Para hacer una búsqueda avanzada (buscar términos específicos), escriba juntamente los criterios de interés como se muestra en los siguientes ejemplos:
¿Cómo lograr esa rebosante plenitud interna que llamamos gozo y ese bienestar profundo y duradero que llamamos paz, sin los cuales no puede haber felicidad? ¿Por qué cuando queremos atrapar la felicidad, nos evade y se torna huidiza como un venado asustado en el bosque?
Sucede que la felicidad como un fin en sí mismo es inalcanzable; porque en la loca carrera por atraparla se quebrantan los valores mismos que la producen. Esta solo llega a manera de añadidura o efecto secundario, cuando se va en pos de ideales más altos que la mera búsqueda de la felicidad.
Por ejemplo, uno de los anhelos más profundos de una joven o de un joven es tener un matrimonio feliz. Ahora bien, la felicidad en una relación solo se produce cuando está basada, entre otras cosas, en la fidelidad, la lealtad y la confianza mutuas. Estas son precisamente las virtudes que muchos jóvenes empiezan a menoscabar, buscando en vano la felicidad en el placer de las relaciones sexuales prematrimoniales sin compromiso.
Lo que están haciendo es destruir el fundamento mismo de lo que sería la realización de un sueño. Conforme a su inmadurez, los chicos y las chicas van cambiando de pareja convirtiéndose en terreno fértil para las enfermedades venéreas y al mismo tiempo van debilitando su carácter. Para mantener una relación matrimonial estable y duradera se requiere fortaleza de carácter..
Tal como dijo un hombre sabio: "Nuestras acciones se convierten en nuestro hábitos, nuestros hábitos se convierten en nuestro carácter, y nuestro carácter se convierte en nuestro destino".
Si no se produce un cambio radical en la conducta, estaremos sembrando las semillas de nuestra propia desdicha. Como dice el adagio: "Uno cosecha lo que siembra". Los jóvenes y las jóvenes que practican la disciplina moral de la abstinencia antes del matrimonio, están cultivando la fortaleza de carácter de donde emanan la lealtad, la fidelidad y la confianza mutuas; esenciales para la felicidad matrimonial.
"De la potencia al acto". Aristóteles resumió en esta frase el proceso que convierte una simple posibilidad en una realidad concreta. Ese proceso de transformación entre lo que encierra un potencial y su plena realización, aplicado a la vida de un ser humano, constituye una de las fuentes de la felicidad.
Cuando se siembra un grano de trigo en buena tierra, se inicia un proceso en el cual se va a liberar todo el potencial que encierra ese granito. À su debido tiempo, se convertirá en una planta que producirá varias espigas; las cuales se llenarán de grano. De modo que, de uno solo que se plantó, pueden surgir 30, 60 y hasta cien granos de trigo.
Este es el paso de la potencia al acto. Es una ley de la vida que, cuando se cumple, produce satisfacción y felicidad; como las experimenta el que recoge la cosecha de lo que ha sembrado.
Todo ser humano tiene talentos o aptitudes, unos más otros menos. Tanto en el aspecto físico como en el espiritual, algo tiene cada ser humano que de potencia se pueda convertir en acto. Aun ante las circunstancias más adversas. ¡De hecho la adversidad cuando se vence, contribuye a perfeccionar la calidad del producto final! En la calle Florida de Buenos Aires, vi una vez a un hombre manco tocar extraordinariamente la guitarra con los dedos de los pies. Tenía talento musical pero no tenía brazos. La adversidad no fue obstáculo para que ese potencial musical se convirtiera en realidad concreta.
Esta es una de las formas como se genera la felicidad. Viene como añadidura con el fruto de la labor realizada para hacer producir los talentos y aptitudes.
Esto fue lo que el célebre médico francés Alexis Carrel llamó: "La ley del esfuerzo". Sin la cual, nada digno de mención se logra en la existencia humana. Se trata de una virtud a la cual se le llama "diligencia". El rey Salomón la resumió así: "Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el seol [sepulcro], adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría" (Eclesiastés 9:10).
La excelencia que se logra por el esfuerzo realizado genera felicidad. Jamás en los Juegos Olímpicos una medalla de oro ha sido ganada sin esfuerzo. Es cierto que este tipo de felicidad puede ser pasajera. Pero si la misma energía mental que se aplica al desarrollo de las aptitudes físicas se utiliza en el cultivo de los valores morales, la felicidad se torna duradera.
Para triunfar en el mundo del arte y el entretenimiento es esencial haber trabajado diligentemente en el desarrollo de los talentos. El aplauso y las ovaciones de un público entusiasmado generan profunda satisfacción en el alma de un cantante, de un pianista, violinista o guitarrista que vierte su arte como un río de armonía que electriza al público.
