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"La mayoría de los adultos estadounidenses ahora dicen que no es necesario creer en Dios para tener buena moral y buenos valores (56 por ciento), frente a casi la mitad (49 por ciento) que expresaron esta opinión en 2011. Este aumento refleja el continuo crecimiento en la participación de la población que no tiene ninguna afiliación religiosa, pero también es el resultado del cambio de actitudes entre aquellos que sí se identifican con una religión, incluidos los protestantes evangélicos de raza blanca" (Pew Research, 16 de octubre de 2017). Incluso entre aquellos que dicen ser religiosos, un número creciente de personas cree que Dios no es necesario para la moralidad. Este cambio se ve tanto entre protestantes de raza blanca, como raza de color y católicos de raza blanca e hispana. En el tiempo bíblico de los Jueces, "cada uno hacia lo que bien le parecía" (Jueces 17: 6), ¡y vemos que este fenómeno aumenta en la sociedad de hoy! Sin embargo, el profeta Isaías declaró claramente que "Si no dijeren conforme a esto, [la Ley de Dios y su testimonio] es porque no les ha amanecido." (Isaías 8:20). La moralidad sin Dios y sin una base bíblica, no es más que acciones basadas en preferencias personales, y esto finalmente conduce a la confusión y la división cuando todos hacen "lo que bien les parece". La verdadera moralidad se basa en un conjunto común de leyes o estándares que determinan lo que está bien y lo que está mal. Históricamente, para gran parte del mundo occidental, la fuente del entendimiento moral era la Biblia, la única fuente de la verdad y la única fuente constante de moralidad. A medida que las naciones descartan la Biblia como fuente de la verdad, la opinión personal se convierte en la base del bien y del mal. Para obtener más información sobre la verdadera base de la moralidad, lea nuestro folleto Los Diez Mandamientos.