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Para los esclavos fugitivos que viajaban en el ferrocarril subterráneo, un árbol patrimonial en Ontario era el símbolo de la libertad. Pero, ¿quién traerá la verdadera libertad a un mundo esclavizado por el pecado?
Un majestuoso roble blanco que se yergue junto a una tranquila ruta de senderismo, dentro de la zona de conservación natural de Westminster Ponds en Londres, Ontario, Canadá. El árbol tiene unos tres metros de diámetro y aproximadamente la altura de un edificio de diez pisos. Es uno de los árboles más antiguos de la ciudad, y se estima que tiene 675 años, mucho más allá de la normal vida útil de la especie. Como árbol, es impresionante y hermoso. Pero hay más en este árbol que su apariencia física y su edad.
En el año 2012, la provincia de Ontario y la ciudad de Londres lo reconocieron oficialmente como árbol patrimonial, designación que solo han obtenido dos árboles en Londres. Este roble blanco, conocido simplemente como el árbol del encuentro, tiene un importante significado histórico. Estaba en una de las dos docenas de estaciones del ferrocarril subterráneo, dentro de Canadá, para pasajeros que viajaban desde los Estados Unidos.
Desde principios del siglo 19 hasta 1865, el ferrocarril subterráneo ayudó a miles de afroamericanos esclavizados en los Estados Unidos a escapar hacia la libertad. No era un verdadero ferrocarril físico con trenes y vías, sino más bien una red secreta, organizada por personas que ofrecían refugio, transporte y ayuda. El destino principal era la Norteamérica británica, que dio inicio al Dominio de Canadá. Entre 30.000 y 40.000 esclavos fugitivos, para encontrar la libertad en Canadá, recorrieron la ardua ruta guiándose por la estrella Polar. Algunos habrían experimentado su primera experiencia de libertad legal en Londres, Ontario, bajo las acogedoras y protectoras ramas del árbol del encuentro.
Quienes tomaron el ferrocarril subterráneo, con frecuencia vieron su difícil situación análoga al relato bíblico del Éxodo, y vieron a Canadá como su Tierra Prometida. ¿Por qué vieron estos esclavos fugitivos a Canadá como un refugio muy favorable?
En Canadá, la situación económica era muy diferente a la de otras regiones de América. Entre los siglos 16 y 19 fueron traídos a América unos 12 millones de esclavos africanos. De esos esclavos solo una pequeña fracción, entre 4.000 y 5.000, fueron vendidos en Canadá. La economía canadiense no requería de una gran fuerza laboral y, en el apogeo de la esclavitud, los esclavos en Montreal, el municipio más grande de Canadá en ese momento, constituían menos del uno por ciento de la población (Tamara Extian-Babiuk, Biblioteca y Archivos de Canadá, febrero del 2006, pág. 7). En comparación, según la información del censo, el porcentaje de esclavos en los Estados Unidos, antes de la Guerra Civil, era del 13 por ciento: 4 millones de esclavos en una población total de 31 millones, concentrados principalmente en los estados del Sur.
El clima y los suelos del Sureste de los Estados Unidos lo hacían muy apropiado para la agricultura comercial, y la esclavitud era la mejor fuente de mano de obra para grandes plantaciones; algo muy importante para la economía. Las leyes protegían los derechos de los propietarios para utilizar a los esclavos como su mano de obra. En los Estados Unidos las leyes para los esclavos fugitivos de 1793 y 1850 les imponían duras penas, así como para quienes les ayudaran o interfirieron con su recaptura. Esas leyes les otorgaban a los propietarios de esclavos el derecho de buscar y capturar fugitivos en cualquier lugar del país. Sin ningún lugar para estar a salvo de su captura, los esclavos fugitivos tenían que huir del país para encontrar la libertad. Además, había rumores sobre un ambiente legislativo cambiante en Canadá relacionado con la esclavitud.
En 1793, la provincia del Alto Canadá, región en el Sur de la actual provincia de Ontario, bajo el liderazgo de Lord John Graves Simcoe, aprobó una ley para impedir una mayor introducción de esclavos, y limitar la duración de los contratos de servidumbre, conocida menos formalmente como Ley para limitar la esclavitud en el Alto Canadá. Fue una de las primeras leyes contra la esclavitud dentro del Imperio Británico. Si bien la ley no liberó directamente a ningún esclavo, ni impidió la venta de esclavos dentro de la provincia o a través de la frontera con los Estados Unidos; sí allanó el camino hacia la emancipación. Las personas esclavizadas en la provincia, en el momento de la promulgación, seguían siendo propiedad de sus dueños de por vida, o hasta que sus dueños las liberaran; sin embargo, los hijos nacidos de esos esclavos después de que la ley entrara en vigor, debían ser liberados al cumplir los 25 años de edad.
