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¿Ha oído hablar de los “milenials”? Si no los ha escuchado mencionar, se va a llevar un susto. Según la revista Time, los milenials son narcisistas, obsesionados con la fama, egoístas, perezosos e irresponsables (Time, “Milenials: La generación yo, yo, yo”, 20 de mayo de 2013). Además, son menos religiosos y menos propensos a leer o confiar en la Biblia que otras generaciones (Christianity Today, “Recopilaciones”, 16 de mayo de 2016). Los críticos sociales afirman que los padres y los maestros los han inculcado a desarrollar su sentimiento de autoestima y que los han colmado con premios de participación sin sentido. Según todas las apariencias, están condenados al fracaso, forzados a lidiar con un conjunto de circunstancias indeseables, y son una generación sin esperanza. ¡Y lo aterrador es que usted o alguien que usted conoce puede ser un milenial!
¿Qué es un milenial?
“Milenial” es la etiqueta popular que se le da a los adultos jóvenes de hoy. También se les llama “generación Y”, ya que siguieron a la “generación X”, el segmento de la población nacida a finales de los años 60 y principios de los años 80. Antes de la generación X, vino la “generación de los baby boomers” (nacida justo después de la Segunda Guerra Mundial) y, antes que ellos, la “generación GI” (que creció durante la Segunda Guerra Mundial y la Gran Depresión). Esta tendencia de etiquetar a las generaciones comenzó a principios del siglo XX con la novelista Gertrude Stein, quien acuñó el término "generación pérdida" para aquellos que vivieron la Primera Guerra Mundial. Pero entre todos estos, ¿los jóvenes de la generación de milenial son de alguna forma malvados? ¿Hay alguna esperanza para ellos? Veamos el panorama general.
Cada generación tiene un problema
Los miembros de la generación X de hoy en día a menudo tienen una visión crítica de los milenials. Pero hubo un momento en que los miembros de la generación X fueron objeto de burla por parte de sus propios predecesores, los baby boomers. En 1990, un artículo de la revista Time describió a los miembros de la generación X de esta manera: “Tienen problemas para tomar decisiones. Prefieren subir al Himalaya que subir la escalera corporativa. Anhelan entretenimiento, pero su capacidad de atención es tan corta como el lapso que toma cambiar de canal en la TV” (Time, “Veinteañero”, 16 de julio de 1990). Un artículo de Newsweek del 1985 ridiculizó a la generación X como la “generación del video”, preocupada por documentar cada momento de sus vidas con cámaras de video, la tecnología de punta de los años 80. Los baby boomers menospreciaron a los de la gen-X como la "generación actual", exigiendo una gratificación instantánea.
Pero en su juventud, los baby boomers también alarmaron a sus padres. Fueron etiquetados como la "generación yo", como rebeldes antisistema. En la década de 1950, películas tremendamente populares como "El salvaje" y "Rebelde sin causa" encabezaron todo un género de películas que mostraban a jóvenes destructivos, violentos y brutales. Incluso Broadway reflejó el crecimiento de la violencia juvenil, con el estreno de "West Side Story" en 1957, que retrata la muerte, el intento de violación y el asesinato. La delincuencia juvenil se consideró un peligro real y creciente, y un subcomité del Senado de los Estados Unidos llevó a cabo una investigación muy publicitada sobre la conexión entre las películas y la delincuencia juvenil. En 1969, una reunión de más de 400.000 jóvenes en Woodstock, Vermont, se convirtió en el símbolo de una generación joven de boomers, con muchas parejas sexuales, drogas y rock and roll.
Cada generación moderna, tras una inspección más cercana, tiene en su carácter la rebelión juvenil, el egoísmo y la inmadurez.
