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¿Ha notado cuántas veces se hace alusión a la costura en el capítulo 31 del libro de los Proverbios?
“Busca lana y lino, y con voluntad trabaja con sus manos” (Proverbios 31:13).
“Aplica su mano al huso, y sus manos a la rueca” (v. 19).
“Ella se hace tapices (v. 22).
“Hace telas, y vende (v. 24).
Dios también usó a mujeres talentosas para construir el tabernáculo en el antiguo Israel. “Además todas las mujeres sabias de corazón hilaban con sus manos, y traían lo que habían hilado: azul, púrpura, carmesí o lino fino” (Éxodo 35:25).
Hoy en día, podemos comprar fácilmente cualquier tipo de ropa, cortinas o ropa de cama, en lugar de hacerlas. Pero hay algo inspirador cuando elaboramos piezas con nuestras propias manos y tratamos de recrear la visión perfecta de la pieza que tenemos en nuestras mentes.
Muchas veces he prestado atención a ese impulso de crear, de tomar material sin forma y convertirlo en algo maravilloso. Y he descubierto que no soy una costurera talentosa. Ni una sola vez he cosido algo que resulte tan perfecto como lo había imaginado.
Lo más probable es que si hubiera vivido cuando se estaba construyendo el tabernáculo, habría estado en la categoría de las que suministraban los materiales y no en la de las mujeres talentosas que hicieron el trabajo. Sin embargo, de vez en cuando todavía saco mi máquina de coser para proyectos simples, generalmente mantas, pero nunca algo que sea complejo.
Sin embargo, la costura me ha ayudado a crecer como mujer y como madre cristiana.
Al igual que la crianza de los hijos, la costura puede ser bastante complicada y no tan fácil como parece. Coser requiere paciencia y disposición para ver los errores y corregirlos, dos características extremadamente importantes para una madre.
Cuando era niña, mi mamá me enseñó a coser paso a paso. No nos metimos en proyectos realmente complicados, pero ella sentó una buena base de los conceptos básicos de la costura.
Lo mismo aplica para la crianza de los hijos. Mis padres sentaron una buena base, inculcando la moral, la ética de trabajo y el impulso para que sus hijos triunfaran. Pero he aprendido que aplicando lo que uno cree que sabe puede resultar en algo muy diferente a lo que uno espera, tanto en la costura como en la crianza de los hijos.
En la adultez, las primeras veces que intenté coser algo, dependía de la supervisión de mi madre y después de completar con éxito algunos proyectos simples, me aventuré a probar con una manta por mi cuenta.
Mi primer intento fue un desastre. En primer lugar, estaba decidida a hacerlo sola y en segundo lugar, quería evitar tener que desbaratar algo. Ahora bien, las buenas costureras saben que hay que deshacer las malas puntadas. Sin embargo, traté de cubrir mis errores… digamos que rompí bastantes agujas y tuve que comprar un paquete de reemplazo, y la manta se veía terrible. La terminé, pero estaba avergonzada de la mala calidad mi proyecto.
Sin embargo, esos errores me dieron un gran impulso. En la próxima oportunidad tuve más cuidado al cortar la tela. Todavía tenía problemas para coser en línea recta, pero desbaraté las peores costuras y las volví a coser, aunque no perfectamente.
La costura brinda algunas lecciones interesantes que se aplican también a ser madre:
Si bien la costura nunca será uno de mis dones, me ha brindado grandes beneficios (aparte de las mantas cálidas), crecimiento espiritual y reflexión personal. Los estudios incluso han demostrado que “crear o cuidar cosas con las manos mejora la salud mental y nos hace felices… Las manos trabajadoras también fomentan un flujo en la mente que conduce a un pensamiento creativo, gozoso y espontáneo. Los momentos de crecimiento ocurren cuando uno juega, reflexiona y sueña despierto”.
La animo a que sea como la esposa virtuosa de Proverbios 31 e intente coser. Incluso si no parece tener mucha habilidad para ello, es posible que le sorprenda lo que puede aprender.