Los antiguos propietarios de esclavos debían brindar seguridad a los esclavos liberados, para garantizar que no se convirtieran en una carga para la sociedad. Esta parte de la legislación estimulaba a los propietarios para contratar a sus antiguos esclavos como sirvientes, en virtud de acuerdos contractuales regulados por la ley. Además, la ley declaraba ilegal la importación de esclavos a Canadá, lo que significaba que cualquier esclavo, traído o escapado hacia Canadá, quedaba libre al llegar, y además quedaba fuera de la jurisdicción de las leyes de esclavos fugitivos de los Estados Unidos.
En 1865, la decimotercera enmienda a la Constitución de los Estados Unidos se convirtió en ley, y abolió la esclavitud más de tres decenios después de que Canadá pusiera fin a esta práctica. La esclavitud en Canadá, y en la mayor parte del Imperio Británico, terminó con una ley titulada: Ley para la abolición de la esclavitud en las colonias británicas, para promover la industria con los esclavos liberados, y para compensar a las personas hasta ahora con derecho a los servicios de dichos esclavos; más tarde conocida como: Ley de abolición de la esclavitud.
Esta ley del Parlamento británico recibió la aprobación real el 28 de agosto de 1833, y entró en vigor el 1 de agosto de 1834. Según esta legislación, todos los esclavos menores de seis años fueron liberados. Los mayores de seis años debían compensar a sus antiguos propietarios por la pérdida de sus futuros servicios, trabajando como aprendices no remunerados 40 horas semanales durante cuatro años, recibiendo la emancipación total el 1 de agosto de 1838. Fue después de esta emancipación, cuando el mayor número de esclavos estadounidenses comenzaron a viajar en el ferrocarril subterráneo hacia Canadá, y continuaron hasta que terminó la esclavitud en los Estados Unidos en 1865.
Dios creó a todas las personas a su imagen y semejanza (Génesis 1:26), con un propósito asombroso: llegar a tener muchos hijos (1 Juan 3:2). El apóstol Juan hizo una declaración simple pero profunda acerca de Dios: Dios es amor (1 Juan 4:8, 16). Debido a que es amor, y debido a que la humanidad tiene su imagen y semejanza, la bondad de Dios se extienden a todas las personas, y sobre todo su misericordia (Salmos 145:8-9). Dios condena la opresión y castigará a quienes se aprovechen de una ventaja sobre los demás (Éxodo 22:21-24).
Si bien Dios no abolió la esclavitud cuando liberó al pueblo de Israel de su dura servidumbre en Egipto, sí reguló su práctica mediante leyes y estatutos que les dio a los israelitas. Leyes que exigían el reconocimiento del valor inherente y la dignidad en todas las personas. Su intención fue que los israelitas modelaran y mostraran su forma de vida, mediante la cual todos los seres humanos sean valorados y respetados. Sin embargo, los israelitas se alejaron de Dios y no lograron convertirse en esa nación ejemplar.
A lo largo de la historia; en casi todos los imperios, naciones o culturas, y aun en la actualidad; podemos encontrar ejemplos de esclavitud opresiva. Pero el final de todas esas opresiones o esclavitudes está en el horizonte. Todas las naciones, incluyendo las actuales descendientes de Israel, se han alejado de Dios; tal como lo hicieron sus antepasados. Pero Dios romperá el orgullo y la arrogancia de la humanidad y habrá un regreso hacia el Eterno.
Entonces, en el Reino de Dios, bajo el gobierno perfecto de Jesucristo y los santos resucitados, este mundo se convertirá en un modelo de justicia, una verdadera Tierra Prometida (Ezequiel 39:25-29). En ese tiempo, el árbol del encuentro, tomará un nuevo significado, porque “cada uno se sentará debajo de su vid y debajo de su higuera, y nadie los espantará” (Miqueas 4:4). Para obtener más información sobre este maravilloso futuro, solicite un ejemplar gratuito de nuestro folleto: El maravilloso mundo de mañana: ¿Cómo será? Pídalo mediante un correo a: [email protected], o puede leerlo en línea ingresando a nuestro sitio en la red: www.elmundodemanana.org.