado a los sarracenos [musulmanes] hasta los confines de Polonia y las tierras altas de Escocia. El Rin no es más difícil de cruzar que el Nilo o el Éufrates, y la flotilla árabe podría haber navegado sin un solo combate naval hasta entrar en la desembocadura del Támesis [cerca de Londres]. Posiblemente hoy se estaría enseñando la interpretación del Corán en las escuelas de Oxford, y desde los púlpitos se estaría demostrando a un pueblo circunciso la santidad y veracidad de la revelación de Mahoma" (Decadencia y caída del Imperio Romano, Vol. 5, Cap. 52, parte II).
¿Sería Francia un país musulmán? Históricamente estuvo a punto de suceder, pero ante la feroz oposición de Carlos Martel, que puso fin a las incursiones musulmanas y estableció las bases para siglos de lucha de allí en adelante, el Islam no siguió penetrando en Europa. Los estudiantes de las escuelas europeas estudian la batalla de Poitiers del mismo modo en que los niños de otras partes del mundo estudian las batallas más importantes por la independencia y la soberanía nacional. Mas para los europeos de hoy, las batallas de ayer son una advertencia ante el desafío que plantea el Islam en la actualidad.
En la actualidad se está produciendo una nueva conquista musulmana de Europa. Pero esta vez se trata de una invasión pacífica. Millones de turcos, árabes, argelinos y otros musulmanes han migrado a países europeos en busca de empleo y una vida mejor. Muchos comienzan como trabajadores legales antes de adquirir la residencia permanente. Durante años, estos trabajadores fueron, en general, bien vistos por las naciones que precisaban de su mano de obra barata. Pero ahora, las poblaciones de inmigrantes musulmanes en Europa han crecido hasta convertirse en una fuerza cultural y política de tanta importancia que afecta a los países anfitriones. En vez de asimilarse, están poniendo a prueba la tolerancia de los europeos y la tensión social va en aumento.
En 1970, según la Enciclopedia Mundial Cristiana, había 20 por ciento más católicos en el mundo que musulmanes. Para el año 2000, esta proporción estaba casi invertida, con 1.200 millones de musulmanes y solamente 1.060 millones de católicos. La población islámica está en aumento, tanto por nacimientos como por conversiones, a un ritmo mucho mayor que la católica.
Este cambio resulta especialmente notorio en Francia. Los demógrafos señalan que la proporción de musulmanes es bastante mayor entre la juventud francesa que entre la población general. Hay quienes calculan que en 25 años la población musulmana podría ser mayoría.
Los europeos que en un momento pensaron que el terrorismo islámico era un problema norteamericano, están descubriendo que también es problema suyo. España y Gran Bretaña han sufrido atentados con bombas. Francia ha sido testigo de enormes manifestaciones protagonizadas por jóvenes musulmanes radicales. Un diario danés se convirtió en epicentro de un escándalo internacional cuando publicó caricaturas que resultaron ofensivas para los musulmanes. Dicha controversia sigue siendo un acicate para los sentimientos musulmanes en todo el mundo. El presidente de Pakistán, Pervez Musharraf, afirmó que la controversia por las caricaturas editoriales de… el profeta islámico Mahoma, está uniendo a los musulmanes moderados y radicales. En el mismo momento en que hablaba, millares de pakistaníes protestaban y se producían incidentes de violencia mientras las caricaturas seguían avivando el furor antioccidental en todo el mundo islámico.
Aunque muchas voces piden moderación, la controversia por las caricaturas danesas también está avivando los sentimientos antimusulmanes. Algunos comentaristas europeos no islámicos se muestran menos fervorosos que antes en su apoyo a la tolerancia, y otros europeos los están escuchando. La periodista italiana Oriana Fallaci se hizo eco de sentimientos que prevalecen cada vez más en el continente europeo: "Europa ya no es Europa. Es una provincia del Islam, como lo fueron España y Portugal en tiempos de los moros. Es anfitriona de casi 16 millones de inmigrantes musulmanes y en ella pululan los mulás, imanes, mezquitas, burkas, chadores. Alberga a miles de terroristas islámicos a quienes los gobiernos no saben identificar ni controlar. La gente tiene temor, y al agitar el estandarte del pacifismo, un pacifismo antiestadounidense, se siente protegida".
En el año 2004, cuando la Unión Europea incorporó diez nuevos estados miembros, principalmente de Europa Oriental, el Vaticano tomó nota. El papa Juan Pablo II observó: "Si ha de perdurar la unidad de los pueblos europeos, esta no puede ser únicamente económica y política… La historia de la formación de las naciones europeas corre paralela con su evangelización. Por consiguiente, pese a las crisis espirituales que ha marcado la vida del Continente en nuestros días, su identidad sería incomprensible sin el cristianismo… Europa no solamente no debe eliminar sus raíces cristianas, sino que debe redescubrirlas. Esas raíces cristianas darán respuesta a los desafíos del tercer milenio: paz, diálogo intercultural e interreligioso, protección de la Creación. Todos los creyentes en Cristo, del Occidente y del Oriente de Europa, están obligados a realizar su aporte mediante la cooperación ecuménica abierta y sincera" (Regina Caeli, 2 de mayo del 2004).
