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Las personas engañadas no saben que están engañadas.¿Será realmente posible que miles de millones de seres humanos estén engañadosen cuanto al verdadero Jesucristo?¡Usted necesita saber y protegerse contra el error!
¡Millones de personas que se declaran cristianas no se dan cuenta de que creen y practican ideas y tradiciones que contradicen lo que Jesucristo enseñó y practicó!
La mayoría de quienes están leyendo esta revista tienen el deseo sincero de adorar al Dios de la creación. Desean honrar a Jesucristo y servirle tal como Él lo ordena. Sin embargo, es posible que se hayan dejado confundir por personas que no les enseñaron la manera correcta de buscar y servir a Dios.
La Biblia, si usted deja que se interprete a sí misma, aclara lo anterior. ¿Está usted personalmente dispuesto a permitir que la Biblia le hable del estado de este mundo, incluso del estado religioso de muchos que dicen seguir a Jesucristo? Dios inspiró al apóstol Pablo para que nos advirtiera contra Satanás, el diablo y "serpiente" antigua que engañó a Eva y a la humanidad; desviándolos de Dios desde el principio: "Temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo. Porque si viene alguno predicando a otro Jesús que el que os hemos predicado, o si recibís otro espíritu que el que habéis recibido, u otro evangelio que el que habéis aceptado, bien lo toleráis" (2 Corintios 11:3-4).
En la actualidad hay muchas versiones del supuesto "cristianismo", que van desde el extremo del pensamiento o "nueva era", pasando por el catolicismo, hasta grupos "carismáticos" hiperemotivos. Aunque todas citen el término "Jesús" dentro de su culto, a menudo tienen conceptos muy diferentes de lo que Jesús representó y enseñó. En cierto sentido, cada grupo está adorando a "otro" Jesucristo. Cada uno está predicando "otro evangelio". Cada uno suele seguir tradiciones e ideas de hombres en vez de las instrucciones claras del Dios Todopoderoso en su Palabra inspirada.
Jesús se refirió a esta situación cuando reprochó a los fariseos por su énfasis en las tradiciones humanas y no en la ley de Dios. Describiendo cómo su tradición los llevaba a deshonrar a padre y madre como Dios había mandado, dijo: "Así habéis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradición. Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres" (Mateo 15:6-9).
Es de suponer que la mayoría de esos fariseos eran sinceros. Creían que estaban adorando al Dios del Antiguo Testamento… ¡quien estaba allí frente a ellos como Jesucristo, la "Palabra" venida en carne humana! Pero lo adoraban "en vano" por seguir las tradiciones y "mandamientos de hombres". ¡El propio Jesucristo dijo que es posible adorarlo en vano!
Algunos protestarán: "¿Acaso todos los cristianos ‘sinceros’ no van a tener la misma oportunidad de vida eterna?" ¿Qué dijo Cristo en la Biblia?: "No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los Cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad" (Mateo 7:21-23).
Notemos que algunos llamarán a Jesús su "Señor" pero no tendrán entrada en el Reino de Dios porque, quizás engañados, practican "maldad". Muchos se han concentrado solamente en la persona de Jesucristo y no en entender lo que realmente enseñó, ni en obedecer las leyes de Dios tal como las ordenó para todos los cristianos.
Créanme, amigos, ¡esto lo entiendo! Yo me formé en una iglesia protestante "popular" y fui presidente de mi escuela dominical. Iba a los servicios religiosos los domingos, guardaba la navidad y el domingo de resurrección y disfrutaba de los aspectos familiares que se asocian con muchas de estas prácticas.
Años después comprendí que la Biblia habla en serio cuando se refería al "diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero" (Apocalipsis 12:9). Encontré que el apóstol Pablo les advirtió a los corintios: "Si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios" (2 Corintios 4:3-4).
Reflexionando profundamente, y tras horas de estudio y oración, llegué a comprender conforme a cientos de pasajes claros en la Biblia, ¡que yo había estado engañado!
¿Acaso los pasajes bíblicos que hablan de que "el mundo entero" está engañado se refieren a "todo el mundo excepto usted"? ¿Es posible creer que Satanás ha confundido astutamente a millones, excluyendo a usted y su familia de este engaño masivo?
