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El mundo es un lugar muy agitado. Hay horarios de trabajo, horarios escolares, largos desplazamientos, actividades después de la escuela, además de las actividades rutinarias del hogar. Si no tenemos cuidado, podemos "ocuparnos demasiado" en el día de reposo y no obtener el beneficio completo que Dios pretende que obtengamos. Como las damas de la casa, y como esposas y madres podemos hacer mucho para ayudar a nuestras familias a disfrutar el sábado de la manera que Dios lo planificó.
Durante muchos años, fui una madre soltera que trabajaba fuera del hogar. Siempre estuve muy agradecida por el sábado; después de todo ¡era el único día en que podía descansar! Sin embargo, mi familia y yo nos encontrábamos desesperados cada semana, decidiendo qué comer y qué ponernos para los servicios del sábado. Queríamos observar el sábado correctamente, pero a menudo no estábamos en nuestro mejor momento. Por esa razón, no podía usar el día de preparación para prepararme, ya que tenía que trabajar. Entonces, en un momento dado entendí que Dios comienza los días al atardecer, lo que significa que el día de preparación comienza el jueves a la puesta del sol.
Comenzar a prepararse para el sábado desde el jueves al atardecer fue una revelación que cambió toda la dinámica de nuestra familia. El jueves por la noche, comíamos una comida sencilla, y luego comenzábamos nuestros preparativos. Todos teníamos diferentes labores que realizar. Algunos de los trabajos no eran muy agradables, como lavar los platos, así que rotábamos esa tarea entre los miembros de la familia, también organizábamos los dormitorios, limpiamos los baños, y limpiamos el polvo para crear un ambiente agradable para el sábado. Mis hijos seleccionaban la vestimenta que querían usar para los servicios para mi aprobación. Esto también me dio la oportunidad de planchar o lavar si era necesario. El jueves por la noche preparaba la mayor parte de lo que íbamos a comer el sábado, de modo que cuando nos acostamos el jueves, estábamos listos para que el sábado comenzara a la puesta del Sol del viernes.
Después de que comenzamos a hacer esto, las noches de los viernes se volvieron casi celestiales en lugar de trágicas. Los niños ponían la mesa mientras yo daba los toques finales a la cena. Mi hija mayor amaba las flores, así que a menudo hacía arreglos florales para adornar la mesa. Poníamos música suave de fondo, y nos reuníamos en la mesa para comenzar el sábado con una oración. Los miembros de nuestra familia comenzaron una tradición de hablar sobre las actividades de la semana y las relacionaban con lecciones espirituales. Durante sus años de adolescencia, las conversaciones a veces parecían tensas, pero siempre conversábamos con calma. Mis hijos son adultos ahora pero cuando nos reunimos, un buen recuerdo que todos comparten es su cena semanal del sábado.
Dios nos ordena a que observemos el día sábado (Éxodo 20:8), y Cristo afirma que el sábado, así como el resto de los días santos, fue creado para el ser humano (Marcos 2:27). El pueblo de Dios tiene la bendición de entender este regalo semanal que Él nos da. Si nosotras como esposas y madres usamos todo el día de preparación, comenzando el jueves al atardecer, e involucramos a toda la familia, podemos comenzar el sábado con nuestros corazones y mentes preparados para observarlo. Entonces podremos verdaderamente llamar al sábado una delicia y recibir sus bendiciones (Isaías 58:13–14).