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¡Cómo llegó la tormenta perfecta en el 2020, y por qué no estamos listos para la que vendrá, según la profecía bíblica!
El año 2020 ha sido testigo de una sorprendente convergencia de múltiples acontecimientos que cambiaron la vida: una tormenta perfecta que está cambiando al mundo.
Muchas personas que nos leen habrán visto La tormenta perfecta, una película que salió en el año 2000, sobre la convergencia de varios factores meteorológicos en la costa Noreste de Norteamérica, que causó daños por más de $200 millones de dólares en 1991. La tormenta levantó olas de 30,7 metros, algo nunca visto en la costa de Nueva Escocia. La expresión “tormenta perfecta” se emplea para referirse a una convergencia dinámica de hechos que, en conjunto, producen consecuencias muy superiores a las que causarían los hechos individualmente.
Otra expresión que se oye a veces es “cisne negro”. El sitio en la red: Investopedia.com explica que se refiere a “un suceso imprevisible que va más allá de lo que normalmente se espera en una situación, y cuyas consecuencias pueden ser graves. Los sucesos de tipo cisne negro se caracterizan por ser muy infrecuentes, por su impacto perjudicial y porque después de ocurridos hay una insistencia general en que eran obvios”.
El año 2020 ha visto la convergencia de varias tormentas perfectas y de un cisne negro de grandes dimensiones. Consideremos lo siguiente.
En El Mundo de Mañana hemos predicho desde hace muchos años, en oposición a quienes creen saber mucho y a la sabiduría convencional, que el Reino Unido terminaría por salirse de la Unión Europea. ¿Sabíamos esto porque somos más inteligentes? ¡De ninguna manera! Lo entendimos gracias a la profecía bíblica. Asimismo previmos la caída de la cortina de Hierro: Tenía que ocurrir para que se cumpliera la profecía. Ocurrió, como el brexit, repentinamente en cuestión de pocos meses, con la caída del muro de Berlín en 1989. Los dos sucesos tomaron por sorpresa al mundo, pero no a quienes entendían la Biblia.
La Unión Europea no previó la salida del Reino Unido. ¡No pensó que los británicos lo harían! En la misma Inglaterra muchos no lo veían venir. David Cameron cumplió su promesa de campaña de llamar a un referendo para indagar si el pueblo quería abandonar la Unión Europea o permanecer. Apostó y perdió.
Yo me encontraba en Bruselas el 23 de junio del 2016, día de la votación, y parecía que el resultado saldría a favor de permanecer. Dos de los dirigentes más destacados de la facción de “separarse”, el siempre desinhibido Nigel Farage y el peculiar Boris Johnson, reconocieron esa tarde que, si bien habían hecho una buena campaña, no lograrían los votos. Pero a la mañana siguiente, para sorpresa de todos, nos enteramos de que los británicos habían hecho lo que nadie pensó que harían: habían votado por salirse.
El brexit sacudió a la Unión Europea hasta sus cimientos. Solo quienes entendían la profecía bíblica no se sintieron desconcertados, pero sí sorprendidos. Aun cuando se espera que algo suceda, de hecho a veces causa sorpresa verlo suceder. Las razones que nos hicieron prever este acontecimiento se explican en nuestros folletos titulados: Estados Unidos y Gran Bretaña en profecía y La bestia del Apocalipsis: ¿Mito, metáfora o realidad inminente?
¿Quién más se irá una vez que el Reino Unido se fue? Los ciudadanos de un país tras otro han expresado su descontento, y una serie de encuestas y referendos no oficiales indican que los habitantes de un creciente número de países en la Unión Europea preferirían salirse.
¡Y llegó el cisne negro! Si los europeos no vieron la llegada del brexit, estaban aún más ciegos ante la venida de la COVID-19, pese a que muchas voces, entre ellas la nuestra en El Mundo de Mañana, han advertido que la cuestión no era si se presentaría una enfermedad de este tipo, sino cuándo se presentaría. Si el brexit estaba desgarrando al Continente, este enemigo microscópico por poco lo desbarata cuando cundió el pánico y cada persona tuvo que vérselas como pudiera.
