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Apreciados suscriptores de El Mundo de Mañana:
¡Desde Charlotte, Carolina del Norte, reciban un cordial saludo!
¡Cuán rápidamente puede cambiar el mundo! ¿Quién iba a saber que nos despertaríamos un buen día de octubre para encontrarnos con otra gran guerra? Esta vez en el volátil Oriente Medio. Pensaba redactar una carta sencilla, simplemente dirigiéndome a todos ustedes los suscriptores de El Mundo de Mañana, para hablarles de un nuevo folleto recién salido de la imprenta y que nos tiene muy entusiasmados. Pero luego, Israel fue golpeada por una tragedia. Terroristas de Hamás invadieron perpetrando actos de crueldad execrables y horribles contra mujeres, niños y ancianos.
Quiero transcribir a continuación parte de la carta que escribí en octubre a nuestros miembros y colaboradores, quienes hacen posible que ustedes reciban la revista El Mundo de Mañana y otras publicaciones sin costo alguno:
“La esperanza de paz en el Oriente Medio tomó un giro positivo a raíz de los Acuerdos de Abraham, celebrados el 15 de septiembre del 2020 entre Israel, los Emiratos Árabes Unidos y Baréin. Este primer paso hacia una normalización de las relaciones se amplió en los meses que siguieron para incluir a Marruecos y el Sudán. El entusiasmo por la paz se reforzó con declaraciones recientes del príncipe heredero Mohamed bin Salmán en Arabia Saudita, y Benjamín Netanyahu en Israel; las cuales dieron a entender que la normalización entre los dos países sería posible en un futuro muy cercano.
Pero entonces llegó el ataque brutal y barbárico contra Israel, 50 años después del ataque sorpresivo de Yom Kippur. Esta vez tuvo lugar en otro día santo bíblico y sábado celebrado por muchos judíos. Terroristas de Hamás invadieron Israel, mataron a cientos de civiles, violaron mujeres, decapitaron niños y se llevaron rehenes a Gaza para usarlos como moneda de cambio y escudos humanos. Muchos creen que el ataque fue diseñado específicamente para unir al mundo árabe contra Israel, y sabotear cualquier posibilidad de paz entre el Reino Saudí e Israel.
Mientras que el mundo desea, y hasta cierto punto cree, que podría haber paz; la profecía bíblica revela algo muy diferente. Las Escrituras prevén un tiempo al final de la era cuando Judá, el actual Estado judío llamado Israel, será una piedra de tropiezo en el escenario mundial, y los intentos por resolver el problema solo traerán pesadumbre. ‘He aquí yo pongo a Jerusalén por copa que hará temblar a todos los pueblos de alrededor contra Judá, en el sitio contra Jerusalén. Y en aquel día yo pondré a Jerusalén por piedra pesada a todos los pueblos; todos los que se la cargaren serán despedazados, bien que todas las naciones de la Tierra se juntarán contra ella’ (Zacarías 12:2-3).
Esta es la situación de Jerusalén y de Israel: Piedra pesada como se predijo hace 2.500 años. Gran parte, pero no toda la razón del conflicto es la religión. Cuando se escribió esa profecía inspirada, aún faltaba medio milenio para que apareciera el cristianismo, y el islam no surgiría sino 600 años después del cristianismo. Entre los años 35 d.C. y 1948 no hubo un Estado judío, y los judíos no controlaron la totalidad de Jerusalén hasta 1967. Pasaron más de 1.800 años sin que pudieran cumplirse esas profecías. ¡Definitivamente esas profecías sobre los judíos y Jerusalén son para nuestros días!
Los conflictos por el Estado judío persistirán hasta el final, hasta el período conocido como “el día del Eterno”, cuando Dios intervendrá con poder en los asuntos del mundo: ‘He aquí, el día del Eterno viene, y en medio de ti serán repartidos tus despojos. Porque yo reuniré a todas las naciones para combatir contra Jerusalén; y la ciudad será tomada, y serán saqueadas las casas, y violadas las mujeres; y la mitad de la ciudad irá en cautiverio, mas el resto del pueblo no será cortado de la ciudad’ (Zacarías 14:1-2). Todavía no estamos en ese tiempo. Según la profecía bíblica falta mucho por ocurrir, pero el momento tampoco puede estar muy lejos. Los prudentes continuarán observando los acontecimientos en el Oriente Medio”.
La edición de noviembre y diciembre de El Mundo de Mañana ya se había enviado a la prensa cuando invadió Hamás, así que habrá que esperar hasta un próximo número para leer acerca de la perspectiva bíblica en relación con las acciones inicuas de los terroristas. Entretanto, quiero hablarles de un importante folleto que puede ser suyo absolutamente gratis. Algunos se preguntan por qué el mundo sigue un rumbo tan desastroso, y la respuesta no es difícil de hallar.
Apocalipsis 12:9 nos dice que Satanás “engaña al mundo entero”, y debo preguntar, queridos amigos: ¿Será posible que estemos siendo engañados? A mí me ocurrió. Crecí creyendo lo que me decían mis padres y amistades, como sucede a la mayoría de las personas. Antes de la adolescencia no se me ocurrió pensar que la religión que me habían inculcado pudiera estar errada. Me crie como protestante, pero tenía amigos católicos, luteranos y mormones. Cada uno creía que su forma de cristianismo era la correcta, pero nunca permitimos que la religión nos separara. Simplemente, así eran las cosas.
