Limpiar una bandeja de entrada descuidada, donde se han acumulado correos personales y no urgentes, puede ser una tarea abrumadora, quizás similar a decidir qué hacer con montañas de correo impreso. Siempre existe la tentación de guardar ciertas cosas un poco más de tiempo con la justificación de "quizás lo necesite más tarde". Y no mencionemos la cantidad de papeleo que debemos guardar, tanto electrónico como impreso. Así que, con valentía y un poco de alegría, una noche me enfrenté a mi bandeja de entrada, dándome cuenta de que no podía esperar más.