Ese fluir del ser profundo que logra un escritor o un artista, es uno de los fenómenos que, según concluyen los psicólogos, más genera felicidad. Arturo Rubinstein, uno de los pianistas más destacados del siglo 20, quien a sus 97 años aún daba conciertos, se consideraba una persona feliz.
Con todo, muchos de los que hallan felicidad en su labor profesional, se sienten desdichados en su vida privada a causa del descuido de los valores morales que pueden dar paz interior y también un matrimonio armonioso e hijos felices.
Plácido Domingo, uno de los artistas más descollantes de esta época, además del talento de su voz excepcional, cultivó sus aptitudes de pianista y director de orquesta, las cuales los siguen llevando de triunfo en triunfo por el mundo. Con todo, a pesar de su éxito arrollador, se ha mantenido fiel a Martha, su mujer, y a su familia. De manera que ahora, en el otoño de su vida, se declara como un hombre feliz, que disfruta inmensamente de la compañía de su esposa, de sus hijos y de sus nietos.
Ahora bien, no todos tenemos dotes de esa magnitud, pero sí tenemos la opción de ser felices si nos examinamos a nosotros mismos, pidiendo consejo y si fuere necesario buscando ayuda profesional para descubrir nuestros talentos y hacerlos producir fruto. El objetivo es convertirnos, mediante la disciplina y el estudio, en maestros de nuestro oficio o profesión, por sencillos o humildes que sean. La realización de nuestro potencial produce felicidad. Además se cumple el Proverbio que dice: "¿Has visto hombre solícito en su trabajo? Delante de los reyes estará" (Proverbios 22:29).
En esa labor de convertir en acto el potencial sembrado en ellos, se ocupan a diario los discípulos de Jesucristo. Como quien cultiva su tierra con esmero, son diligentes en arrancar la maleza y los espinos que impiden que la simiente [el Espíritu de Dios] (1 Juan 3:9) produzca en ellos "la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento" (Filipenses 4:7), y ese gozo de vivir que llaman felicidad.
Los verdaderos discípulos de Jesucristo, los que practican a diario su instrucción de erradicar totalmente de su corazón y de su mente la maleza que impide que fructifique plenamente lo que en ellos fue sembrado, son la gente más feliz del mundo.
Basta comparar la lista de malezas con el fruto que se produce cuando son radicalmente eliminadas, para que sea obvio ante nuestros ojos que Jesucristo vino a revelar el secreto de la felicidad suprema.
He aquí los diferentes tipos de malezas que la Biblia llama "las obras de la carne". La carne es "polvo de la tierra": De la tierra no cultivada nacen la maleza y los espinos que son: "Adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia" (Gálatas 5:19). Todas estas son obstáculos que impiden la felicidad matrimonial. La lista prosigue: "Idolatría, hechicerías" (v. 20). Esto equivale como dice la Escritura: À dejar la "fuente de agua viva" [Jesucristo] de donde procede el gozo de vivir. Para dedicarse a cavar "cisternas rotas que no retienen agua" (Jeremías 2:13). Luego sigue la lista de malezas y espinos que nos roba la felicidad porque nos impide estar en paz con los demás: "Enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías [divisiones], envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas [los que dejan crecer la maleza] no heredarán el Reino de Dios" (Gálatas 5:20-21).
"Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza [dominio propio]" (vs. 22-23).
Jesucristo regresará a establecer un reino mundial que le enseñará a todo ser humano la manera de vivir que produce felicidad. Llamará a aquellos en quienes fue sembrada la simiente del Espíritu de Dios, los que fueron diligentes en cultivar su tierra y erradicar totalmente la maleza, para que el potencial de lo que fue plantado en ellos llegara a su plena realización. Entonces dirá a cada uno: "Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te ponderé; entra en el gozo [felicidad] de tu Señor" (Mateo 25:21).
Estos se habrán convertido en maestros de su oficio de eliminar el mal y cultivar el bien. Por eso estarán delante del Rey de reyes, para gobernar al mundo entero enseñando el camino de la felicidad, en la cual ya son expertos. Y luego heredarán el Universo entero (Apocalipsis 21:7). Para ser parte de un gobierno universal cuya expansión y duración no tendrán fin: "Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite" (Isaías 9:7).
Se trata como acabamos de mencionar del conocimiento del propósito de la existencia del ser humano en la Tierra. La falsa religión enseña que el destino del ser humano es irse al Cielo a no hacer nada por el resto de la eternidad, o irse al infierno a quemarse y ser torturado para siempre.
La Palabra de Dios enseña que el destino del ser humano es gobernar esta Tierra como un ser resucitado e inmortal con Jesucristo durante mil años (Apocalipsis 20:4) y luego heredar y gobernar el Universo bajo Jesucristo y Dios el Padre (Apocalipsis 21:7), en una labor de paz cuya expansión y duración no tendrán fin (Isaías 9:7).