¡Le ruego que lo piense!
Decenas de eruditos reconocen que el "cristianismo" popular de hoy se ha alejado totalmente de las enseñanzas fundamentales de Jesucristo y los primeros apóstoles, estableciendo un modo de vida enteramente diferente, al cual siguen llamando "cristianismo". Eruditos renombrados e historiadores cristianos destacados reconocen los cambios profundos que se produjeron. Veamos, por ejemplo, esta notable cita de Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano, reconocida entre las más importantes historias de esa época. Edward Gibbon menciona el hecho de que los primeros quince obispos de Jerusalén eran judíos y agrega: "La congregación sobre la cual presidían reunía la ley de Moisés con la doctrina de Cristo". ¡Es una aseveración extraordinaria! Indica claramente que transcurrieron muchas generaciones en que los apóstoles y demás líderes cristianos eran guiados por el Cristo viviente (Mateo 28:20), a continuar guardando la ley de Dios y aplicándola en su modo de vivir.
Gibbon prosigue: "Era natural que la tradición primitiva de una iglesia que se fundó escasos cuarenta días después de la muerte de Cristo y que fue gobernada casi igual número de años bajo la supervisión directa de su apóstol, fuera recibida como la norma de la ortodoxia. Las iglesias distantes apelaban con frecuencia a la autoridad de su venerable Madre y aliviaban sus penas mediante un aporte liberal de limosnas". De nuevo, Gibbon muestra que la Iglesia de Dios en Jerusalén era la "madre" y que la respetaban como la "norma" en materia de ortodoxia durante varias generaciones.
¡Los primeros cristianos no miraban hacia Roma, sino hacia Jerusalén, en busca de liderazgo!
Si somos sinceros, debemos preguntarnos quién recibió autoridad para alterar las enseñanzas de Cristo y de los primeros apóstoles, que eran guiados por el Espíritu de Dios para enseñar este camino de vida a los verdaderos cristianos.
Gibbon observa: "Los conversos judíos, o, como se llamaron después, los nazareos, que habían sentado los cimientos de la iglesia, pronto se hallaron inundados de multitudes que, provenientes de las diversas religiones del politeísmo, se inscribieron bajo el pabellón de Cristo". Gibbon explica que a medida que los gentiles politeístas se apoderaban del "nombre" de cristianismo, se fueron haciendo modificaciones hasta quitar gran parte del fundamento establecido por Cristo y los apóstoles.
En un manual bien conocido y respetado sobre historia eclesiástica, Jesse Lyman Hurlbut nos dice: "Después de la muerte de San Pablo, y durante cincuenta años, sobre la Iglesia pende una cortina a través de la cual en vano nos esforzamos por mirar. Cuando al final se levanta alrededor del año 120 DC, con los registros de los padres primitivos de la Iglesia, encontramos una iglesia muy diferente en muchos aspectos a la de los días de San Pedro y San Pablo" (Historia de la Iglesia Cristiana).
Guiada por los primeros "padres católicos" en la Edad Media, la iglesia que se llamaba cristiana se convirtió en algo muy diferente por cuanto abandonó del todo las enseñanzas fundamentales de Jesucristo y los apóstoles. Abandonó el claro énfasis en obedecer los diez mandamientos como modo de vida. Luego vinieron los reformistas protestantes y, quizá sin darse cuenta, continuaron por el mismo camino de abandonar la autoridad del decálogo en la vida cristiana. La historia muestra que surgió mucho antisemitismo y que las leyes dadas por la mano de Dios llegaron a considerarse como "judías" e "innecesarias" para el cristiano.
Con esta perspectiva, leamos atentamente uno de los pasajes fundamentales de la Biblia, en el llamado "Sermón del Monte." Jesús dijo: "No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el Cielo y la Tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el Reino de los Cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, este será llamado grande en el Reino de los Cielos" (Mateo 5:17-19). Para ser considerado grande a los ojos de Dios, ¡Jesucristo dice que es necesario obedecer hasta el más "pequeño" de los mandamientos!