El diario Financial Times publicó una cita de Emmanuel Macrón en la que caracterizó la situación en Europa como “una prueba de fuego”. Tras una entrevista con el presidente francés el 17 de abril del 2020, el diario informó que “la Unión Europea dejará de existir como proyecto político si no ayuda a los países asolados por el coronavirus. El señor Macrón también atacó la hipocresía de los estados miembros en el Norte, que cosechan los beneficios del bloque pero se niegan a compartir sus ‘cargas’… El presidente francés dijo que ‘no hay otra opción’ que establecer un fondo ‘capaz de emitir deuda en común con una garantía en común’ para financiar a los estados miembros según sus necesidades y no según el tamaño de sus economías”. Prosiguió con una advertencia escalofriante: “Si hoy no podemos hacer esto, les digo que los populistas ganarán hoy, mañana, el día siguiente, en Italia, en España, quizás en Francia y en otras partes” (Mehreen Kahn, The Financial Times, 17 de abril del 2020).
Aún está por verse si tendrán o no éxito los líderes en su intento por mantener la Unión Europea, pero la profecía bíblica indica que al final de la era, “diez reyes”, líderes o naciones entregarán su poder a un líder carismático denominado “la bestia” (Apocalipsis 17:12-13). Entonces podemos prever algún tipo de realineamiento en Europa en un futuro cercano, ya sea como resultado de la presente crisis o de alguna otra que vendrá.
Quien preste atención a las noticias sabe que Australia ha presentado abundancia de malas noticias en los últimos dos años. Los australianos son un pueblo resistente y superan las sequías, los incendios y las inundaciones. Pero últimamente han padecido una tragedia tras otra. Primero hubo siete años de sequía en el Norte del estado de Queensland. Cuando por fin llegaron las lluvias a finales del 2019, no pararon; las primeras estimaciones indicaron que las inundaciones de febrero hicieron perecer a medio millón de reses, pero otros estimados elevaron la cifra a unas seiscientas mil. También fueron arrasadas las poblaciones de fauna silvestre.
El año 2019 no tuvo un comienzo auspicioso, y allí no terminaron las catástrofes. En muchas regiones de Australia fue el verano más caluroso y seco de que se tuviera noticia, y la temporada de incendios forestales fue algo nunca visto. Nueva Gales del Sur y Queensland recibieron el golpe más duro, pero ningún territorio estuvo a salvo de los incendios devoradores que abarcaron unos 120.000 kilómetros cuadrados, hasta que se extinguieron en febrero del 2020. Se estima que perecieron mil millones de animales silvestres, y el golpe tremendo para las poblaciones de canguros y koalas fue solo parte del daño enorme causado a la diversa y singular fauna australiana.
Entonces, cuando parecía que las cosas ya no podían empeorar, aterrizó el cisne negro de la COVID-19. Mientras en estos momentos los líderes de muchos países imploran la misericordia divina, el primer ministro australiano Scott Morrison lo ha hecho abiertamente. Es un primer paso, y si bien deseamos lo mejor para su nación, si no hay un verdadero regreso a Dios y un rechazo a las conductas inmorales en Australia y otras naciones, nos esperan plagas todavía peores.
Parece que África siempre sufre dificultades, y el 2019 fue un año especialmente duro, con muchos países en ese Continente presa tanto de sequías como de inundaciones. La precipitación inusitada en el cuerno de África produjo una cosecha abundante, pero acompañada por langostas del desierto. El Globe and Mail informó en enero que “nubes de langostas de proporciones casi bíblicas es la más reciente amenaza a los agricultores empobrecidos, llevados al extremo por los recientes trastornos climáticos”. El informe prosiguió: “Una langosta puede recorrer 150 kilómetros y consumir como dos gramos de alimento cada día, lo que equivale a su propio peso. Un enjambre pequeño de 40 a 80 millones de langostas, que cubre un kilómetro cuadrado, es capaz de consumir en un día tanto alimento como 35.000 personas. El enjambre más grande en el Nororiente de Kenia cubrió un área de 2.400 kilómetros cuadrados, y pudo alcanzar hasta 190 mil millones de langostas, que al día consumen tanto alimento como 90 millones de personas” (TheGlobeAndMail.com, 28 de enero del 2020).
Eso fue en enero. Ahora “una segunda oleada de langostas del desierto amenaza el África Oriental, y según cálculos, será 20 veces peor que la plaga de hace dos meses” (The Guardian, 13 de abril del 2020).
