En los últimos cinco meses, la mortífera enfermedad diarreica conocida como cólera ha infectado a más de medio millón de personas y hasta ahora ha causado la muerte de unas 2.000 personas, en su mayoría niños y ancianos (Deutsche Welle, 14 de agosto de 2017). La enfermedad es el resultado de agua y alimentos contaminados por las aguas sucias y residuales. Tristemente, no hay suficiente agua limpia para mejorar las condiciones que están causando la epidemia, y no hay suficientes médicos u hospitales para tratar a los enfermos.