Es claro que Jesús se refería aquí a los diez mandamientos, porque el resto del pasaje trata precisamente de esta gran ley espiritual de Dios. Jesús se refiere al asesinato, prohibido por el sexto mandamiento. Habla del enojo, que a veces es el primer paso hacia el asesinato. Y en los versículos 27 y 28 se refiere directamente al séptimo mandamiento: "No cometerás adulterio". En los versículos 28 a 32, indica que los cristianos deben abstenerse de quebrantar el espíritu de la ley codiciando a otra persona.
Cuando dejamos que "la Biblia se interprete a sí misma", resulta claro que Jesucristo imprimió a los diez mandamientos aún más obligatoriedad de la que tuvieron antes. El cristiano debe entregar su vida enteramente a Cristo para que Él viva dentro de nosotros por el poder del Espíritu Santo (Gálatas 2:20). Cuando alguien le preguntó: "¿Qué bien haré para tener la vida eterna?" Jesús respondió: "Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos" (Mateo 19:16-17) y procedió a citar algunos de los diez.
Pese a los argumentos teológicos y los razonamientos enredados de muchos comentaristas de la Biblia, Jesús no se estaba refiriendo a las leyes "ceremoniales" ni a los "ritos" de Moisés. Lo que dijo fue que sus seguidores debían obedecer la gran ley espiritual de Dios, que es el decálogo. Esta fue la ley, la única, que Dios pronunció de su propia boca desde la cumbre del monte Sinaí: "Estas palabras habló el Eterno a toda vuestra congregación en el monte, de en medio del fuego, de la nube y de la oscuridad, a gran voz; y no añadió más. Y las escribió en dos tablas de piedra, las cuales me dio a mí" (Deuteronomio 5:22).
Dios mandó que esas tablas se colocaran dentro del arca del pacto, que es la representación de su trono glorioso en el Cielo, el "lugar santísimo". ¡Dentro de este contexto sagrado no se colocaba ninguna otra ley ni instrucción! Los diez mandamientos son más que unas leyes "morales", como enseñan algunos eruditos equivocadamente. ¡Constituyen la gran ley espiritual del Creador del Cielo y la Tierra, escrita "por su mano"!
Siendo así, ¿por qué tantos ministros y autores llamados cristianos insisten en que estas leyes ya no son "obligatorias" o necesarias? Leyendo los comentarios y tratados teológicos usuales, descubrimos que la mayoría de los autores que se declaran cristianos pretenden equiparar los diez mandamientos con las leyes ceremoniales de la antigua Israel, o quizás incluso con las leyes civiles de aquella nación.
¡Son "eruditos" ciegos! El decálogo fue una ley espiritual totalmente separada, dada por la propia mano de Dios. Las demás leyes de Israel se conocían en general como estatutos, juicios u ordenanzas. Estas leyes adicionales, dadas a la nación física de Israel, jamás se colocaron dentro del arca. Jamás se situaron a la par con los diez mandamientos. Es claro que esos estatutos, juicios y ordenanzas no eran los mandamientos a los cuales se refería Jesús cuando le dijo a su interlocutor: "Si quieren entrar en la vida, guarda los mandamientos".
Ahora, muchos se preguntarán: "¿Acaso todas las iglesias no enseñan que debemos obedecer los diez mandamientos?" ¡Esta es otra falacia!
La verdad es que la arrolladora mayoría de las iglesias y ministros de la cristiandad enseñan que los diez mandamientos no son una norma de conducta obligatoria para los cristianos, si bien pueden ser una buena "guía moral". Si usted lo duda, pregúntele a su ministro. Las pocas iglesias que realmente dicen enseñar y cumplir el decálogo, difícilmente logran explicar cómo pueden hacerlo si al mismo tiempo desvirtúan los mandamientos primero, segundo, séptimo y décimo y anulan completamente el cuarto.
