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Los políticos y los poderosos esperan utilizar la pandemia para crear un mundo nuevo a su propia imagen.
¿Ha oído o leído algo sobre el gran reinicio? La mayoría no, pero hay personas serias y de mucho prestigio en todo el mundo que lo ven acercarse… y pronto. Este año será el tema de una reunión de importantes líderes mundiales. Si logran su cometido, ¡habrá un cambio dramático en la vida de miles de millones de seres en el planeta Tierra!
En un mundo de presupuestos deficitarios en demasía, de temores por un cambio climático devastador, y de un virus que se extiende desaforadamente y que produjo una pandemia mundial; los líderes de muchos países se están dando cuenta, y se proponen tomar medidas coordenadas con el resto del mundo, antes de que se produzca la destrucción de toda la economía global. Para muchos, el estado de la crisis que perciben presenta una oportunidad extraordinariamente buena para desaprovecharla, una oportunidad no solo de regresar a la normalidad, sino de crear una nueva normalidad conforme a su idea de cómo debería andar el mundo. Una idea según los visionarios que está logrando mucha acogida, se llama el gran reinicio. Si usted aún no se ha enterado, es preciso que se entere, ya que algunas personas entre las más poderosas del mundo buscan hacerla realidad.
¿Qué es el gran reinicio? ¿Por qué muchos piensan que es crucial para la prosperidad y aun para la supervivencia de la humanidad? ¿Puede este esfuerzo coordenado entre los promotores del cambio para el mundo actual darnos un mundo libre y seguro que hace tanto se busca? ¿O es el gran reinicio no más que otro sueño en una larga historia de sueños fallidos?
El tiempo lo dirá, pero el tema merece atención, porque hay gente muy poderosa en el Foro Económico Mundial que está actuando afanosamente por reiniciar nuestra propia vida, nos guste o no nos guste.
La deuda soberana, que es la deuda de los gobiernos nacionales, se ha acrecentado en los años recientes, y muchos analistas y políticos aseguran que es insostenible. A finales de noviembre del 2020, la deuda total de los Estados Unidos era de 27 billones (trillones en EUA) de dólares, y ha seguido aumentando sin un límite a la vista. Se prevé una economía deficitaria de muchos billones bien entrado el futuro. Aunque calcular la deuda total del mundo resulta bien complejo, los economistas concuerdan en que muchos países se encuentran en análogas circunstancias.
Y mientras los países desarrollados luchan contra la baja en sus economías, y los impresionantes y crecientes montos exigidos por la crisis de la cóvid-19, en muchos países pobres la capacidad de endeudamiento llegó a su máximo hace mucho tiempo, y la perspectiva que se afronta es la de recortar servicios esenciales como educación y salud.
The Guardian hace poco publicó este informe:
“Crece la preocupación por una crisis de la deuda, inminente entre los países de bajos ingresos, que luchan por mantenerse al día en los pagos de dinero prestado en la última década por una combinación de acreedores públicos y privados. El Banco Mundial y su organización hermana, el Fondo Monetario Internacional, han advertido que los países pobres se sienten obligados a recortar sus gastos en salud y educación, a fin de cumplir con los pagos de deudas incurridas antes que sus economías sufrieran el golpe de un colapso en sus exportaciones, y una baja en las remesas” (12 de octubre del 2020).
La deuda soberana de las naciones del mundo suma más de 60 billones de dólares. La deuda total del gobierno estadounidense es superior a su producto interno bruto (PIB), y así mismo ocurre en muchos otros países. Como informó la revista Foreign Policy en octubre del 2020: “La deuda global total asciende al monto insostenible del 320 por ciento del PIB… El crecimiento exponencial de deuda sobre deuda parece haber llegado a un punto sin salida… cada vez más el número de economistas y formuladores de políticas comienzan a hablar de la necesidad de pasar a un régimen monetario nuevo, posiblemente digital, de contornos aún inciertos”.