Señalando que la langosta del desierto es “la plaga migratoria más destructiva del mundo”, la Organización de Alimentos y Agricultura de las Naciones Unidas informó: “El brote de langostas del desierto continúa siendo alarmante, en particular en Etiopía, Kenia y Somalia, donde se supone una amenaza sin precedentes a la seguridad alimentaria y el sustento de la vida. En los seis países de África Oriental más afectados o en peligro de tener langostas: Etiopía, Kenia, Somalia, Sudán del Sur, Uganda y Tanzania; aproximadamente 20 millones de personas ya padecen inseguridad alimentaria aguda, y además, hay otros 15 millones de personas afectadas en Yemen” (UN.org, 14 de abril del 2020).
No solo África está amenazada. Dice Business Insider que la langosta del desierto “se encuentra en unos 30 países en todo África, Asia y el Oriente Medio, y sus enjambres podrían llegar fácilmente a la quinta parte de las masas terrestres del globo” (28 de febrero del 2020). Ya hay enjambres desplazándose del cuerno de África al Oriente Medio, y tan lejos como Yemen, Arabia Saudita, Irán y Pakistán.
Esta tormenta perfecta de langostas se multiplica porque el cisne negro de la pandemia global frustró los esfuerzos por controlar la plaga. “Funcionarios de Kenia han dicho que las medidas impuestas para manejar el coronavirus han restringido los esfuerzos por combatir la infestación, ya que el cruce de fronteras se ha dificultado y las entregas de plaguicidas se han retrasado. El único recurso eficaz para controlar la langosta es la aspersión aérea, pero hay quejas de que los plaguicidas afectan al ganado” (The Guardian, 13 de abril del 2020).
Y según Weather.com: “Los tropiezos se están agravando por las medidas mundiales tomadas para frenar la propagación de la COVID-19. Los expertos ya no pueden viajar a reuniones dentro del país para capacitar a los lugareños para combatir la amenaza de la langosta” (18 de marzo del 2020).
Además, “el ministro de Agricultura de Uganda dijo que las autoridades no están en capacidad de importar suficientes plaguicidas del Japón, y citó como causa la interrupción del transporte comercial internacional” (APNews.com, 10 de abril del 2020).
Las condiciones pueden empeorar… y ya han empeorado. Desde que comencé a escribir este artículo en el mes de mayo, han caído diluvios en África Oriental. Nuestro representante de El Mundo de Mañana en Kenia nos envió el siguiente informe:
“Los países de África Oriental han recibido un triple golpe: langostas, COVID-19 e inundaciones; que han afectado a casi 300 millones de personas. Las inundaciones han destruido los cultivos que dejaron las langostas. Las lluvias prolongadas han causado las inundaciones más grandes jamás vistas en algunas regiones. El nivel del lago Victoria ha subido más de dos metros, y los ríos se han convertido en furiosos torrentes. Hay millares de personas desplazadas, otras ahogadas, familias sepultadas por aludes de barro, y centenares de ovejas, cabras y vacas arrastradas por las aguas. Las aguas desbordadas han paralizado el transporte al llevarse varios puentes. Al mismo tiempo, los diluvios y el tiempo más caluroso de lo usual son ideales para la reproducción de la langosta, por lo cual se prevé un aumento de los daños atribuibles a ellas”.
La primavera es la estación de las flores, y floricultores e invernaderos de todo el mundo se preparaban para la gran temporada primaveral en el hemisferio Norte. Pero desde San Francisco hasta Sudamérica y Holanda, la industria de las flores se derrumbó de la noche a la mañana. El diario San Francisco Chronicle informó en marzo: “La semana pasada se echaron a perder flores por más de un millón de dólares en el mercado de flores de San Francisco, cuando este se disponía a cerrar. Los floricultores ven marchitarse su medio de sustento” (SFChronicle.com, 30 marzo del 2020).
En California toda la industria de flores cortadas, por valor de 360 millones de dólares se ha marchitado. La competencia del exterior ya tenía en apuros a los floricultores estadounidenses, que laboraban con márgenes de utilidad ultrapequeños; y para muchos, la COVID-19 fue el golpe de gracia. “Probablemente no habrá una gran reapertura de Ocean View Flowers, de Lompoc, que hace solo dos años produjo 40 millones de flores. Santa Barbara Farms, su empresa agrícola madre, cerró el negocio de las flores permanentemente, según revelan fuentes de la empresa y la industria” (LATimes.com, 4 de abril del 2020). Esto me entristece en lo personal, ya que siendo estudiante de secundaria, trabajé en los sembrados de flores en Lompoc durante varias semanas. Lompoc es una población pequeña, tranquila y aislada; con residentes de ingresos modestos. Pocos la conocen y menos saben pronunciar el nombre (es Lómpouc). “‘Se trata de nuestra temporada más activa y rentable del año’, dijo Mellano, productor y comerciante mayorista de flores. ‘Por lo tanto, es el peor momento imaginable para que ocurra algo así’”.