Pese a los deseos del Vaticano, Europa ha continuado su marcha hacia el secularismo. Cuando la Unión Europea codificaba su proyecto de Constitución, se desató un debate sobre la conveniencia de referirse a las "raíces cristianas" de Europa, como lo había pedido el Vaticano encarecidamente. Notando el grado de oposición europea a tal referencia, el encargado de asuntos públicos del Vaticano, Joaquín Navarro-Valls, se lamentó:
"La Santa Sede no puede menos que expresar su aflicción por la oposición de algunos gobiernos al reconocimiento explícito de las raíces cristianas de Europa. Se trata de desconocer las pruebas históricas y la identidad cristiana de los pueblos europeos. La Santa Sede expresa su profundo reconocimiento y gratitud a aquellos gobiernos que, concientes del pasado y del horizonte histórico en el cual toma forma la nueva Europa, laboraron por expresar concretamente su legado religioso reconocido. No puede olvidarse el intenso compromiso de parte de diversas entidades en el sentido de mencionar el legado cristiano de Europa en este tratado, estimulando a líderes políticos, ciudadanos y la opinión pública a reflexionar sobre una cuestión que no es secundaria en el actual contexto nacional, europeo y mundial" (El Papa decepcionado ante el no reconocimiento de las raíces cristianas" Oficina Católica de Información, 22 de junio del 2004).
À Navarro-Valls seguramente le agradó que luego del rechazo al proyecto de Constitución por parte de Francia y Holanda, funcionarios de la Unión Europea optaran por suspender el proceso de ratificación. Algunos ven en la suspensión una nueva oportunidad de añadir una cláusula de "identidad cristiana" a la Constitución de la UE, sentimiento que podría acentuarse como reacción al empuje islámico que recorre el continente europeo. Sin embargo, tal cláusula no podría menos que agravar las tensiones entre el Islam y Europa.
¿Cuál será el resultado de la tensión creciente entre Europa y el Islam? La profecía bíblica nos dice qué podemos esperar. Jesucristo les dijo a sus seguidores que observaran los acontecimientos mundiales para ver las señales indicativas de su pronto regreso: "Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en las nubes con gran poder y gloria. Y entonces enviará sus ángeles, y juntará a sus escogidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo. De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas… Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: Velad" (Marcos 13:26–29, 37).
La profecía bíblica revela que el surgimiento de un "Rey del Sur" será una señal clave antes del regreso de Cristo. En la terminología bíblica, el "Sur" aquí se refiere a un reino situado al sur de Jerusalén. Aunque Irán e Iraq podrán ser parte de ese reino, o estar aliados con él, una mirada a la geografía de la región demuestra que la "cabeza" del reino se situará al sur de dichas naciones.
¿Será posible que el mundo islámico se una bajo un gobernante autoritario? Hay quienes consideran que esa idea es disparatada y señalan las crecientes tendencias democráticas en países como Egipto, Iraq, Afganistán y la Autoridad Palestina. Incluso Irán celebra elecciones, si bien los candidatos requieren aprobación previa de las autoridades religiosas musulmanas. Pero, ¿cuál ha sido el fruto de los comicios electorales? En Egipto, cuando se concedió más libertad en el proceso electoral, el grupo islámico radical llamado Fraternidad Musulmana ganó rápidamente 84 de los 454 escaños en el Parlamento. En Iraq la votación se dividió entre facciones sectarias y muchos observadores temen que los chiítas, que ahora están al mando, traten de establecer un gobierno islámico como hicieron en Irán. Por otra parte, si bien Iraq ha celebrado comicios electorales, el individuo más poderoso de ese país bien puede ser el dirigente chiíta no electo, el gran ayatolá Alí al-Sistani.
Los pasos palestinos hacia la "democracia" también han sido problemáticos. En enero del 2006 el mundo se quedó estupefacto cuando los votantes palestinos rechazaron al partido más moderado, Fatá, y concedieron una amplia mayoría en la asamblea legislativa a Hamás, grupo terrorista islámico radical que exige la destrucción de Israel y la imposición de una república musulmana.
En Irán, la elección del presidente Mahmud Ahmadineyad ha agravado la tensión entre Europa y el mundo islámico. Ahmadineyad ha descrito el holocausto como un "mito" y ha pedido que Israel "sea borrado del mapa". También espera la venida de un "Mahdi" o "decimosegundo Imán", que unirá al mundo islámico.
Desde su mezquita en Londres, el clérigo musulmán Abú Hamza al-Masri ha dicho a sus seguidores que el mundo debería estar manejado por un califa musulmán "sentado en la Casa Blanca". Es lógico que semejantes comentarios generen nerviosismo entre los europeos, que se ven rodeados por influencias islámicas muy cercanas.