La carga actual de la deuda nacional se considera en general insostenible, especialmente para los países más pobres. Las finanzas del mundo han estado en un punto de inflexión durante algún tiempo, y la crisis de la cóvid-19 les ha dado un empujón.
Economistas y políticos vienen recomendando, desde hace varios años, algún tipo de reinicio o readecuación de la deuda que permita a los gobiernos liberarse de una carga que los aplasta. Ahora la idea se está considerando seriamente de forma más amplia, como parte de un gran plan por resolver los problemas del mundo.
Y si se intenta resolver los problemas del mundo, ¿para qué detenerse allí? La deuda soberana está lejos de ser el único problema global que ocupa la mente de los ingenieros sociales que buscan transformar el mundo.
Cualquiera que sea la opinión del lector sobre el tema, la idea de que la humanidad está afectando negativamente los sistemas climáticos de todo el planeta, fenómeno conocido también como cambio climático antropogénico (causado por seres humanos), es una fuerza política impulsora en el mundo. Aprovechando la atención que se le da al cambio climático, muchos legisladores están pidiendo un Nuevo acuerdo verde, propuesta dramática para reinventar completamente la industria de la energía, la economía y los contratos sociales en los países en aras del cambio climático causado por la humanidad. Y cuando se presenta como una crisis mundial, quienes proponen esas medidas piden soluciones mundiales que incorporen controles igualmente mundiales.
Haciendo a un lado la deuda soberana, las disparidades económicas que se perciben entre las naciones ricas y las pobres, así como las disparidades internamente en las naciones, han ocupado la mente de filósofos economistas y formuladores de políticas desde hace mucho tiempo. Aunque el comercio internacional y las empresas multinacionales han sacado de la pobreza a millones en los últimos decenios, quienes proponen un cambio radical señalan que las disparidades en la riqueza han acentuado las tensiones sociales y políticas, incluso en los países industrializados. Muchos políticos e investigadores vienen abogando por una reasignación de ingresos más agresiva, y también consideran la reasignación de la riqueza entre las naciones y también internamente.
Sumemos a esto una pandemia global, con la propagación del virus atribuida en parte a la falta de coordinación entre naciones, y con las economías nacionales reducidas a escombros. Muchos consideran estas condiciones dramáticas como oportunidades.
Uno de estos individuos es Al Gore, exvicepresidente de Estados Unidos y destacado activista climático. En una entrevista el señor Al Gore dijo lo siguiente:
“Creo que es un momento para un gran reinicio. Tenemos que corregir muchos problemas que se han dejado sin resolver por demasiado tiempo. Y la crisis climática es una oportunidad para crear decenas de millones de nuevos empleos y limpiar el aire, y de paso reducir el índice de muertes por pandemias, porque la contaminación del aire debido a la quema de combustibles fósiles aumenta los índices de mortalidad por los coronavirus” (Today.com, junio del 2020).
Un gran reinicio es precisamente lo que muchos han deseado instaurar en el mundo, y la pandemia parece ofrecer obviamente la oportunidad que buscan para que sus deseos se hagan realidad.
Hay una cita bien conocida: “No hay que desaprovechar una buena crisis”, atribuida a variedad de autores, entre ellos Saul Alinsky y el alcalde de Chicago Rahm Emanuel. El punto es, como hace unos años explicó Emanuel, que una crisis inmensa representa “una oportunidad de hacer cosas que antes no parecían posibles”. Con razón o sin ella, muchos líderes ven así una oportunidad en la crisis de la cóvid-19. Piensan que un problema global requiere soluciones globales, y presenta oportunidades políticas que deben aprovecharse de inmediato.
Por ejemplo, el economista e ingeniero alemán Klaus Schwab dijo: “La pandemia representa una oportunidad, inusual y reducida, para reflexionar, reimaginar y reiniciar nuestro mundo” (WEforum.org, 3 de junio del 2020). Y el Foro Económico Mundial, fundado por Schwab y quien fue su presidente ejecutivo, se propone hacer precisamente eso en el 2021.
