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¿Por qué nos molesta la corrección? Alguna vez en la vida, nos rebelamos en contra de un padre, hermano o maestro que nos impida hacer lo que queremos. ¿Qué tiene nuestra naturaleza humana que nos hace resistir la corrección?
Podemos pensar en la corrección como un castigo, pero la corrección es realmente una herramienta necesaria para mejorar algo, provocando una alteración o modificación ara rectificar un error. Deberíamos querer corregir errores y mejorar, después de todo, no tiene sentido continuar cometiendo errores. Sin embargo, no nos gusta cuando, por ejemplo, un profesor devuelve nuestro examen con marcas rojas mostrando todos nuestros errores.
Parece que odiamos que nos digan que estamos equivocados, pero la mayoría reconocerá que " somos humanos y no somos perfectos". El apóstol Santiago dice "todos ofendemos muchas veces" (Santiago 3:2). A excepción de Jesucristo, no ha existido otro ser humano perfecto en la Tierra, pero parece que estamos decididos a sostener que no tenemos la culpa cuando se nos corrige.
El orgullo es parte del problema. No queremos admitir que estamos equivocados, pensando que disminuye nuestra importancia. Recuerdo un programa de televisión de hace años llamado Felices días. Uno de los personajes, Arthur Fonzarelli, apodado "Fonzie", no pudo admitir que estaba equivocado. Su personalidad era la de un rebelde genial, con chaqueta de cuero y motocicleta, y era admirado por los jóvenes que buscaban su consejo. En un episodio, Fonzie se percató de que le había dado un consejo equivocado a uno de sus amigos admiradores, pero no fue capaz de pronunciar las palabras "me equivoque". Intentó decirlo, pero con humor, su boca se contorsionó y no pudo.
La corrección es necesaria para el aprendizaje. Necesitamos saber cuándo estamos equivocados para poder corregir nuestros errores y evitar futuros errores. El dicho común es que "aprendemos de nuestros errores". El examen que recibimos con marcas rojas nos muestra nuestros errores para que podamos encontrar la respuesta correcta. Si la corrección se recibe con gratitud, seremos mejores estudiantes, empleados, cónyuges, padres, hijos o seguidores de Jesucristo. "El que ama la instrucción ama la sabiduría; más el que aborrece la reprensión es ignorante" (Proverbios 12:1). ¡Ciertamente no queremos ser ignorantes!
También podemos resistir la corrección al encontrar fallas en los que hacen la corrección. Pensamos: "Ciertamente no son perfectos. Tienen fallas ¿quiénes creen que son para corregirme? Pero eso no invalida sus críticas a nuestros errores.
Para recibir corrección, necesitamos deshacernos del orgullo, que cierra la puerta a la superación personal. “Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; más con los humildes está la sabiduría” (Proverbios 11:2). La humildad abre la puerta para beneficiarse de la corrección y la instrucción; amplía nuestra perspectiva y nos permite vernos a nosotros mismos a través de los ojos de los demás. Proverbios 8:33 dice: "Atended el consejo, y sed sabios, y no lo menospreciéis".
A muchos niños no se les enseña este principio. Algunos incluso, tienen padres y educadores permisivos que desprecian la disciplina y no imponen límites que denotan comportamientos beneficiosos. Pero el Dios Creador instruye que “La necedad está ligada en el corazón del muchacho; más la vara de la corrección la alejará de él” (Proverbios 22:15). Algunos retroceden ante cualquier "vara de corrección", pero, al contrario de lo que piensen, la Biblia no tolera el abuso físico al administrar la corrección. La corrección implica instrucción, entrenamiento, advertencia, disciplina, moderación y reprensión, todo administrado con amor hacia el que se está corrigiendo.
En Hebreos 12:5–6 leemos: “Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él; porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo”.
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