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La empresa Neuralink de Elon Musk acaba de recibir aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos, para estudiar los efectos de esta nueva tecnología en humanos (BBC, 26 de mayo de 2023). La empresa de tecnología tiene la intención de implantar microchips en el cerebro para tratar ciertas condiciones de salud como la parálisis y la ceguera, y para permitir el acceso a las computadoras por parte de los discapacitados. Algunos casos de esta tecnología ya están en funcionamiento. Recientemente, “un holandés de 40 años que quedó paralizado en un accidente de bicicleta que sufrió hace 12 años”, recibió implantes que lo ayudaron a recuperar la capacidad de caminar (The Guardian, 7 de junio de 2023).
Sin embargo, existen preocupaciones sobre hacia dónde se dirige esta tecnología. Un director de la Oficina del Comisionado de Información del Reino Unido recientemente dijo: “La neurotecnología recopila información personal íntima que las personas a menudo desconocen, incluidas las emociones y comportamientos complejos. Las consecuencias podrían ser desastrosas si estas tecnologías se desarrollan o implementan de manera inapropiada”. Sin embargo, por medio de Neuralink, Elon Musk espera que “algún día los implantes [de su compañía] serán un ‘dispositivo de consumo’ que incluso podría servir como ‘una unidad de respaldo para su ser no físico, su alma digital’”.
Desde hace mucho tiempo, los seres humanos han deseado jugar a ser Dios, siguiendo el mal ejemplo de Satanás el diablo, quien trató de usurpar el trono de Dios (Isaías 14:12–15). Si bien esta neurotecnología puede permitir a la humanidad curar enfermedades previamente incurables, los seres humanos deben tener cuidado al asumir prerrogativas divinas, porque hay un Dios real. Las Escrituras indican que Dios intervino poderosamente en la torre de Babel para detener la dirección en la que se dirigía la sociedad impía y limitar las capacidades de la humanidad (Génesis 11:1–6). Pocos hoy, en nuestro mundo cada vez más secular, reconocen suficientemente los peligros de permitir que nuestro crecimiento tecnológico supere nuestra capacidad moral para manejar las nuevas tecnologías de manera ética. Para más información sobre el fundamento de la moralidad que hemos rechazado, lean nuestro folleto gratuito, Los diez mandamientos.