Cada año desde 1971, el Foro Económico Mundial (FEM) ha celebrado conferencias en las que líderes mundiales de gobierno, académicos y empresarios; se reúnen a dar y escuchar presentaciones sobre temas sociales, económicos, comerciales y políticos. Son reuniones muy exclusivas, se asiste por invitación y el costo de pertenecer al FEM es alto. El tema de la conferencia del 2021 en Lucerna, Suiza, será: “El gran reinicio”.
El FEM declara como una de sus políticas la siguiente: “El gran reinicio es una iniciativa del Foro Económico Mundial y su Alteza Real el Príncipe de Gales, con el fin de guiar a quienes tomarán decisiones en vías a un mundo más resistente y sostenible. Más allá del coronavirus, las consecuencias económicas de la cóvid-19 dominarán las percepciones de riesgo, pero es una oportunidad única para dar nueva forma a la economía global” (WEForum.org, 3 de junio del 2020).
Schwab ha detallado esta propuesta en un libro escrito en compañía de Thierry Malleret, titulado: Cóvid-19: El gran reinicio. En este, aseveran que “la índole problemática de los fundamentos de la civilización queda expuesta ahora como nunca antes, y se siente que ha llegado el momento para la reinvención. Surgirá un mundo nuevo, cuyos contornos nos corresponde tanto imaginar como trazar” (2020, págs. 11-12). Schwab y Malleret proponen una visión de un mundo reajustado en varios frentes importantes: económico, social, geopolítico, ambiental y tecnológico; con sus consecuencias en todos los aspectos de la civilización, desde gobiernos y grandes industrias, hasta familias y personas. La pandemia, a los ojos de Schwab, es una oportunidad inusual de dar nueva forma a las instituciones humanas: “Debemos aprovechar la oportunidad sin precedentes de repensar nuestro mundo” (pág. 19).
El FEM anteriormente ha propuesto grandes ideas para el mundo, pero su efecto ha sido poco. En cambio, el gran reinicio está recibiendo un grado de interés que vale la pena señalar. El príncipe de Gales no es la única persona prestigiosa que está de acuerdo.
Antonio Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, dijo: “El gran reinicio es un reconocimiento bienvenido de que esta tragedia humana tiene que ser una llamada de atención” (WEForum.org, 3 de junio del 2020).
Kristalina Georgieva, directora del Fondo Monetario Internacional, dijo: “Este es el momento de decidir si la historia va a reconocer este momento como el gran reinicio” (IMF.org, 3 de junio del 2020). En Twitter afirmó que “la recuperación luego de esta crisis es una oportunidad única en la vida para apoyar una transformación de la economía. Una economía más verde, más inteligente y más equitativa”.
Schwab y el FEM buscan lo que llaman una cuarta revolución industrial, que esperan transforme al mundo. Los miembros del FEM llevan muchos años desarrollando programas y ven esta pandemia como una oportunidad única para conseguir el respaldo de muchos más. En la visión del FEM, la cuarta revolución industrial cambiará a la humanidad, y lo dicen abiertamente, explicando en detalle los cambios que desean ver (WEForum.org).
Una parte de esta revolución sería la eliminación del capitalismo de accionistas orientado a los mercados, reemplazándolo por lo que llaman capitalismo de las partes interesadas. El capitalismo de accionistas, con su meta de dar la máxima ganancia a los accionistas, ha sido el modelo económico predominante durante buena parte del último siglo. La alternativa del FEM, o capitalismo de las partes interesadas, busca atender los deseos y necesidades de los muchos grupos competidores interesados en lo que hace la empresa.
El capitalismo de las partes interesadas es llamativo para muchos socialistas, porque puede darle al gobierno mayor control sobre las actividades corporativas con fines sociales y políticos, pero sin la responsabilidad de manejar la corporación. Esa responsabilidad y los dolores de cabeza que la acompañan, siguen asumidos por los administradores y dueños de la empresa. El FEM promueve activamente este modelo para las empresas del mundo.
