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En abril de 1966 una portada de la revista Time, portada que se haría famosa, preguntaba: "¿Ha muerto Dios?" ¿Cuál es la respuesta? ¿Puede usted comprobar la existencia de Dios por sí mismo?
En un mundo entregado cada vez más al secularismo, conviene preguntarnos si la existencia de Dios es dudosa, o incluso si tiene alguna importancia. ¿Cómo puede saber usted que Dios existe? ¡Porque sí lo puede saber!
La revista TIME no fue la primera que se preguntó, o incluso que proclamó con fuerza, la muerte o no existencia de Dios. El filósofo Federico Nietzsche, cuyo pensamiento no era solamente ateo sino firmemente contra Dios, se atrevió a declarar más de 80 años antes en su libro La gaya ciencia: "Dios ha muerto, pero los hombres son de tal naturaleza que, tal vez durante milenios, habrá cuevas donde seguirá proyectándose su sombra. Y respecto de nosotros… ¡habremos de vencer también su sombra!".
Ahora Nietzsche ha muerto, pero su filosofía perdura hasta nuestros días en la mente de millones que no solamente no creen en Dios, ¡sino que detestan hasta la idea de que Dios existe!
Algunos ateos lanzan un reto: "Si dicen que Dios siempre ha existido, ¿por qué no podemos decir entonces que el Universo siempre ha existido, eliminando así la necesidad de un Dios?" Resulta que según las teorías científicas más recientes, ¡el Universo no ha existido siempre! En palabras del notable astrofísico Stephen Hawking: "El Universo no ha existido siempre, sino que el Universo, y el propio tiempo, tuvieron su comienzo en el big bang o ‘la gran explosión’ hace unos 15.000 millones de años". Así es: la astrofísica revela que hubo un tiempo cuando el Universo no existía, ¡y un tiempo en que el tiempo tampoco existía!
El investigador Hugh Ross lo explica de esta manera: "Todos los grandes descubrimientos cosmológicos del siglo veinte chocan con las nociones materialistas de un Universo infinito que existe al azar. Por el contrario, apoyan el hecho de un comienzo finito causado y guiado por un Diseñador divino, personal, interesado, que existe desde antes y más allá del Universo".
¿Existe entonces un Dios viviente e interesado que tuvo que ver con la creación del Universo y la vida que este contiene, y que interviene aun hoy en la vida de los seres humanos y en los sucesos mundiales? ¿Puede usted refutar a los críticos que dicen que "Dios ha muerto"? ¿Puede usted demostrar que Dios está vivo? ¡Por supuesto que sí puede!
Los científicos han intentado crear vida a partir de la materia inerte (sin vida), ¡pero han fracasado rotundamente! La ley de la biogénesis dice que la vida solamente proviene de la vida. ¿Es acaso razonable pensar que puede surgir vida de donde no hay vida, y que pueden surgir leyes generadas por el azar sin ley?
Los científicos saben que hay leyes matemáticas complejas que determinan el movimiento y la expansión del Universo. ¿Cómo se explican esas leyes y su expresión en nuestro Universo? El científico Patrick Glynn escribe en su libro: Dios, la Évidencia: que todo tuvo que ser "exactamente así desde el comienzo, en el primer segundo; todo, desde los valores de fuerzas fundamentales como el electromagnetismo y la gravedad hasta las masas relativas de las diferentes partículas subatómicas y cosas como el número de tipos de neutrinos; cosas que el Universo tiene que ‘saber’ ya en el segundo 10 al 43. La menor alteración en la naturaleza de uno solo de estos valores y relaciones básicas en la naturaleza, y que son varias veintenas, habría producido un Universo muy diferente del que habitamos, uno, por ejemplo, sin estrellas como nuestro Sol, o sin ninguna estrella".
Las leyes de la física existieron desde el comienzo mismo del Universo. Los hombres de ciencia reconocen que tuvo que ser así. Y esas leyes son muy detalladas, se diría que calibradas para que nuestro Universo pueda existir tal como existe hoy, ¡con nosotros, sus habitantes! Matemáticamente, es imposible que un Universo así cobrara existencia al azar, con las propiedades precisas que se requieren para la existencia humana.