¿Por qué se valen los musulmanes de medios democráticos para instituir líderes opuestos a la democracia? Un analista escribió: "No se puede ir de Sadam a Jefferson [un gobierno democrático] sin pasar primero por Jomeini. ¿Por qué? Porque cuando se barre al dictador o rey que está en la cumbre de un estado en el Oriente Medio, se inicia una caída libre que termina en la mezquita… Entre el palacio del gobernante y la mezquita no hay nada que se interponga. Los regímenes autocráticos seculares como los de Egipto, Libia, Siria e Iraq; nunca dejaron surgir entidades realmente independientes, ya sea la justicia, los medios de difusión, partidos seculares progresistas o grupos de la sociedad civil, desde organizaciones de mujeres hasta asociaciones de trabajadores… De allí que, tan pronto como cualquiera de estos países árabes celebra elecciones libres y limpias, los islamistas son los triunfadores".
Por muy fervorosamente que deseen los gobiernos occidentales promover la "democracia", las "reformas" o la "moderación" en aquellas naciones, no es el hombre, sino Dios, quien pone y quita gobiernos (Daniel 2:21). El plan divino se va a cumplir pese a los constantes intentos (y fracasos) de quienes pretenden convertir al mundo musulmán en algo que no es. Cuando llegue el momento en que deba surgir el Rey del Sur profetizado, ello ocurrirá, entiendan o no entiendan los analistas políticos la razón de lo que está sucediendo.
El profeta Daniel, de la tribu de Judá, vivió en Babilonia y en Medo Persia (cerca de lo que hoy es Iraq) en el siglo sexto antes de Jesucristo, es decir, mucho antes de los Imperios Griego y Romano y más de mil años antes de Mahoma. El capítulo 11 del libro de Daniel, que se escribió durante el Imperio Medo Persa, encierra importantes profecías, entre ellas la que habla de un rey del Sur y un rey del Norte. Las profecías de Daniel predijeron con acierto la historia de Judea durante el auge del Imperio Griego… y también predicen sucesos asombrosos que tendrán lugar en nuestros días.
À la muerte de Alejandro Magno, su reino se repartió entre sus cuatro generales principales, tal como lo había profetizado Daniel mucho antes (Daniel 8:21–22; 11:4). Uno de esos generales, Tolomeo I Sóter I, predicho como Rey del Sur (Daniel 11:5), se convirtió en gobernante de un reino centrado en Egipto. Recordemos que Egipto queda al sur de Jerusalén, y Siria al norte. La profecía también habla de sucesos específicos en la vida de Tolomeo II Filadelfo de Egipto (un Rey del Sur) y sus contiendas con Antíoco II Teós, quien gobernaba un reino sirio y es llamado el Rey del Norte (v. 6). Luego, Daniel predice que otra generación de reyes egipcios (Tolomeo III) haría la guerra contra el Rey del Norte en Siria, invadiendo a través de Judea (vs. 7–9). Estos acontecimientos específicos, y muchos semejantes descritos en Daniel 11, se cumplieron y están registrados en la historia escrita del Imperio Griego. Las profecías de Daniel continúan señalando el futuro, la transición del Imperio Griego al Imperio Romano. En ese punto de la profecía encontramos que el Rey del Norte se identifica ahora con el Imperio Romano.
Comenzando en el versículo 40, la cronología de Daniel salta "al cabo del tiempo", o sea, la época en que vivimos ahora. Escribe así: "Al cabo del tiempo el Rey del Sur contenderá con él; y el Rey del Norte se levantará contra él como una tempestad, con carros y gente de a caballo, y muchas naves; y entrará por las tierras, e inundará, y pasará. Entrará a la tierra gloriosa, y muchas provincias caerán; más estas escaparán de su mano: Edom y Moab, y la mayoría de los hijos de Amón. Extenderá su mano contra las tierras, y no escapará el país de Egipto. Y se apoderará de los tesoros de oro y plata, y de todas las cosas preciosas de Egipto; y los de Libia y de Etiopía [indicativos de reinos al sur de Jerusalén] le seguirán"(Daniel 11:40–43).
La extraordinaria profecía de Daniel predice el surgimiento de una gran potencia en el Oriente Medio. Esta potencia representará un reto a una gran potencia europea. Los lectores de esta revista y radioescuchas de El Mundo de Mañana saben que poco antes del regreso de Jesucristo, un poderoso líder europeo va a unir a diez reyes o naciones europeas formando un formidable sistema político-religioso que impondrá su voluntad ferozmente a quienes pretendan oponerse.
Esta gran potencia irá a la guerra contra el Rey del Sur, o sea, contra ciertas naciones del Oriente Medio. Pero no irá a la guerra para poner fin a la tiranía ni para difundir la democracia. Buscará sus propios fines por medio de una fuerza que será todo menos benévola. El conflicto entre Europa y el Islam, ¿será acaso un acicate para esa guerra? Si una provocación tan leve como una caricatura en un diario logra unir a los musulmanes del mundo con ira violenta, ¿cuánto más los grandes acontecimientos políticos y religiosos aumentarán la ira entre las naciones históricamente católicas de Europa y las naciones de un Islam resurgente? Observemos los acontecimientos mundiales a la luz de la profecía bíblica y veremos cómo este conflicto, profetizado hace tanto tiempo, prepara el escenario para el regreso de Jesucristo y el establecimiento de su Reino en la Tierra.