Entre quienes se han unido al llamado para realizar grandes cambios en el orden mundial está el papa Francisco, cabeza de los 1.200 millones de católicos, y defensor mundial de causas importantes para muchos socialistas. Ha publicado una exhortación apostólica de 223 páginas titulada: Evangelii gaudium, en la cual plantea amplias metas sociopolíticas en términos morales y religiosos, y pide un cambio mundial en las esferas social, política y económica. Veamos lo siguiente:
“La inequidad es raíz de los males sociales”, dice Francisco en su obra (2013, párrafo 202) y el capitalismo es causa de la inequidad. Presenta la economía de mercado como “una nueva tiranía” (párrafo 56), agregando que “no podemos confiar en las fuerzas ciegas y en la mano invisible del mercado” (párrafo 204). El individualismo, en concepto de Francisco, es un obstáculo en la búsqueda colectiva del bien común. Escribe: “Reconozcamos que una cultura en la cual cada uno quiere ser el portador de una propia verdad subjetiva, hace difícil que los ciudadanos deseen integrar un proyecto común más allá de los beneficios y deseos personales” (párrafo 61).
En la encíclica del papa Francisco hace eco de ciertos temas de el gran reinicio propuesto por el FEM, al señalar: “La humanidad vive en este momento un giro histórico” (párrafo 51). Y cita el tema de la cancelación de la deuda diciendo que “la deuda y sus intereses alejan a los países de las posibilidades viables de su economía, y a los ciudadanos de su poder adquisitivo real” (párrafo 56). Como apoyo, cita las palabras de Juan Crisóstomo del siglo quinto: “No compartir con los pobres los propios bienes es robarles y quitarles la vida. No son nuestros los bienes que tenemos, sino suyos” (párrafo 57).
Y los católicos del mundo no son los únicos que prestan atención a lo que dice el Papa.
Algunos observadores sugieren que la pandemia es parte de una conspiración general, pero El Mundo de Mañana no se mete en política ni en teorías sobre conspiraciones. Sin embargo, es claro que una amplia serie de funcionarios abogan abiertamente por valerse de la pandemia actual para promover planes muy amplios, pero esto no podría llamarse una “conspiración”, cuando las aspiraciones del FEM se dan a conocer y se promueven ampliamente.
También hay críticos del FEM. Muchos ven en el Foro una pretensión socialista o peor. Andrew Stuttaford, colaborador del National Review, sugiere que el gran reinicio “tiene más que ver con entregar poder a unos líderes que con abogar por la dignidad de todo ser humano, concepto muy llamativo, pero difícil de reconciliar con una visión del mundo en que la mayor parte de las personas se consideran como víctimas, simples observadores o miembros de una comunidad impulsada por un propósito.
Ante el fracaso colosal de los gobiernos, no es claro por qué se hace preciso reiniciar el capitalismo, como tampoco es claro que el mundo, entidad política imaginaria, tomará decisiones tan amplias. Pero la democracia no tendrá mucho que ver… hay poco lugar para los que discrepan, por ejemplo, los votantes con sus ruidosos desacuerdos, o los accionistas con su codicia indecorosa…
Al club no lo perjudica el hecho de haber alcanzado una posición privilegiada dentro de la opaca clase gobernante del globalismo. El gobierno suizo ha designado al FEM como una institución internacional para la cooperación pública y privada; y le ha concedido, conforme a la historia del FEM, ‘los privilegios disfrutados por otras organizaciones internacionales, como el Comité Internacional de la Cruz Roja y las Naciones Unidas’…
El FEM sirve de amplificador y apoyo del autoritarismo blando de la futura clase gobernante global … y no siempre futura” (NationalReview.com, 29 de octubre del 2020).
Así como observa Stuttaford, el FEM ha alcanzado una posición privilegiada entre quienes buscan cambiar nuestro mundo. Quizá no sea admirado mundialmente, pero su alcance sí es casi mundial. Tal vez no siempre logre sus grandiosas metas, pero sí tiene mucha influencia.
