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En mi vida, he visto algunos matrimonios muy exitosos y otros que fracasaron. He visto matrimonios donde las mujeres no querían renunciar a las metas que tenían en su vida y eventualmente renunciaron a sus matrimonios. También he visto casos donde la esposa renunció a todo para hacer lo que su esposo quería y perdió parte de sí misma en el proceso. He visto a mujeres cuyos esposos "las pisotearon" o las engañaron, o que simplemente las trataron de manera horrible, sin razón. He visto a esposas que han sido ultrajadas una y otra vez y que se han levantado nuevamente. He visto a mujeres fuertes lidiar con las adversidades en el hogar y que tienen la fuerza de carácter para seguir adelante cuando parece que todo en la vida está en su contra. Y he visto a mujeres, cuyas experiencias de vida nos harían sentir humildes si las supiéramos. Mi propia madre fue un excelente ejemplo de lo que debería ser una esposa.
Entonces, al examinarme a mí misma y a mi matrimonio, me pregunto ¿qué tipo de esposa quiere Dios que yo sea?
Cuando estaba recién casada, solía pensar que ser una mujer casada exitosa significaba renunciar a mis metas profesionales y a los sueños que tenía de soltera. De lo que no me di cuenta sino hasta años después, fue que mis metas y mis sueños no murieron el día de nuestra boda, solo adquirieron una nueva forma. Después de diez años de matrimonio y de conocer a algunas damas muy especiales, estoy comenzando a ver las cosas con mayor claridad.
¡Recuerdo cómo amaba servir y ayudar en la Iglesia de cualquier manera posible! Junto a mi esposo, recibiendo a las personas en la entrada o ayudando a organizar el salón para los servicios. Pero luego llegaron mis hermosas hijas y, de repente, comencé a pasar todo mi tiempo durante los servicios corriendo tras mi niña pequeña, cambiando pañales o alejándolas de la escalera. Para mí fue frustrante ver a mi esposo servir y compartir con los hermanos mientras que yo luchaba con mi hija de dos años para que tomara una siesta.
Luego, un sábado, hace muchos años, le mencioné mi frustración a la esposa de un ministro y ella respondió con gracia diciendo que al hacer todo lo que estaba haciendo, estaba sirviendo a mi esposo para que él pudiera servir. ¡Me dejó impresionada! Todo este tiempo sentí un gran descontento, pensando que no estaba sirviendo, cuando ya estaba prestando un gran servicio.
Fue entonces cuando comencé a ver más claramente la esposa que Dios quería que fuera. Comencé a ver el beneficio del orden que Dios creó en el matrimonio. Para que un esposo prospere en el servicio, tiene que haber una esposa amorosa que le sirva a él. Dios creó a la mujer para ser una ayuda y un complemento para el hombre.
Efesios 5:22 dice: "Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor".
He visto que el matrimonio se vuelve muy competitivo y feo cuando un esposo y una esposa compiten por el liderazgo de la familia. Conocer los roles correctos en el matrimonio podría ahorrarle a la esposa mucha miseria y frustración a lo largo de los años. Por eso Dios dejó en claro que la mujer fue hecha para apoyar al hombre; no para ponerla por debajo o hacerla sentir inferior, ignorada o abusada, sino para trabajar junto a su esposo.
Admito de buena manera que hay ocasiones en que una mujer tiene que dirigir. La propia esposa del ministro que mencioné, era la directora de la cocina durante los servicios. Algunas mujeres tienen habilidad para dirigir y otras para apoyar. Y eso es perfectamente aceptable. Después de todo, Dios permitió que la profetisa Deborah fuera juez de Israel en Jueces 4:4–5.
El punto es que un edificio se derrumbaría si no tiene buenos cimientos y de igual manera el esposo de alguien podría ir al trabajo con su ropa sucia si su esposa no la lavara para él. Solo por mencionar un ejemplo.
Así como la Iglesia es la esposa de Cristo, y le sirve cumpliendo con su trabajo y propósito, las esposas están haciendo un trabajo que es igualmente importante para servir a sus esposos. Mi papel como esposa no es desaparecer, sino ser fuerte y servir con alegría para que mi esposo, y toda mi familia, puedan ser más fuertes.