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En la versión en inglés de nuestra revista El Mundo de Mañana, a partir del pasado mes de septiembre hemos hecho un cambio en la cantidad de ediciones de la revista que enviamos cada año. Permítanme explicar las razones por las que en El Mundo de Mañana somos víctimas de nuestro propio éxito.
No toda persona en el mundo tiene el mismo concepto acerca del éxito. Para algunos, es vivir felices en la vida, lo que muchos traducirían como tener suficiente dinero para hacer todas las cosas que se desean. Para otros, tener un buen matrimonio con hijos e hijas y con el tiempo nietos. Y para muchos es escalar en la jerarquía empresarial o llegar a ser una celebridad. En mi mensaje de la edición anterior hablé del propósito de la vida. ¿Qué éxito puede ser mayor que descubrir y llevar a cabo el propósito que Dios tiene para nuestra existencia?
Desde nuestro punto de vista, debemos preguntarnos qué significa el éxito para El Mundo de Mañana. En la mayoría de las empresas, lo que cuenta son los resultados financieros: cuanto mayores sean las ventas, mayor el ingreso y mayor el éxito. Aquí, en El Mundo de Mañana, medimos el éxito de otra forma. Para nosotros, el éxito consiste en la cantidad de revistas que podemos obsequiar, a cuántas personas podemos llegar con la verdad de la Biblia… verdad que, además, no es lo que la mayoría piensa. En términos más amplios, el éxito para nosotros es llevar a cabo la obra que Dios nos ha comisionado: predicar las buenas noticias del venidero Reino de Dios, y advertir de lo que inexorablemente sucederá si el mundo no llega a hacer un cambio total en su conducta, y emprender un rumbo nuevo. Pero no vemos ningún indicio de ese cambio.
En muestro mundo moderno, muchos ven la verdad como algo fluido o cambiante. Se dice que “tu verdad no es mi verdad”. Sí, es cierto que no todos perciben la verdad de la misma manera. Sin embargo, verdad es verdad, y no corresponde a cada individuo definirla. No construimos puentes ni aviones según lo que cada quién percibe como las verdades de la ingeniería. Los diseños pueden variar, pero no hay distingos en cuanto a lo que funciona y lo que no funciona en el ámbito de la ingeniería, las matemáticas y otras muchas materias.
Las dificultades surgen cuando se trata de la conducta humana. La moral se presta más a discusión que la aerodinámica, y a la gente le complace promover su propia percepción de las normas morales. Si nosotros fuéramos producto del azar, generados mediante el proceso de la evolución, entonces las ideas de cualquiera podrían ser correctas. Sin embargo, aun en el campo de la conducta humana, hay cosas que funcionan y cosas que no.
Por ejemplo, una unión matrimonial monógama, donde reina la fidelidad entre un hombre y una mujer, funciona muchísimo mejor que otras alternativas que suelen proponerse. Los activistas Marshall Kirk y Hunter Madsen fueron (aunque algunos lo cuestionan) los más responsables de imponer la aceptación de la homosexualidad en los Estados Unidos y en el mundo, y su importante publicación: Cómo conquistará Estados Unidos su miedo y odio hacia los gays en los años 90, ofrecía una especie de mapa vial de la nueva moralidad sexual para nuestros días. No obstante, su obra reconoce que, en varios aspectos, lo que observaban en la conducta homosexual era defectuoso. “Las relaciones entre hombres gays generalmente no duran mucho… La unión romántica de hombre con hombre es en sí más inestable que la pareja de hombre con mujer [Si la verdad duele, lo lamentamos]” (pág. 318). En comparación con las parejas heterosexuales, concluyen que “seguramente la proporción de infidelidades entre hombres homosexuales ‘casados’, con el tiempo suficiente se acerca al 100%” (pág. 330).
Todos nuestros intentos por definir el bien y el mal por nuestra cuenta, inevitablemente empeoran la vida de la humanidad en vez de mejorarla.
Definir el bien y el mal es prerrogativa de Dios (Salmos 16:2). Solamente Dios decide el final desde el principio (Isaías 46:9-10). Cuando toda la historia quede escrita, solamente Dios prevalecerá (Apocalipsis 11:15). En El Mundo de Mañana estamos comprometidos a proclamar la verdad de Dios como aparece en su Palabra; por medio de esta revista, transmisiones semanales, folletos, mensajes grabados en audio y video, el Curso bíblico por correspondencia y más.
