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La brecha entre ricos y pobres es cada vez mayor. Ocho empresarios multimillonarios “tienen más riqueza combinada que los más pobres, los 3.600 millones de personas del mundo” (Euronews, 16 de enero de 2016). “El informe de Oxfam agregó que desde el año 2015 el 1 por ciento más rico poseía más riqueza que el resto del planeta. Dice que en los próximos 20 años, 500 personas pasarán más de 2,1 millones de dólares a sus herederos, una cantidad mayor que el PIB anual de la India, un país con 1.300 millones de personas” (The Guardian, 15 de enero de 2017). Las soluciones humanas buscan “quitarle al rico y darles a los pobres”, pero la redistribución del ingreso no resolverá el problema. El enfoque bíblico se centra en cambiar el carácter de la humanidad. Las Escrituras revelan que algunas de las pobrezas se deben al descuido y la irresponsabilidad (Proverbios 6:6-11; 21:13; 24:30-34). También indican que la pobreza puede resultar de la injusticia y la opresión de los pobres por parte de los ricos que endurecen su corazón e ignoran a los necesitados. Esta actitud traerá finalmente la ira y el castigo de Dios (Isaías 5:5-7, Amós 4:1-3, 5:11-13). Dios destruyó la antigua Judá, llamándola Sodoma, y la condenó por deleitarse en su lujo y pecados de “soberbia, saciedad de pan, y abundancia de ociosidad… y no fortaleció la mano del afligido y del menesteroso” (Ezequiel 16:49). Cristo vino a predicar el evangelio a los pobres para darles esperanza de un futuro mejor (Lucas 4:19), ¡incluyendo una futura liberación de su pobreza! Para más información, lean nuestro artículo “El yugo de la pobreza”.