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En un mundo contaminado por el odio, Jesucristo revela el remedio.
El mundo vive un período de divisiones que se profundizan cada día. Cada tuit, titular o proceso legal; parecen aumentar la enemistad entre las personas. Al ver que los políticos, celebridades y activistas cada vez añaden más y más nombres a su lista de enemigos, quizá recordemos ciertas enseñanzas y lecciones de la Biblia.
Una de ellas viene directamente de Jesucristo. Si somos sus discípulos debemos esforzarnos por seguirlo en cada aspecto de la vida: “Amad a vuestros enemigos” (Mateo 5:44). Podemos contribuir a un mundo mejor, y reflejar el mismo carácter de Dios el Padre y de Jesucristo cuando seguimos esta enseñanza.
Es un principio que la Biblia reitera más de una vez. Veamos un pasaje donde lo encontramos pronunciado por el Maestro:
“Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los Cielos, que hace salir su Sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos... Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los Cielos es perfecto” (Mateo 5:43-45, 48).
Si estas pocas frases se pusieran en práctica, transformarían al mundo. Las recientes elecciones presidenciales en los Estados Unidos, con las montañas de odio, negatividad y división que las rodearon; pusieron de manifiesto la realidad de que en este mundo hay muchas enemistades, aun dentro de las fronteras nacionales. Partidos políticos, religiones, grupos étnicos y países enteros se enfrentan, tristemente como verdaderos enemigos; los unos contra los otros en sus razones, creencias y conductas.
En el versículo 43 Jesús señaló a sus oyentes que los seres humanos tenemos una manera usual de tratar a los demás: amar a nuestro prójimo y aborrecer al enemigo. Esta es la forma como suelen tratarse los enemigos, así se desprende claramente de las noticias. Pero Jesús dijo que hay otra forma, una manera superior.
Se trata de su manera.
La manera de Dios el Padre y de Jesucristo es amar a todos los seres humanos. El verdadero amor de Dios es mucho más grande que una emoción. Es un compromiso de atender al bienestar de los demás; cualquiera que sea su color, partido, religión u origen étnico; independientemente de que estén de acuerdo o en desacuerdo con nosotros.
Jesús dijo que amar a los enemigos es bendecirlos, hacerles bien siempre que sea posible y orar por ellos. Fundamentalmente, significa recordar que aun nuestros peores enemigos son hechos a la imagen de Dios (Génesis 1:26). Dios les provee el Sol y la lluvia que necesitan, lo mismo que nos los provee a nosotros (Mateo 5:45). Dios desea que todo ser humano se salve conforme a su voluntad, y en el momento que Él lo disponga (1 Timoteo 2:4; 2 Pedro 3:9).
Esta es una de las facetas del carácter divino más difíciles de imitar. Luego de explicar el principio de amar a los enemigos, Jesús dice en Mateo 5:48: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los Cielos es perfecto”. Equipara esta característica de amar a los demás, incluso a los enemigos, con el hecho de ser perfectos como Dios. Esto es mucho, obviamente, es una de las más altas virtudes que se pueden alcanzar como seguidores de Jesucristo. Pero en realidad, el grado de dificultad no importa. Jesús ya dijo que el camino a la vida eterna sería difícil, pero no obstante que lo siguiéramos (Mateo 7:13-14).
Las elecciones recientes, sumadas a tantos asuntos mundiales, señalan las intensas divisiones entre mucha gente. Vivimos en los tiempos del fin, tiempos en los que aumentarían la iniquidad, o pecado, según dijo Jesús: “Por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará” (Mateo 24:12). El apóstol Pablo dijo que en el tiempo del fin, “habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno” (2 Timoteo 3:2-3). Ahora vemos el cumplimiento de estas profecías en los titulares de la prensa diaria. Es el resultado del camino de Satanás.
Jesús enseñó un camino mucho mejor, lo que el apóstol Pablo llamó “un camino aun más excelente” (1 Corintios 12:31); basado en el amor de Dios. Dios no está llamando a los cristianos a transformar a los gobiernos de este mundo mediante la política, las urnas ni las protestas. Lo que desea es que sigamos las huellas de su Hijo, dando el ejemplo correcto: “Para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo para que sigáis sus pisadas” (1 Pedro 2:21). Para hacerlo, debemos obedecer la ley divina del amor, y procurar vivir conforme a estas palabras de Jesucristo, que encierran un poderoso mensaje: Amar a nuestros enemigos, bendecirlos, hacerles el bien y orar por ellos.