La historia en otros lugares es similar y por el mismo motivo. Dos países que fueron duramente golpeados por la convergencia de estas dos “tormentas”: las plagas de langostas y llegada de la COVID-19, son Kenia y Etiopía. También son los principales países floricultores de África, que emplean en conjunto 500.000 trabajadores. La industria de las flores aporta mil millones de dólares cada año a la economía de Kenia, o representa la cuarta parte de los ingresos etíopes por concepto de exportaciones. La pandemia multiplicó los efectos de las plagas de langostas que asolan a ambos países. Las rosas es una especialidad de Kenia; y para que las plantas no se deterioren es preciso regarlas, fertilizarlas, podarlas y administrarles otros cuidados. Los floricultores se ven en aprietos ante la presión de los ingresos no percibidos, y el costo de preservar su futuro. “‘Este también es el período de los días más importantes para la industria de las flores, como el día de san Valentín, el día internacional de la mujer y el día de la madre’, dijo van Schie, de Royal Flora Holland Co. ‘La crisis que ahora afrontamos no podía llegar en un peor momento que este’” (VOANews.com, 17 de abril del 2020).
Los precios del petróleo siempre han subido y bajado. Muchos recordamos la guerra de precios de la gasolina en los años cincuenta, cuando las principales cadenas expendedoras del combustible de vez en cuando redujeron sus precios por debajo del nivel de utilidad, con la esperanza de presionar a las estaciones independientes hasta sacarlas del negocio. Al menos por un tiempo los consumidores disfrutaron de esas guerras de la gasolina porque se reflejaban en precios muy bajos.
La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), fue fundada en 1960 por cuatro estados del Oriente Medio y Venezuela. Desde entonces ha crecido hasta incluir muchos otros países, la mayoría de ellos en el Oriente Medio y África. Pocos prestaban mayor atención a la OPEP antes de octubre de 1973, cuando los miembros árabes impusieron un embargo contra las naciones que apoyaron a Israel contra sus vecinos árabes en la Guerra de Yom Kippur. Los precios de la gasolina subieron por las nubes, hubo racionamientos, y en los Estados Unidos se redujeron los límites de velocidad en las carreteras. Los días del petróleo barato habían terminado… al menos por unos decenios. Aunque el embargo terminó en marzo de 1974, los precios subieron de 25 centavos el galón en algunas partes, a un dólar cincuenta y más, antes de terminarse la década.
Hubo una época cuando el mayor consumidor mundial de petróleo, Estados Unidos, parecía destinado a seguir estando a merced de los productores de petróleo del Oriente Medio. Entonces apareció la fracturación hidráulica, técnica empleada en un principio para extraer gas natural de la lutita, y que más tarde resultó económica para extraer petróleo. Eso estimuló la explotación de los yacimientos de lutita en Dakota del Norte, Oklahoma y otros estados. En pocos años, Estados Unidos se convirtió en exportador de petróleo y los precios comenzaron a estabilizarse y aun a bajar. Esto significó la presencia de otro gran competidor en el mercado y los demás países productores de petróleo querían ver desaparecer la fracturación.
La independencia energética debería ser buena noticia, al menos para Estados Unidos, tal vez no para otras regiones petroleras del mundo. Pero entonces el cisne negro del coronavirus reemplazó al oro negro como motivo de preocupación para la industria. Los aviones dejaron de volar. La gente dejó de conducir. Los grandes productores de petróleo, Arabia Saudita y Rusia vieron evaporar sus ingresos, y se lanzaron a una guerra del petróleo; la cual redujo los precios a tal punto que, por un corto tiempo en abril del 2020, las ventas a futuro entraron en territorio negativo, es decir, ¡se pagaba por recibirlo!
Así informó la revista Forbes el efecto de las ventas a futuro negativas: “Un contrato de ventas a futuro de petróleo estipula la compra de 1000 barriles de petróleo con un precio negativo de menos cuarenta centavos, lo que significa que teóricamente se recibiría el derecho a 1000 barriles de petróleo, junto con un pago de cuarenta mil dólares. Si lo convertimos a galones, se podrían recibir aproximadamente 42.000 galones de crudo junto con un pago de cuarenta mil dólares, ¡además del petróleo! Piénselo: por cada galón de crudo que uno compre, puede recibir el petróleo y también un dólar. ¡Pero hay una condición! Solamente si puede almacenarlo oficialmente en alguna parte” (Forbes.com, 21 de abril del 2020).
