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¿Por qué tantas personas ven la Biblia como algo misterioso? ¿Por qué hay tantas ideas diferentes sobre las doctrinas entre personas que se consideran cristianas? ¿Por qué no predican los ministros lo que la Biblia claramente dice? ¿Por qué el cristianismo moderno es tan radicalmente distinto del cristianismo en tiempos de los apóstoles? Las respuestas a estas importantes preguntas se encuentran en una serie de profecías bíblicas ¡que ahora mismo están cobrando vida!
Veamos este comentario del escritor Thomas C. Reeves: “Históricamente el continente Americano, buena parte de Europa, Australia y regiones de África; se han considerado culturas cristianas. Sin embargo, muchos estudios revelan que el actual cristianismo de consumo es algo muy superficial, y que existe una enorme ignorancia respecto de la Biblia y la doctrina cristiana. Por ejemplo, la asistencia a los servicios religiosos semanales en la Europa ‘cristiana’ es menos del diez por ciento. No es extraño entonces que muchos que se consideran cristianos tengan escasos conocimientos de las Sagradas Escrituras, y sepan muy poco sobre la historia y el desarrollo de sus propias creencias y doctrinas” (La iglesia vacía: El suicidio del cristianismo liberal, págs. 61-63).
Una causa de este deterioro es la manera como las iglesias forman a sus futuros líderes. Los planes de estudio están plagados de suposiciones que contradicen lo sobrenatural. Según investigadores, muchos seminaristas “no saben los nombres de la mitad de los libros de la Biblia, o si Calvino fue anterior o posterior a Agustín, ni qué significa decir que Jesucristo descendió a los muertos o que actuó ‘conforme a las Escrituras’, qué significa la ira de Dios ni cómo entender el juicio final de vivos y muertos” (ibídem).
Bajo la influencia de la crítica bíblica moderna, “los milagros de Jesús se convierten en inventos de la Iglesia primitiva. Las narraciones sobre la intervención de Dios en favor del pueblo de Israel se reducen a leyendas y mitos. La esperanza por la venida de Jesucristo, como un hecho futuro dentro de la obra redentora de Dios, no es más que un simple anhelo, una proyección de expectativas no realizadas entre los primeros seguidores de Jesús” (ibídem). Como resultado de esta formación errónea de los dirigentes religiosos, “los graduados suelen salir con escasa fe en la honradez de las Escrituras, con un conocimiento mínimo de la historia eclesiástica y la teología ortodoxa, y con una diversidad de conceptos sobre temas políticos y sociales bien ajustados al pensamiento colectivo de moda” (ibídem).
Considerando las muchas y diversas influencias que desde hace muchos años vienen desviando a la gente de la verdad, no debe extrañarnos que el cristianismo moderno difiera tanto del cristianismo original de la Biblia; aunque este fenómeno sea desconocido para la mayoría de quienes se consideran cristianos. Las Sagradas Escrituras muestran claramente que Jesús, sus discípulos y la Iglesia primitiva guardaban el sábado y los días santos de la Biblia: “Vino a Nazaret, donde se había criado; y el sábado entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer” (Lucas 4:16, RV 1995; ver Juan 7:1-10, 37). Leemos también sobre el apóstol Pablo: “Como acostumbraba, fue a ellos, y por tres sábados discutió con ellos, declarando y exponiendo por medio de las Escrituras que era necesario que el Cristo padeciera y resucitara de los muertos... se despidió de ellos, diciendo: Es necesario que en todo caso yo celebre en Jerusalén la Fiesta que viene” (Hechos 17:2-3, 18:21, RV 1995).
Sin embargo, la mayoría de quienes se declaran cristianos tienen como día de adoración el domingo, celebran la navidad y observan la semana santa; actividades religiosas que la Biblia jamás ordena guardar. Por el contrario, la Biblia condena las prácticas asociadas con esas festividades, muchas de las cuales son simple herencia del paganismo.
Entre la cristiandad, la mayoría cree que irán al Cielo. Pero en la Biblia leemos: “Nadie subió al Cielo, sino el que descendió del Cielo; el Hijo del Hombre” (Juan 3:13; ver también Hechos 2:29, 34; 13:36). También es enseñanza común que el mensaje del evangelio es simplemente: “Acepta a Jesús y serás salvo”. Pero las Escrituras revelan que “Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del Reino de Dios” (Marcos 1:14), y la Biblia muestra que su Reino se establecerá en la Tierra una vez que Jesucristo regrese (Apocalipsis 11:15-18). Además revela que los santos reinarán con Jesucristo sobre la Tierra (Apocalipsis 5:10; Daniel 7:27), y que la ley de Dios se enseñará en todo el mundo (Isaías 2:2-4; 9:6-7; 11:9).
