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Los mariscos, como langostas, ostras, mejillones y cangrejos, son consumidos por las personas de todo el mundo como un manjar gourmet, pero pocos comprenden que están consumiendo criaturas que Dios creó para un propósito completamente diferente. Un artículo reciente de AFP indicó: “El mejillón es la aspiradora del mar, que absorbe fitoplancton junto con microplásticos, pesticidas y otros contaminantes... Es un súper filtro en el mundo marino, que filtra hasta 25 litros de agua al día... los mejillones almacenan casi todo lo demás que pasa por ellos, razón por la cual se aplican estrictas normas de salud a aquellos mejillones destinados para el consumo humano” (AFP, 18 de agosto de 2019).
Debido a que los mejillones almacenan los contaminantes que filtran del agua (y que pasan a quienes los consumen), son excelentes centinelas o “bioindicadores” de la salud de las aguas en que habitan. Los científicos ahora están utilizando los mejillones para determinar qué toxinas están presentes en los ambientes acuáticos, y los investigadores también están considerando “desplegar” mejillones y ostras para eliminar las aguas contaminadas de microplásticos, pesticidas, bacterias y otras toxinas ambientales.
Los mariscos son en realidad carroñeros, parte de la “brigada de limpieza” para ambientes acuáticos. Los mejillones y las ostras fueron diseñados por Dios para ser sistemas de filtración bajo el agua y realmente funcionan para purificar el agua. Nunca fueron creados para ser consumidos por los seres humanos, y la Biblia establece claramente que estas criaturas son “inmundas” y no una fuente de alimento para las personas (ver Levítico 11:9-12 y Deuteronomio 14:9-10).