Incluso quienes no están de acuerdo con las propuestas del FEM, quizá concuerden en que hay que hacer algo para resolver los problemas de nuestro mundo. Es interesante que la reunión anual del FEM generalmente se efectúa en las montañas suizas. La Biblia suele emplear la idea de un “monte” para representar un gobierno. Satanás tiene su “monte”, que en la actualidad es el mundo entero, ya que él es el “dios de este siglo” (2 Corintios 4:4). Y las Escrituras nos dicen que Jesucristo regresará para establecer su Reino, que Dios llama también su “santo monte” (Isaías 11:9; 56:7; 57:13).
El antiguo rey Nabucodonosor de Babilonia, soñó con una imagen enorme compuesta de varios materiales: oro, plata, bronce, hierro y barro; que representaba los gobiernos mundiales desde su época hasta el regreso de Jesucristo. En el sueño, que era una visión enviada por Dios, una piedra “cortada, no con mano” (Daniel 2:34), golpea la imagen en sus pies y la desmenuza, dejándola como polvo que se lleva el viento. Luego, la piedra crece hasta convertirse en un gran monte que llena toda la Tierra (vs. 31-35). El profeta Daniel interpretó el sueño y el significado de la piedra que se convertía en monte, diciendo que “en los días de estos reyes el Dios del Cielo levantará un Reino que no será jamás destruido, ni será el Reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre” (v. 44).
El FEM reúne a personas poderosas con el fin de planear diversas reformas para nuestro mundo. La humanidad sigue confiando en sus propias ideas y su propia “justicia”, siempre rechazando el camino de vida de Dios, su gobierno. El resultado inevitable ha sido el sufrimiento humano. Las causas de los males del mundo son espirituales. Los resultados son sociales y políticos. Las soluciones son bíblicas.
Las Escrituras muestran que no es posible “reformar” el mundo de Satanás, como no es posible reformar a Satanás. Jesucristo no viene a reformar el monte de Satanás (su reino), ¡sino a destruirlo y reemplazarlo con el suyo! ¡Esa es la buena noticia del Reino de Dios!
Los reformistas de los últimos 6.000 años han querido mejorar a la sociedad humana con diferentes formas de gobierno: tribal, feudal, monárquico e incluso anarquía, autocracia, democracia; para nombrar solo algunas. Y vez tras vez, los líderes humanos rechazan el gobierno de Dios y su camino de vida. Como resultado, el planeta está repleto de dolor, miseria, injusticia y destrucción. Los gobiernos y leyes del mundo se basan en las ideas y ocurrencias humanas sobre el bien y el mal, no en lo que Dios ordena; y el resultado es desdicha humana. Cuando Satanás tentó a Adán y Eva, dijo que podrían llegar a ser “como Dios, sabiendo el bien y el mal” (Génesis 3:5). Al aceptar ese ofrecimiento, activaron un sistema profano, bajo el cual la humanidad crearía sus propios gobiernos, sistemas educativos y demás instituciones que existen, totalmente separados del dominio divino.
La profecía dice que en los últimos días de esta era, tales sistemas de gobierno carnales terminarán siendo instrumentos de un gran líder político, aliado con un gran líder religioso, individuos conocidos en el libro del Apocalipsis como la bestia y el falso profeta. ¿Será el gran reinicio un medio que estos personajes profetizados podrán aprovechar para su propia ventaja? Solo Dios sabe la respuesta a esta pregunta. Quien sea capaz de poner en práctica un programa así, tendrá acceso, y muy rápidamente, a un gran poder. Sin embargo, debemos señalar que el pasado ha visto grandes empresas políticas que se propusieron y se desvanecieron.
|Pese a todo, el camino profético es seguro, y El Mundo de Mañana seguirá analizando los sucesos mundiales a la luz de la Palabra de Dios. ¡Sigan atentamente esta publicación! En el entretanto, podemos orar todos, pidiendo con fervor el regreso de Jesucristo, el único “Gran reinicio” que sí traerá el mundo que tanto necesitamos y deseamos. [MM]