Un pensamiento cruzó por mi mente: “Seguro que es bueno tener la protección de Dios”. ¡Y luego sucedió! Hasta ese momento, solo había sido otro día largo y caluroso durante mis vacaciones de verano de la universidad; en el cual pasé trabajando duro en los campos petroleros cerca de Zwolle, Luisiana. De momento, todo parecía normal; al siguiente instante estaba luchando por respirar.