A pesar de que el cristianismo original proclamó estas verdades inspiradoras como parte del verdadero evangelio de Jesús, más tarde los teólogos, influidos por la filosofía griega, cuestionaron y finalmente rechazaron las verdaderas enseñanzas como herejías (Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano, Gibbon, cap. 15).
La mayor parte de quienes se declaran cristianos están ciegos ante estos importantes hechos históricos y bíblicos porque sus líderes religiosos y los teólogos los ignoran, o bien se abstienen de predicar estas verdades. Pero, ¿por qué hay tal grado de ceguera entre la gente que dice creer en el cristianismo?
La Biblia revela que cuando el pueblo de Dios no le obedece, permite que caiga sobre ellos un velo de ceguera: “Por cuanto no habrás atendido a la voz del Eterno tu Dios, para guardar sus mandamientos y estatutos, que Él te mandó... hasta hoy el Eterno no os ha dado corazón para entender, ni ojos para ver, ni oídos para oir” (Deuteronomio 28:45; 29:4). Moisés predijo que la tendencia de Israel a rebelarse contra Dios, y por extensión de todos los hombres; y la consiguiente ceguera espiritual que esto traería, iba a acarrear graves consecuencias “en los postreros días, por haber hecho mal ante los ojos del Eterno” (Deuteronomio 31:24-29). Satanás también tiene su parte, aprovechándose de quienes no creen en las Escrituras para volverlos ciegos: “Si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo” (2 Corintios 4:3-4).
Los profetas hebreos también advirtieron sobre la ceguera espiritual, como consecuencia de la rebeldía contra Dios y el rechazo de sus caminos: “Oíd, Cielos, y escucha tú Tierra; porque habla el Eterno: Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí... Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos, para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se convierta, y haya para él sanidad” (Isaías 1:2; 6:10). “Oíd ahora esto, pueblo necio y sin corazón, que tiene ojos y no ve, que tiene oídos y no oye... He aquí que sus oídos son incircuncisos, y no pueden escuchar; he aquí que la Palabra del Eterno les es cosa vergonzosa, no la aman” (Jeremías 5:21; 6:10).
Jeremías también advirtió: “Ciertamente estos son pobres, han enloquecido, pues no conocen el camino del Eterno... los profetas profetizaron mentira, y los sacerdotes dirigían por manos de ellos; y mi pueblo así lo quiso. ¿Qué, pues, haréis cuando llegue el fin? (Jeremías 5:4, 31). “Entonces les dirás: Porque vuestros padres me dejaron, dice el Eterno... y no guardaron mi ley; y vosotros habéis hecho peor que vuestros padres... cada uno tras la imaginación de su malvado corazón, no oyéndome a mí” (Jeremías 16:11-12).
En el libro de Ezequiel se reiteran las palabras de Moisés: “Hijo de hombre, tú habitas en medio de casa rebelde, los cuales tienen ojos para ver y no ven, tienen oídos para oír y no oyen, porque son casa rebelde” (Ezequiel 12:2). También advirtió que la desobediencia lleva a las falsas enseñanzas que seducen a la gente haciéndole creer mentiras (Ezequiel 13:2-19). Estas son advertencias que se encuentran a lo largo de todo el Antiguo Testamento.
En el Nuevo Testamento, Jesucristo explicó que la profecía de Isaías en su capítulo 6, versículos 9 y 10, también se refería a la ceguera espiritual que afectaba a los judíos de su época, que no lo reconocían como el Mesías ni entendían su mensaje: “De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo: De oído oiréis, y no entenderéis; y viendo veréis, y no entenderéis” (Mateo 13:10-15).
El apóstol Pablo reveló que estas mismas profecías hablan de la ceguera espiritual de las modernas naciones israelitas (Romanos 10:1-3; 11:7-8; 2 Corintios 3:13-15), y el apóstol Juan fue inspirado a escribir que el mundo entero está bajo el engaño de Satanás: “La serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero” (Apocalipsis 12:9).
Si usted desea despejar la ceguera espiritual que afecta a tantos que se llaman a sí mismos “cristianos”, empiece a estudiar la Biblia atentamente y pídale a Dios en oración que le abra la mente para entender lo que está leyendo. También puede solicitar el Curso bíblico por correspondencia de El Mundo de Mañana. Este curso, que enviamos gratuitamente, le ayudará a comprender la Biblia y los centenares de profecías que están cobrando vida. [MM]