Consideremos esta prueba fundamental de la existencia de Dios: El hecho de que haya leyes naturales en el Universo ¡exige que haya un legislador! Los científicos confían en la previsibilidad y la confiabilidad de la ley natural para sus cálculos y su búsqueda de la verdad. Cuando la ciencia examina la partícula más pequeña en el Universo en expansión, ¿qué encuentra? Encuentra leyes naturales y acciones predecibles. Y también encuentra diseño inteligente. Consideremos el ojo humano. ¿Es posible que evolucionara algo tan complejo? Ahora los científicos pueden examinar estructuras grandes y pequeñas, cercanas y distantes, desde quarks y ADN hasta quásares y galaxias enteras. ¿Y qué vemos? Vemos una demostración única de perfección y diseño.
Los científicos que niegan a Dios, empeñados en sacar explicaciones que excluyan la creación divina, se han inventado teorías imaginarias para explicar la complejidad que nos rodea. Muchas de ellas padecen grandes lagunas lógicas o exigen suposiciones de que un hecho matemáticamente improbable "simplemente ocurrió porque ocurrió".
Hasta Charles Darwin, padre de la teoría de evolución, reconoció que un órgano complejo como el ojo sería difícil de explicar en términos de su teoría. Un escritor de la revista Newsweek, Jerry Adler, describió los intentos de los evolucionistas por "mostrar cómo una serie de mejoras pequeñas podía llegar, con el tiempo, a formar el órgano completo". El bioquímico Michael Behe, en 1996 publicó su libro: La caja negra de Darwin, y en este llevó su argumento hasta el nivel celular, citando ejemplos como la respuesta del sistema inmune. Estos muestran lo que él llama ‘complejidad irreducible’, es decir, que todas sus partes son necesarias para que funcione el todo. Esto, dice, es la característica propia del diseño inteligente".
Usted quizá hizo un curso de biología en la escuela secundaria hace años y aprendió que la célula es un organismo muy sencillo. La realidad no es tan sencilla, como bien lo señala George Gilder del Discovery Institute en una entrevista publicada en octubre del 2004 por la revista Wired: "Es una máquina compleja de procesamiento de información, que comprende decenas de miles de proteínas dispuestas en algoritmos fabulosamente intrincados de comunicación y síntesis. El cuerpo humano contiene unos 60 billones de células. Cada una almacena información en códigos de ADN, la procesa y la reproduce en tres formas de ARN y millares de enzimas de apoyo; provee al sistema de energía de un modo exquisito; y lo sella dentro de membranas de fosfolípidos semipermeables. Es un proceso sujeto a la teoría matemática de la información, la cual demuestra que la trama delicadamente entretejida de la estructura y función de un ser humano no se podría engendrar en tan corto tiempo aunque se produjeran mutaciones dentro de las células al ritmo de una Pentium 4 (medida en gigaherzios) y se seleccionaran al ritmo de una búsqueda en Google. Es importante enseñar la selección natural por su papel importante en la adaptación de las especies, pero el materialismo darwiniano es una vergonzosa caricatura de la ciencia moderna".
Para algunos críticos, la anterior explicación invoca al "Dios de las lagunas", es decir, que cuando no comprendemos algo complejo se lo atribuimos a Dios. Pero esta crítica olvida que cuando los hombres de ciencia presentan una "explicación" de algo complejo, como es el ojo humano, su explicación puede recurrir a la idea de mutaciones o adaptaciones al azar que, según la teoría de la probabilidad, no ocurrirían en billones de billones de años, ¡sin tener en cuenta que nuestro Universo tiene escasamente 14 mil de millones de años!
Ante el fenómeno de la conciencia humana, el evolucionismo materialista encuentra muchos cuestionamientos en sus suposiciones. El doctor John Searle, autor del libro El misterio de la conciencia, dice lo siguiente respecto de la conciencia humana: "No sabemos cómo explicarla. Comparemos la conciencia con la física. En física vamos bastante bien, aunque tenemos algunos temas desconcertantes, como la mecánica cuántica. En cambio, no tenemos una teoría adecuada sobre cómo el cerebro causa estados de consciencia, y no tenemos una teoría adecuada sobre qué lugar ocupa la conciencia dentro del Universo".
El doctor Searle también señala que las explicaciones tradicionales de la conciencia son el dualismo y el materialismo. Dice: "Entonces, la gran alternativa actual es entre el dualismo, que dice que vivimos en dos mundos separados: uno mental y uno físico, y el materialismo, que dice: No, sino que todo es físico".
El dualismo depende en gran parte de la idea de un alma inmortal. Pero como bien lo saben los lectores de esta revista, la Biblia enseña que los seres humanos son almas y que un alma puede morir porque no es inherentemente inmortal (Ezequiel 18:20). ¿Podrá la Biblia aclarar dudas que desconciertan a científicos como Searle? ¡La respuesta es que afirmativa!
