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Una de las tragedias de la vida estadounidense moderna es que a cada evento se analiza desde un punto de vista político. La pandemia de la COVID-19 no es diferente, ya que la mayoría de los políticos y medios de comunicación parecen estar más preocupados por sumar puntos políticos que unirse por el bien común. Si bien pueden surgir desacuerdos honestos sobre cómo ayudar al pueblo en estos tiempos, parece que los políticos de todas las tendencias están más preocupados por utilizar la crisis para influir en la opinión pública y las elecciones.
Este enfoque político que se desarrolla en las noticias y en las redes sociales lleva a varios escenarios bajo el supuesto de: "qué pasaría si…". ¿Cuántas personas morirán si seguimos en cuarentena? ¿Cuántos morirán si no lo hacemos? ¿Cómo será el desempleo si evitamos que la gente salga? ¿Causará el coronavirus una recesión incluso si las empresas vuelven a abrir? Un número asombroso de factores ha dificultado predecir cuál es el mejor camino, pero el objetivo final debería ser obvio: salvar tantas vidas como sea posible y minimizar los impactos económicos negativos. Para complicar aún más la situación está el hecho obvio de que no tenemos otra "oportunidad". Podemos especular interminablemente sobre todos los escenarios de "qué pasaría si…", pero nadie sabe realmente qué hacer.
Gracias a Dios, que los cristianos que aceptan la Biblia como la palabra inspirada de Dios no tienen que depender de los pronósticos políticos para discernir los tiempos. Si realmente sabemos que Dios está guiando los sucesos que apuntan al final de esta era, hay algunas escrituras que pueden ayudarnos a ignorar los comentarios políticos y a comprender lo que realmente está sucediendo.
En primer lugar, Jesucristo predijo en Mateo 24:7 que las pestes estarían presentes al final de esta era y son solo “principio de dolores” (Mateo 24:8). No se debe etiquetar la COVID-19 como un cumplimiento específico de esta escritura. Sin embargo, el punto es que los cristianos deberían reconocer las pestes del final de la era y tomar tales eventos como llamadas de atención antes de que se cumplan las profecías mucho más desastrosas (leer el resto del pasaje en Mateo 24).
Lucas 17:26-30 nos recuerda que la economía probablemente sobrevivirá a esta crisis actual. Podría haber otra recesión, pero no nos afectará hasta el punto que la gente deje de comprar, vender, plantar y construir. Es casi seguro que la COVID-19 afectará la economía a corto plazo, pero hasta que sea el tiempo en que Dios intervenga repentinamente y de manera devastadora, Lucas 17 debería recordarnos que la economía aún alentará a las personas a vivir como si nada hubiese ocurrido.
De alguna manera, esto se debe a que la mayoría de las personas no relacionan las pestes (u otros desastres nacionales) con pecados individuales. ¡Hemos visto que además de la COVID-19 del 2020, Australia ha sido devastada por incendios y que muchas naciones africanas han estado sufriendo con la plaga de langostas! Levítico 26 muestra que Dios castigará a las naciones que desobedezcan sus leyes y ¡estos castigos incluyen pestilencias! Trágicamente, la mayoría de los estadounidenses se niegan a relacionar su comportamiento personal con las llamadas de atención que Dios nos está dando en este momento. Apocalipsis 9:20-21 también muestra que la mayoría de la humanidad no se arrepentirá incluso en medio de los futuros acontecimientos de cumplimiento profético.
Estas pocas escrituras nos recuerdan que tenemos que estar despiertos, ya que vivimos en una época de pecado desenfrenado que traerá consecuencias a nuestra nación. Gracias a Dios, que una de estas consecuencias es el eventual regreso de Jesucristo. Sin embargo, antes de ese acontecimiento, la Biblia pronostica tiempos de gran sufrimiento. Este virus en particular debería, como mínimo, recordarnos a todos, la facilidad con la que Dios puede derribar a cualquier nación.
Finalmente, en lugar de estar consumidos por la política, los cristianos sinceros deben examinar su vida espiritual. La Biblia no habla bien sobre el estado espiritual de la mayoría de los cristianos al final de la era. Cristo se preguntó si "hallaría fe en la tierra" cuando El regresara (Lucas 18:8). En Mateo 25:1–13, las vírgenes insensatas se durmieron sin haberse preparado para la venida del esposo. Apocalipsis 3:14–22 muestra que muchas personas en la verdadera Iglesia de Dios estarán espiritualmente tibias debido a su falta de discernimiento.
A la luz de todo esto, ¿cuánto importa realmente la política? Si bien debemos orar por nuestros líderes y esperar que sean capaces de tomar las mejores decisiones que puedan, la Biblia es clara en que no importa qué gobierno o partido político esté a cargo, las pestes vendrán. Los cristianos deben invertir su tiempo en fortalecer su vida espiritual en vez de preocuparse por quién reclamará la próxima victoria política temporal.