Cuando comenzó el confinamiento por la cóvid-19 en marzo del 2020, pensamos que las donaciones bajarían, como expresé en una carta a los miembros de la Iglesia del Dios Viviente y a los colaboradores que patrocinan El Mundo de Mañana. Su respuesta fue generosa: respondieron en la medida de sus posibilidades, y mucho agradecimos su lealtad y apoyo para que los suscriptores pudieran continuar recibiendo nuestras publicaciones sin costo alguno.
En los dos años que siguieron, ocurrió algo inesperado. Una persona con un gran patrimonio nos incluyó en su testamento. Además, nos llegaron otras donaciones especiales, y nos vimos en la mejor posición económica que jamás habíamos esperado en nuestra historia. En situación así, no quisimos quedarnos de brazos cruzados viendo cómo el mundo se desmorona; y nos propusimos aprovechar estas reservas para ampliar la obra. De inmediato dimos prioridad a la revista, y el número de suscriptores se duplicó; y más que se duplicó, de 301.000 en enero del 2020, en enero del 2023 llegó a 615.000. Manteniendo el costo más o menos igual, en el 2021 pasamos de seis a diez ediciones de la revista en inglés cada año.
Al mismo tiempo, lo que buscamos no es solo muchos suscriptores, sino muchos lectores. La prudencia financiera dice que, si no tenemos noticias de alguien, por ejemplo, si un suscriptor en tres años no nos ha pedido folletos de los que ofrecemos, procedamos a averiguar si todavía está interesado en nuestro material, pidiendo que renueve su subscripción gratuita. Si el suscriptor no responde a la oferta de renovar la suscripción gratuita, suspendemos el envío de la revista. Con el tiempo, redujimos el plazo de suscripción de tres años a dos, lo que explica por qué el número de suscriptores ha disminuido por debajo de los 600.000 en los últimos meses. La revista continúa siendo gratuita y así será siempre, como ordenó Jesucristo: “Gratis lo recibisteis; dadlo gratis” (Mateo 10:8, Biblia de Jerusalén). Pero sí es importante saber que cada suscriptor realmente desea la revista.
Por otra parte, contratamos más personal necesario para la producción televisual y editorial, y aumentamos el presupuesto para la compra de tiempo en estaciones de televisión. Pero ahora reconocemos que llegó el momento de frenar un poco los gastos. Los costos de impresión y envío por correo han aumentado mucho. Cada aumento, aunque pequeño, se va sumando, y cuando se trata de más de medio millón de revistas y cuatro ediciones más por año, el total no es insignificante, en especial si al mismo tiempo duplicamos el número de suscriptores. Por esas razones, hemos vuelto a publicar El Mundo de Mañana en inglés seis veces al año a partir de la edición de septiembre y octubre del 2023.
En muchos sentidos, somos víctimas de nuestro propio éxito. Nos emociona ver que se ha duplicado la lista de suscriptores. Nos agrada saber que aumentamos el número y calidad de estaciones de televisión que transmiten El Mundo de Mañana. Estamos agradecidos por el nuevo personal que aporta a la calidad y cantidad de lo que producimos. Agradecemos que durante casi dos años pudimos aumentar el número de revistas que enviamos gratuitamente. Y con todo y la necesidad de desacelerar los gastos, continuamos avanzando.
Como saben la mayoría de nuestros lectores, la humanidad va por muy mal camino. Geopolíticamente, el mundo está trastornado, con antiguas alianzas que se deshacen y otras nuevas que se forman. Hay quienes piensan que las primeras balas de la Tercera Guerra Mundial ya se han disparado, como señalamos en El Mundo de Mañana, edición de julio y agosto del 2023, que tiene en la portada la pregunta “¿Se habrá iniciado la III Guerra Mundial?”
Los Estados Unidos y otros países descienden por un abismo económico cuyas consecuencias serán asoladoras. Europa está en crisis, y las crisis generan hombres fuertes, decisivos y carismáticos dispuestos a ofrecer soluciones. Al principio tal vez se presenten como salvadores… aunque sabemos por la historia que su empeño en la búsqueda del poder no siempre termina bien. La profecía bíblica revela que en el tiempo del fin, que ya se acerca, un líder político y un líder religioso carismáticos traerán la destrucción.
No podemos dejar de cumplir con la comisión de predicar la buena noticia del Reino de Dios que trajo Jesús, acerca de la cual ordenó: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15), siguiendo el ejemplo de nuestro Salvador: “Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del Reino de Dios; porque para esto he sido enviado” (Lucas 4:43); y no podemos dejar de advertir a la humanidad y procurar salvar “a los que están en peligro de muerte” (Proverbios 24:11).