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No es probable que se cumpla el objetivo de las Naciones Unidas de acabar con el hambre en el mundo para 2030 (Deutsche Welle, 15 de julio de 2019). Su reciente informe estima que 820 millones de personas en todo el mundo sufren hambre crónica. Casi 150 millones de estas personas son niños cuyo crecimiento se ve impedido por la mala nutrición. Un informe reciente de la ONU estima que “alrededor de dos mil millones de personas en todo el mundo no tienen acceso suficiente a alimentos limpios y nutritivos”. El informe continúa: “La mayoría de las personas que padecen hambre crónica, por insuficiencia de comida (saludable o no) viven en Asia (500 millones), con aproximadamente 260 millones en África, particularmente en el África subsahariana”.
Los factores que contribuyen a la desnutrición mundial incluyen la guerra, el hambre, las condiciones climáticas extremas y la pobreza. Los alimentos más saludables suelen ser más costosos, por lo que las personas pobres consumen alimentos que son mucho menos nutritivos. Solo este año, tanto las lluvias extremas como las sequías extremas han provocado la escasez en los cultivos en todo el mundo.
Las profecías bíblicas revelan que conforme nos acercamos al fin de esta era, la escasez de alimentos, y el hambre seguirán aumentando, contribuyendo eventualmente a la muerte de un número extremadamente grande de personas (Apocalipsis 6:5-8). Sin embargo, las profecías bíblicas también anuncian que vendrá un tiempo, después del retorno de Jesucristo, ¡cuando la abundancia de alimentos será la norma! Será un tiempo en el que habrá tanta comida que “el que ara alcanzará al segador” (Amós 9:13-15). Para más información sobre este tiempo de abundancia, lean el folleto: El maravilloso mundo de mañana.