Los que no quieran aprender el camino de la paz y la felicidad mediante la práctica de los diez mandamientos y el cultivo del fruto del Espíritu, serán eliminados para siempre: "Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho el Eterno de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama" (Malaquías 4:1).
El rey Salomón es, según indican las Escrituras, el hombre más inteligente y más rico que ha existido. Sin embargo, a pesar de su mucha inteligencia y sabiduría, Dios nunca le reveló el propósito ulterior por el cual había puesto al ser humano sobre la Tierra.
Salomón entendía que había un anhelo de eternidad en el corazón del ser humano, pero no alcanzó a entender el propósito último de la vida: "Ha puesto [Dios] eternidad en el corazón de ellos [los hijos de los hombres], sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin" (Eclesiastés 3:11).
À lo largo del libro del Eclesiastés, Salomón repite esta como una de sus mayores frustraciones: "He visto todas las obras de Dios, que el hombre no puede alcanzar la obra que debajo del Sol se hace; por mucho que trabaje el hombre buscándola, no la hallará; aunque diga el sabio que la conoce, no por eso podrá alcanzarla" (Eclesiastés 8:17).
Y hacia el final del libro lo repite por tercera vez: "Como tú no sabes cuál es el camino del viento, o cómo crecen los huesos en el vientre de la mujer encinta, así ignoras la obra de Dios, el cual hace todas las cosas" (Eclesiastés 11:5).
Esta es la razón por la cual Jesucristo exclamó, como 900 años después de Salomón: "Te alabo, oh Padre, Señor del Cielo y de la Tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó… Y volviéndose a los discípulos, les dijo aparte: Bienaventurados [felices] los ojos que ven lo que vosotros veis; porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron" (Lucas 10:21, 23-24).
Usted puede descargar gratuitamente de nuestro sitio en la red www.mundomanana.org el folleto titulado: El misterio del destino humano, o solicitarnos por el mismo medio o directamente al correo [email protected] un ejemplar impreso. Se lo enviaremos sin ningún costo ni compromiso de su parte. Así podrá enterarse más a fondo de este conocimiento que traerá paz y felicidad a su vida, para alcanzar el destino glorioso que Dios tiene reservado para los que le obedecen.
El rey Salomón tuvo mil mujeres (1 Reyes 11:3), pero en el placer no halló la felicidad, pues dijo al placer: "¿De qué sirve esto?" (Eclesiastés 2:2). Y entre las mil mujeres ninguna halló que llenara todas sus expectativas, puesto que dijo: "Lo que aún busca mi alma, y no lo encuentra: un hombre entre mil he hallado, pero mujer entre todas estas nunca hallé" (Eclesiastés 7:28).
El rey Salomón fue también probablemente el hombre más rico que ha existido. Su ingreso anual en oro era de 666 talentos [aproximadamente $1.132 millones de dólares] (1 Reyes 10:14). "Así excedía el rey Salomón a todos los reyes de la Tierra en riquezas y en sabiduría" (v. 23). "E hizo el Rey que en Jerusalén la plata llegara a ser como piedras" (v. 27).
Pero también entendió Salomón que en acumular riquezas no está la felicidad: "El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto. También esto es vanidad" (Eclesiastés 5:10).
Teniendo todo lo que un hombre puede soñar: en poder, en riquezas, en inteligencia, en mujeres, en propiedades. ¿En que halló felicidad el rey Salomón? ¡En su trabajo! "No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón gozó de todo mi trabajo; y esta fue mi parte de toda mi faena" (Eclesiastés 2:10). "Así, pues, he visto queno hay cosa mejor para el hombre que alegrarse en su trabajo, porque esta es su parte" (Eclesiastés 3:22).
"He aquí, pues, el bien que yo he visto: que lo bueno es comer y beber, y gozar uno del bien de todo su trabajo con que se fatiga debajo del Sol, todos los días de su vida que Dios le ha dado; porque esta es su parte" (Eclesiastés 5:18).
También reconoció Salomón que hay más felicidad en amar a una sola mujer que tener mil, porque "nunca se sacia el ojo de ver" (Eclesiastés 1:8). "Goza de la vida con la mujer que amas, todos los días de la vida de tu vanidad que te son dados debajo del Sol, todos los días de tu vanidad; porque esta es tu parte en la vida, y en tu trabajo con que te afanas debajo del Sol" (Eclesiastés 9:9).
Dicho en términos sencillos, una de las claves de la felicidad es trabajar en lo que a uno le gusta. Dormir y trabajar es lo que más hacemos en la vida. Si en el sueño estamos inconscientes, más vale que disfrutemos delo que hacemos cuando estamos despiertos.