En cambio, si pudiéramos observar el culto y la práctica del propio Jesús y de la Iglesia cristiana original, veríamos un grupo de personas dedicadas que realmente se esforzaban por guardar el mandato de Jesús: "No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios" (Lucas 4:4). En vez de guardar el domingo, día dedicado al dios Sol, Jesús y sus seguidores estarían guardando el día de reposo, o sábado, dado por Dios a toda la humanidad; este día que señala hacia Dios como el Creador, situándolo aparte de los demás "dioses" imaginados por los hombres a lo largo de los siglos. Jesús y sus seguidores guardaban los días santos que representan el gran plan de Dios. Estos días los observaban no solamente Cristo sino también todos los apóstoles. Hallamos referencias a ello cuando vemos a Jesús guardando la Fiesta de los Tabernáculos (Juan 7:1–14) y la Pascua (Marcos 14:14). Recordemos que el Espíritu Santo se concedió a los primeros cristianos precisamente en un día santo de Dios, el día de Pentecostés (Hechos 2), que la Iglesia Cristiana y el apóstol Pablo guardaban fielmente (Hechos 20:16; 1 Corintios 16:8).
La Palabra inspirada de Dios revela que Jesús es la "luz" del mundo: "En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres" (Juan 1:4). La Biblia nos exhorta una y otra vez a seguir el ejemplo de Cristo (1 Pedro 2:21). Hacia el final de la era del Nuevo Testamento, un discípulo de Cristo, el amado apóstol Juan, escribió que "el que guarda su palabra, en este verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en Él. El que dice que permanece en Él, debe andar como Él anduvo" (1 Juan 2:5-6).
El pasaje anterior nos dice que un seguidor de Cristo "debe andar como Él anduvo". ¿Cuál fue el ejemplo que Cristo nos dejó? ¿Qué había en el modo de vivir enseñado por Él que debe captar nuestra atención muy especialmente?
Es claro que Jesús guardó la totalidad de los mandamientos, incluida la observancia del sábado. Jesucristo y todos los apóstoles guardaban siempre el sábado ¡y jamás enseñaron que se había revocado! El profesor de historia eclesiástica George Price Fisher, de la Universidad de Yale, escribió: "Al principio los judíos cristianos iban a las sinagogas y continuaban guardando las fiestas indicadas en la ley, y solo gradualmente las fueron relacionando con ideas y hechos cristianos. Como su día de reposo semanal, guardaban el sábado".
Jesús dijo: "El sábado fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del sábado. Por tanto, El Hijo del hombre es Señor aun del sábado" (Marcos 2:27-28, RV 1995). ¡La Biblia revela claramente que el día sábado se santificó mucho antes de que hubiera un judío para guardarlo! El Creador santificó el sábado como día de descanso y culto para toda la humanidad. Lo creó enseguida de la creación del hombre: "Fueron, pues, acabados los Cielos y la Tierra, y todo el ejército de ellos. Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación" (Génesis 2:1-3).
Notemos que Dios no bendijo y santificó un día cualquiera, sino "el día séptimo". Las iglesias "populares" de hoy así lo reconocen, aunque "guardan" el domingo. El destacado prelado católico, cardenal James Gibbon, escribió: "Podemos leer la Biblia de Génesis a Apocalipsis sin hallar un solo renglón que autorice la santificación del domingo. Las Escrituras imponen la observancia religiosa del sábado, día que nosotros nunca santificamos".
Muchos cristianos sinceros olvidan que Dios hizo de la observancia del sábado una "señal" de identificación especial entre Él y su pueblo. Toda iglesia o nación que, a sabiendas o no, rechace esta "señal" de identidad perderá su conocimiento de quién es el Dios verdadero y perderá de vista la autoridad, el poder y la realidad del Dios Eterno que creó y sostiene los Cielos y la Tierra.
À nuestros antepasados espirituales, los hijos de Israel, Dios les dijo: "En verdad vosotros guardaréis mis sábados, porque es una señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy el Eterno que os santifico" (Éxodo 31:13, RV 1995). Cuando los gentiles politeístas en todo el mundo guardaban el venerable "día del Sol", el domingo, Dios le dijo a su pueblo que guardara el séptimo día en recuerdo de la creación. Este se convirtió en una "señal" entre Dios y su pueblo. Identifica al verdadero Dios como el Creador. Identifica a quienes guardan esta "señal" como su pueblo: un pueblo separado del mundo.