En un boletín noticioso fechado el 23 de abril del 2020, el perito financiero doctor Martin Weiss explicó: “Los productores de petróleo tenían que pagar $40,32 por barril para que alguien se lo comprara. El petróleo quedó reducido en un instante a pura basura tóxica, una sustancia que ni siquiera los recogedores de basura la llevaban sin una enorme propina”.
Todo lo anterior es ejemplo de lo que está ocurriendo en las naciones y en miles de aspectos dentro de las economías de todo el mundo. Estamos en un momento crucial de la historia moderna, y su pleno efecto seguramente no se conocerá hasta transcurrido algún tiempo, tal vez años; después de que la actual pandemia sea solo un recuerdo histórico.
De muchas maneras, en marzo del 2020 convergieron y cayeron sobre el mundo tormentas perfectas y un cisne negro. Al respecto, queda pendiente una pregunta: ¿Por qué Dios permite tanto sufrimiento si es un Dios de amor? Muchos teólogos levantan las manos con desconcierto y batallan en busca de respuestas, pero hay una explicación muy clara. El mundo ha entrado en un período de gran rebeldía contra nuestro Creador.
La humanidad en general nunca ha respetado a Aquel que nos hizo. La gran mayoría ha expresado su desdén por Él. Muchos han negado su existencia, y hasta se burlan de quienes sí creen. Y tristemente, muchos que dicen conocerlo, no lo conocen de verdad, ya que, como nos dice el apóstol Juan: “En esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él” (1 Juan 2:3-4). Luego, el apóstol nos dice qué es el pecado: “Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley” (1 Juan 3:4). Y aclara que los mandamientos de Dios no son una carga: “Este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos” (1 Juan 5:3).
Hasta cierto punto, Dios nos deja en libertad para actuar conforme a nuestra voluntad, y permite que nos corrijan las consecuencias naturales de nuestras decisiones: “Tu maldad te castigará, y tus rebeldías te condenarán; sabe, pues, y ve cuán malo y amargo es el haber dejado tú al Eterno tu Dios, y faltar mi temor en ti, dice el Señor, Eterno de los ejércitos” (Jeremías 2:19). Pero la historia bíblica también muestra que cuando un pueblo cae hasta cierto grado de inmoralidad y rebeldía contra Dios y sus leyes, Él interviene. Tenemos el ejemplo del diluvio: “Vio el Eterno que la maldad de los hombres era mucha en la Tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Génesis 6:5). Tenemos el ejemplo de la destrucción de Sodoma y Gomorra: “El Eterno hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego de parte del Eterno desde los cielos” (Génesis 19:24). Y sabemos que Dios no permitió que los descendientes de Abraham reemplazaran a los pueblos paganos de la Tierra Prometida hasta generaciones más adelante: “Porque aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo” (Génesis 15:16). No hay que confundir la paciencia de Dios con la tolerancia de Dios.
Vista tanta arrogancia contra nuestro Creador, no nos sorprendamos cuando llegue la próxima combinación de tormenta perfecta y cisne negro. Nos ha dado la señal de advertencia. Este no es el fin: Las cosas han de empeorar mucho antes de que aprendamos la lección. Entendamos que si no hay arrepentimiento y cambio de nuestra parte, el futuro traerá calamidades aún mayores.
No obstante, llegará el día en que Aquel que fue crucificado nos salvará de nuestra propia rebeldía y establecerá su Reino aquí en la Tierra: “En los días de estos reyes el Dios del Cielo levantará un Reino que no será jamás destruido” (Daniel 2:44). “Y el Eterno será Rey sobre toda la Tierra... y todos los que sobrevivieren de las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán de año en año para adorar al Rey” (Zacarías 14:9, 16). Esta es una afirmación asombrosa, y muchas personas que leen este artículo probablemente tendrán dificultad para creerla, pero es el mensaje que nos trajo Jesús. Si usted no ha solicitado nuestro folleto gratuito titulado: ¿Conoce usted el verdadero evangelio?, le invitamos a hacerlo ahora. En medio de tantas malas noticias, esta es la buena noticia, y es la razón por la que oramos así: ¡Venga tu Reino! [MM]