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Según datos de Public Health England: “Diez veces más niños están severamente obesos ahora que hace treinta años” (The Telegraph, 24 de julio de 2018). “En solo diez años, el porcentaje de niños de 11 años con problemas de obesidad extrema ha aumentado en más de un 20%.” Un funcionario del Servicio Nacional de Salud (NHS, por sus siglas en inglés) advierte: “La creciente epidemia de obesidad del país plantea problemas para el NHS, pero también es extremadamente preocupante para la salud general de la nación, ya que la obesidad en la infancia allana el camino a la obesidad en la edad adulta y las personas con sobrepeso u obesas tienen mayor riesgo de padecer una serie de cánceres, ataques cardíacos, diabetes tipo 2 y otras enfermedades”.
Sin embargo, la obesidad no es solo un problema para los ingleses. Según un estudio publicado en The Lancet, el 29 de mayo de 2013, casi el 30 por ciento de la población mundial, cerca de 2 mil millones de personas, son obesos o tienen sobrepeso (IHME). Una de las principales causas de la obesidad es la producción, promoción y abundante disponibilidad de comida chatarra: alimentos ricos en calorías y bajos en nutrientes, empacados para una vida útil prolongada en los estantes, y comidas rápidas con alto contenido de grasas insalubres. Un estudio señaló que los niños que recuerdan los anuncios de comida chatarra tienen el doble de probabilidades de ser obesos, lo que refuerza lo poderosa que puede ser la publicidad. Otro factor que promueve la obesidad es nuestro moderno estilo de vida sedentario: demasiada televisión y otras actividades pasivas, y muy poco ejercicio físico.
La Biblia describe muchos principios que nos mantendrían sanos e incluso prevendrían la obesidad si se siguieran. Por ejemplo, la palabra de Dios nos aleja directamente de consumir muchas grasas que todavía se usan en muchas cocinas (Levítico 7:23). La Biblia también advierte sobre comer en exceso (Proverbios 23:21), comportamiento que también conduce a la obesidad. La forma de vida de Dios es equilibrada y de moderación (Filipenses 4:5, RVA) e incluso proporciona directrices para el tipo de alimento que comemos. Para más información sobre los principios bíblicos para prevenir la obesidad en los niños y los adultos, lean “¿Sigue usted las huellas de Cristo?” —Scott Winnail, Francine Prater y Chris Sookdeo