La dosis de satisfacción aumenta cuando utilizamos en el trabajo nuestros talentos y habilidades que hemos desarrollado. Porque así aumenta la productividad y esta aumenta el gozo de la labor cumplida.
La prestigiosa revista francesa Le Nouvel Observateur, realizó una encuesta nacional para determinar el nivel de satisfacción en el trabajo. Los resultados fueron inesperados, pues el 73% de los franceses son felices en la vida profesional. Veamos algunos de los comentarios publicados el 24 de octubre del 2013:
"En Francia un empleo no es simplemente para ganarse la vida. Es una identidad social y, aun más, un elemento esencial en la realización de sí mismo". En otras palabras, un elemento esencial en el desarrollo del potencial de la persona.
"Entre los encuestados que sienten pasión por su trabajo, el 87% se sienten felices. Entre los que no sienten pasión por su trabajo solo el 47% son felices".
"Si hay un punto en que convergen todos los estudios y encuestas sobre la felicidad en el trabajo, es la importancia crucial de la libertad, la autonomía y la posibilidad de hacer el trabajo como uno lo entiende. Prueba de ello es el nivel de satisfacción de los profesionales independientes: Agricultores, comerciantes, artesanos y en cierta medida los docentes, los médicos… el 82% de los encuestados que trabajan solos se declararon felices en el trabajo, o sea, 10 puntos por encima del promedio".
"Ser feliz en el trabajo es ser libre, pero es también tener buenas relaciones con los demás".
"Lo que retiene a los asalariados más eficaces en una empresa, es la calidad de su relación con el jefe inmediato".
"El 94% de los encuestados que se sienten apreciados por sus superiores dicen que se sienten felices".
La siguiente es la declaración de un agricultor: "Después de graduarme de ingeniero ejercí por cierto tiempo en un gran grupo agroalimentario. Pero aquello fue el horror… decidí reiniciar la labor agrícola de mis padres y puedo decirles y puedo decirles que no la dejaría por nada en el mundo… tengo espacio y aire puro. Y siento la alegría de ver crecer lo que he sembrado, de presenciar ese pequeño milagro que de un grano sembrado nacen doscientos".
Estas son las palabras de una enfermera acerca de su oficio: "Con frecuencia digo que nosotras las enfermeras somos al mismo tiempo la mano que cuida y el corazón que acompaña… À veces estamos más cerca de un paciente que su familia. À veces he dejado de comer para quedarme con una persona que necesitaba a alguien que la escuchara… Si tuviera el poder cambiaría muchas cosas en el oficio de enfermera. Pero por nada del mundo ejercería otro oficio".
Según los resultados de la encuesta, las profesiones que implican abnegación por los demás son las que generan el mayor grado de satisfacción en quienes las ejercen. El sentimiento de estar sirviendo a los demás, a la sociedad, hace que los profesores de secundaria en Francia sean los terceros en sentirse más satisfechos con su trabajo.
"Mayor felicidad hay en dar que en recibir" (Hechos 20:35, Biblia de Jerusalén). El que trabaja haciendo producir sus talentos para tener que compartir con el que tiene necesidad, sin buscar reconocimiento ni del que recibe ni de los demás, ni siquiera de sí mismo, manteniéndose humilde; se convierte en una fuente de bendición, cuyo fluir silencioso, lo llena de felicidad, de paz y de profunda satisfacción.
"El alma generosa será prosperada; y el que saciare, él también será saciado" (Proverbios 11:25). La generosidad es también una de las mejores formas de invertir para el futuro: "Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebozando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida que medís, os volverán a medir" (Lucas 6:38).
Ayudar al pobre es como prestarle dinero a Dios, quien paga con los mejores dividendos y en el momento más oportuno: "Al Eterno presta el que da al pobre, y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar" (Proverbios 19:17).
El que busca la felicidad acumulando riquezas a costa de los demás, o sin tener en cuenta a los demás; queriendo acumular fortuna, acumula desventura: "El que da al pobre no tendrá pobreza; mas el que aparta los ojos tendrá muchas maldiciones" (Proverbios 28:27). "El que cierra su oído al clamor del pobre, también él clamará, y no será oído" (Proverbios 21:13). "Se apresura a ser rico el avaro, y no sabe que le ha de venir pobreza" (Proverbios 28:22). "Hay quien todo el día codicia; pero el justo da, y no detiene su mano" (Proverbios 21:26).
Los proverbios bíblicos son profecías que tienen un cumplimiento certero y continuo a lo largo de la vida de todo ser humano. La generosidad practicada en secreto genera felicidad.
"Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los Cielos. Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público" (Mateo 6:1-4).
"El que tiene misericordia de los pobres es feliz" (Proverbios 14:21, Biblia de Jerusalén).