¡El dualista no es el único que se equivoca! También se equivoca el materialista, puesto que niega la existencia de la dimensión no física, la existencia del espíritu. ¿Qué revela la Biblia? El apóstol Pablo habla de la relación entre el espíritu y el ser humano, preguntando: "¿Quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él?" (1 Corintios 2:11). Pablo no se está refiriendo a un alma inmortal, sino al espíritu humano. El espíritu humano nos permite saber "las cosas del hombre". Los animales no pueden saber "las cosas del hombre". No pueden pensar como un ser humano. La diferencia cualitativa entre la mente humana y el cerebro animal es enorme. El instinto en los animales es extraordinario, pero solamente los seres humanos pueden concebir varias dimensiones físicas más allá de lo visible. Y si los científicos pueden cavilar sobre 10 u 11 dimensiones físicas invisibles, ¿será muy difícil que un observador objetivo considere la dimensión espiritual?
Los físicos emplean instrumentos enormes, como el gran colisionador de hadrones, para dilucidar las dimensiones físicas más allá de lo que podemos ver. Para dilucidar la dimensión espiritual ¿qué necesitamos? ¡Necesitamos el Espíritu de Dios! Solo entonces podremos entender real y profundamente "las cosas de Dios" (1 Corintios 2:11). ¿Cómo recibimos el Espíritu de Dios? En el día de Pentecostés, cuando comenzó la Iglesia en tiempos del Nuevo Testamento, el apóstol Pedro habló ante miles de oyentes, proclamando: "Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo" (Hechos 2:38).
La existencia de Dios es segura, y Él nos ha revelado el modo de conocer y comprenderla. ¡Podemos saber que Dios vive! El apóstol Pablo escribió que los que niegan la evidencia "no tienen excusa" (Romanos 1:20). La evolución no puede explicar, y a menudo niega, la existencia del espíritu; pese a que la más grande de las realidades no es la existencia material sino la existencia del espíritu. Leemos que: "Las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas" (2 Corintios 4:18). El apóstol Juan también proclama esta verdad: "Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren" (Juan 4:24).
Muchos que se preguntan sobre el cómo y el cuándo de la creación física del Universo dejan por fuera el aspecto más increíble de la creación de Dios. Dios no solamente creó el Universo físico, sino que está creando en los seres humanos su obra maestra espiritual: nada menos que su propio carácter santo y justo, que es el carácter que adquieren los cristianos auténticos, humildes y entregados. Dios ha creado no solamente la ley perfecta y minuciosa para formar el Universo, sino que ha dado la ley espiritual para formar el carácter de los cristianos. Jesús dio los dos "grandes mandamientos" en Mateo 22:37-39, los cuales amplían los diez mandamientos dados en Éxodo 20 y Deuteronomio 5. Estas leyes espirituales son tan reales como las leyes físicas que rigen el Universo.
Nosotros fuimos creados a la imagen de Dios para cumplir un propósito magnífico. Dios desea que pensemos como Él piensa. Desea que seamos como Él es en nuestra naturaleza y carácter. Para eso envió a su Hijo, Jesucristo, quien nos dio un ejemplo de lo que es una vida y un carácter como Dios manda; y para salvarnos de nuestra naturaleza pecaminosa. Dios desea que nos conformemos a la imagen y la naturaleza de Cristo, que son de amor (Romanos 8:29).
Los filósofos proclaman que Dios ha muerto, pero muchos de los mismos filósofos son los que están muertos, mientras que Dios vive. Salmos 14:1 nos da una clara perspectiva sobre esta realidad: "Dice el necio en su corazón: No hay Dios".
¿Puede usted comprobar que Dios existe? ¡Sí puede! No solamente puede saber que Dios existe, sino que puede "saber por qué lo sabe". ¿Cómo puede tener tal certeza? "En esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos" (1 Juan 2:3). Usted puede comprobar la existencia de Dios viviendo conforme al camino de vida que Él ha revelado mediante la Biblia y mediante su Hijo Jesucristo. Usted puede saber con seguridad que Dios vive y que es el Gobernante Supremo, no solamente sobre el vasto Universo, sino sobre los detalles más pequeños de nuestra vida personal (Mateo 10:29-31).
Por último, hay otro aspecto muy importante en la comprobación personal de la existencia divina. "Si desde allí buscares al Eterno tu Dios, lo hallarás, si lo buscares de todo tu corazón y de toda tu alma" (Deuteronomio 4:29). Busque al Dios viviente con todo su corazón y toda su alma, ¡y lo va a encontrar!