La Palabra de Dios nos dice que también los gentiles recibirían bendición si guardaban el sábado santo de Él. "A los hijos de los extranjeros que sigan al Eterno para servirle, que amen el nombre del Eterno para ser sus siervos; a todos los que guarden el sábado para no profanarlo, y abracen mi pacto, yo los llevaré a mi santo monte y los recrearé en mi casa de oración; sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptos sobre mi altar, porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos" (Isaías 56:6-7, RV 1995). Isaías nos dice que durante el futuro reinado de mil años bajo Cristo, todos en la Tierra guardarán el sábado de Dios: "De mes en mes, y de sábado en sábado, vendrán todos a adorar delante de mí, dice el Eterno" (Isaías 66:23, RV 1995).
Lamentablemente, en nuestra sociedad paganizada se suele considerar que guardar el sábado es difícil. Se ha convertido en una prueba de la voluntad que tiene un individuo de entregarse realmente a vivir por cada palabra de Dios. Es así como en nuestra sociedad actual, solamente algunos millones de judíos y cristianos al menos intentan guardar el sábado. Pero Jesús, la "luz del mundo" nos dio el ejemplo al guardar Él mismo el sábado, como lo hicieron todos sus apóstoles y seguidores durante muchos decenios después de su muerte. ¿Quién ha recibido autoridad para alterar este mandato divino?
Es claro que los primeros cristianos basaban su vida en la gran ley espiritual de Dios, los diez mandamientos. Procuraban vivir por "toda palabra de Dios". No se limitaban a hablar en términos sentimentales de la persona de Jesucristo, sino que veneraban su mensaje. Cuando decían: "el Señor Jesucristo", reconocían que la palabra "Señor" significa "amo", ¡Aquel a quien se debe obediencia! Jesús les recordó esta vital relación en muchos pasajes, entre ellos Lucas 6:46: "¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?"
Ampliando la ley de Dios en su sermón en el monte de los Olivos, Jesús dijo: "Yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio" (Mateo 5:32). Sin embargo, millones entre quienes se declaran cristianos, ¡se divorcian por casi cualquier motivo! Millones de personas van a la iglesia con regularidad, a la vez que mienten, estafan, cometen adulterio y se integran a la sociedad moderna en su hedonismo, violencia y concupiscencias; así como en su aceptación de casi todas las formas conocidas de conducta humana pervertida.
¡El verdadero cristianismo de Cristo es un camino de vida! Consiste en la entrega total a Dios, en la aceptación de Jesucristo como Salvador y Maestro y la entrega total a Él para que viva su vida dentro de nosotros por el poder del Espíritu Santo. La Palabra de Dios dice: "Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos" (Hebreos13:8). Por tanto, mediante su presencia en nosotros, Jesucristo nos guiará a llevar el mismo tipo de vida obediente que llevó en la carne humana hace 2.000 años.
El apóstol Pablo escribió: Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Gálatas 2:20). El verdadero Cristo de la Biblia vivirá dentro de nosotros si realmente nos entregamos a Él y lo aceptamos como Salvador y como Señor. Entonces no provendrá de nosotros el poder para guardar los mandamientos de Dios, ¡sino del Jesucristo viviente dentro de nosotros! Como dijo Pablo: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses 4:13).
Jesucristo regresará a la Tierra como Rey, probablemente dentro de esta generación (Apocalipsis 11:15). Así describe a sus santos: "Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús" (Apocalipsis 14:12).
Estos "vencedores", los que han sido realmente obedientes a las leyes de Dios en nuestro mundo engañado, se unirán a Cristo para gobernar las naciones en la Tierra (Apocalipsis 5:10). "Vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte del Eterno, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del Eterno. Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra" (Isaías 2:3-4).
Finalmente, el velo de ceguera espiritual se levantará de los ojos de pueblos y naciones: "Destruirá en este monte la cubierta con que están cubiertos todos los pueblos, y el velo que envuelve a todas las naciones. Destruirá a la muerte para siempre; y enjugará el Eterno el Señor toda lágrima de todos los rostros; y quitará la afrenta de su pueblo de toda la Tierra; porque el Eterno lo ha dicho" (Isaías 25:7-8).
Este es el cristianismo que el verdadero Jesucristo enseñará y pondrá en práctica en la Tierra cuando regrese como Rey de reyes. ¿Empezará usted ahora a buscar y a obedecer a este Jesucristo de la Biblia? ¡Que Dios le conceda la comprensión y el valor para hacerlo!