Pero esto no es solo un problema moderno. En una obra titulada “Las nubes” del dramaturgo griego Aristófanes, el personaje principal, Strepsiades, lamenta el hecho de que su hijo se recuesta cómodamente, “envuelto en cinco mantas”, y lucha por encontrar una solución para poder pagar por la vida de entretenimiento y los caballos de su hijo. De una época incluso anterior, se han encontrado fragmentos de una tablilla de 4.000 años de antigüedad en la ciudad sumeria de Nippur que describen el castigo requerido por la falta de disciplina de los estudiantes.
La simple verdad es que, a medida que envejecemos, reconocemos las fallas en las generaciones más jóvenes. Ya sea que seamos miembros de la generación X, analizando sabiamente los problemas de la generación de los milenials, o maestros en una antigua escuela sumeria para escribas, vemos los errores descuidados de la juventud. Pero la solución no está en los insultos hipócritas o simplemente en aceptar las cosas como son. ¡Hay esperanza para cada generación! Como en tantos casos, si escudriñamos la Palabra de Dios, podemos entender el problema y conocer las soluciones.
Características de la juventud
Según la Biblia, somos el producto de nuestra herencia y del medio ambiente. Nacemos con una naturaleza humana, ese espíritu propio del hombre, que nos diferencia de los animales. Y, aunque no nacemos pecadores, nacemos con una capacidad natural para el egoísmo humano. Si nuestros padres no trabajan con nosotros para frenar nuestras demandas egoístas e inmaduras, ese egoísmo puede volverse cada vez más peligroso para los demás. En Génesis 8:21, Dios le dijo a Noé después del diluvio “el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud”. Sin la ayuda de los padres, mentores y Dios, nuestros corazones y mentes serían sumamente egoístas, sin importar nuestra generación.
Otra característica que todos compartimos en nuestra juventud es el deseo de experimentar la vida por nuestra cuenta. El rey Salomón reconoció este hecho de la juventud, escribiendo en Eclesiastés 11:9: “Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos” En otras palabras, queremos ver y probar las cosas por nosotros mismos. Eso es natural. Pero también aprendemos de la Biblia que nos falta sabiduría y juicio en nuestra juventud. Proverbios 22:15 dice: “La necedad está ligada en el corazón del muchacho…”. Por lo tanto, la orientación constante de adultos mayores y más experimentados nos ayudará a superar los desafíos que enfrentamos. Nuestros padres pueden ayudarnos a evitar las trampas que pueden marcarnos y lastimar a otros, si somos receptivos a ellos. “Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, y no desprecies la dirección de tu madre…” (Proverbios 1:8).
Y leemos que habrá una tentación de seguir a nuestros semejantes en la violencia y el vicio: “Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar, no consientas. Si dijeren: Ven con nosotros; pongamos asechanzas para derramar sangre, acechemos sin motivo al inocente; los tragaremos vivos como el Seol, y enteros, como los que caen en un abismo; hallaremos riquezas de toda clase, llenaremos nuestras casas de despojos; echa tu suerte entre nosotros; tengamos todos una bolsa” (Proverbios 1:10–14). Estos versículos son solo una muestra de la guía que Dios da a los jóvenes en Su palabra. Y a la generación anterior se le ordena a asumir la responsabilidad de enseñar, instruir y guiar a la siguiente generación (Deuteronomio 11:19; Proverbios 22:6).
Un cambio de perspectiva
Cada generación en la historia ha tenido desafíos únicos para ellos. Y cada ser humano ha tenido desafíos que son únicos para él o ella. A medida que cada generación envejece, gran parte del egoísmo juvenil y la energía mal dirigida se desvanece en una madurez más experimentada. Esa es la progresión natural de las generaciones. Pero Dios quiere que no solo “crezcamos” físicamente, sino que maduremos espiritualmente. Y eso realmente puede comenzar cuando la persona es joven. En el Salmo 119:9, David escribió: “¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra.” Sí, incluso en nuestra juventud, como niños, adolescentes o adultos jóvenes, podemos romper la etiqueta que nos han asignado y ser un ejemplo positivo para quienes nos rodean.
Como Pablo le dijo a Timoteo: “Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza” (1 Timoteo 4:12).