Pero cuando tenía unos 16 años, mis creencias fueron puestas en tela de juicio, y llegué a comprobar que la Biblia no decía lo que yo pensaba que decía. Por ejemplo, descubrí que el emperador Constantino, del Imperio Romano, fue quien cambió oficialmente el día de culto al domingo. Aprendí que Jesús no nació el 25 de diciembre, natalicio de Mitra el dios Sol. En ninguna parte de las Escrituras pude encontrar conejitos de Pascua, huevos de Pascua o, en realidad, el nombre Pascua florida. Lo que sí descubrí es que la Pascua es un día de fiesta ordenado por Dios, y que su pueblo siempre ha celebrado, pero es una celebración muy solemne diferente de la llamada Pascua florida. También hubo muchas otras sorpresas.
Y cuando pensé que ya había resuelto todas mis dudas, una pareja muy bien intencionada me lanzó un desafío. Dijeron que si yo guardaba el sábado bíblico, el día de la creación en el cual Dios descansó, el día mencionado en los diez mandamientos, y el único día del que Jesús dijo ser el Señor (Mateo 12:8; Marcos 2:28; Lucas 6:5), entonces estaría tratando de salvarme por mis obras. Esto me llevó a efectuar un estudio para despejar la crítica pregunta: “¿Es por la ley o por la gracia?” Confieso que era confuso para mí, porque aquella pareja dijo que la ley, que incluye los diez mandamientos, ya no tenía vigencia. Esta es una creencia muy difundida, algo que para los que no están enterados quizá sea difícil de creer, dada la lucha de los cristianos por preservar monumentos que presentan ese supremo código. Tal vez personas que leen esta carta también hayan sido influidas con esa idea errada de que los diez mandamientos, así como otros estatutos y leyes, están destinadas únicamente a los judíos y no a los gentiles.
Reflexionemos en los diez mandamientos: ¿Significa eso que los gentiles pueden tener otros dioses delante del Dios verdadero, valerse de estatuas para el culto, tomar el nombre de Dios en vano y abstenerse de honrar a sus padres? ¿Puede un cristiano asesinar, cometer adulterio, robar, mentir y codiciar? ¿Acaso tiene sentido? De los diez mandamientos he dejado por fuera uno: “Acuérdate del sábado para santificarlo”. Quienes están en contra de la ley tienen su explicación: Abolir los diez mandamientos y resucitar nueve en aras de la ley de Cristo, lo que equivale a decir: “No está mal, Dios: ¡de diez acertaste en nueve!” ¿Cómo entender esto?
Si guardar el sábado o séptimo día de la semana es querer salvarse por obras, ¿por qué guardar el domingo no es querer salvarse por obras? Si guardar los días santos tal como se plantean en la Biblia es rechazar la gracia, ¿por qué no lo es guardar fiestas religiosas de origen pagano?
Procuro hacerme entender. Aquí, en El Mundo de Mañana, acogemos plenamente la verdad de que lo que nos justifica es únicamente la gracia, la fe en el sacrificio de Jesucristo. Sin embargo, quedan algunas preguntas esenciales. Quizá nuestros lectores se habrán preguntado sobre la relación entre la ley y la gracia. Por eso les estoy ofreciendo nuestro folleto más reciente: ¿La ley o la gracia? El aspecto de ley o gracia ha sido como la hierba mala que aparece y reaparece en la teología cristiana desde mucho antes de Martín Lutero. ¿Vino Jesús a abrogar la ley de su Padre? ¿O será que sus enseñanzas, y las palabras inspiradas de sus apóstoles, actúan en conjunto para revelar un panorama más amplio? ¡La respuesta es de importancia eterna! Algunos capítulos del folleto son: Jesús y la ley, Pablo a los romanos, Pablo a los gálatas, Pablo a los colosenses, Tiempos y estaciones.
Jesús advirtió que vendrían personas en su nombre engañando a muchos. Su medio hermano Judas advirtió: “Algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo” (Judas 1:4). Por su parte, el apóstol Pedro explicó que algunas epístolas de Pablo son “difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición. Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza” (2 Pedro 3:16-17).
Nuestro mundo ha rechazado a Dios y su ley, y por eso se encamina al peor tiempo de angustia que se haya conocido. Pedro dijo que ciertas epístolas de Pablo son difíciles de entender, pero ahora sí se pueden entender. El tema es demasiado importante, para que aceptemos ciegamente las tradiciones de nuestros mayores, y pasajes escogidos al gusto y fuera de contexto. Biblia en mano debemos comprobar las cosas personalmente. ¿La ley o la gracia? Analiza algunos de los pasajes de Pablo que son “difíciles de entender”, arrojando sobre ellos la luz de Jesucristo resucitado. Este folleto se enviará gratuitamente a toda persona que lo solicite, como todas nuestras publicaciones. Solamente envíenos un correo a: [email protected], o bien puede descargarlo desde nuestro sitio en la red: www.elmundodemanana.org. Solicítelo ya, ¡antes que se le olvide!