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Parece que la pandemia de la COVID-19 no ha afectado únicamente a las personas y a la economía. Una nueva investigación del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) ha alertado sobre un “‘comportamiento inusual o agresivo’ en las ratas provocado por más de dos meses de ausencia de personas en la calles” (The Guardian, 25 de mayo de 2020). Las ratas urbanas que normalmente se alimentan de los desperdicios de alimentos de los restaurantes y la basura en las calles, ya no tienen disponible esas fuentes de alimento.
Recientemente se ha observado que muchas ratas se alimentan unas de otras o de sus propias crías. El Washington Post informa que se han observado comportamientos inusualmente agresivos en Nueva York, Nueva Orleans y Chicago. Las ratas hambrientas están comenzando a dañar los automóviles, ya que consumen componentes del motor, neumáticos y cubiertas de cables, lo que provoca incendios y les cuesta a los propietarios grandes sumas de dinero en reparaciones o reemplazos (23 de mayo de 2020). El Post también señala: “Las ratas pueden transmitir enfermedades asociadas con los alimentos, tales como la salmonella, y su orina también puede empeorar las alergias y el asma”. Las ratas pueden transmitir directamente enfermedades mortales como el hantavirus, la fiebre hemorrágica, la peste y la tularemia, así como también pueden transmitir indirectamente muchas otras enfermedades por medio de pulgas y garrapatas.
Dios advirtió a las naciones de descendencia israelita que debido a sus pecados y desobediencia: No solo utilizaría otras naciones para castigarlos, sino también enfermedades y bestias de la Tierra (Levítico 26:14-16, 21-25; Jeremías 15:3–4). Hasta ahora, no estamos presenciando una infestación de ratas de “proporciones bíblicas”. Sin embargo, por lo que está sucediendo, podemos ver cómo esta plaga podría surgir fácilmente en las principales ciudades de todo el mundo, como resultado de la eliminación de las fuentes de alimentos regulares de estos roedores. Para más información, lean “Plagas venideras: el caballo amarillo”.