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Si hemos de honrar a Dios en todo lo que hacemos (Colosenses 3:17, 23), ¿cómo podría el ejercicio físico ayudar a honrarlo? El apóstol Pablo escribió que el “cuerpo es templo del Espíritu Santo” (1 Corintios 6:19). De hecho, contrario a lo que se cree popularmente, él enfatizó que nuestros cuerpos “no son nuestros", sino que pertenecen a Dios. Por lo tanto, sería lógico pensar que, al cuidar bien del templo de Dios, que es nuestro cuerpo, honramos a Dios. ¡Y el ejercicio físico regular es una de las formas más poderosas de cuidar nuestro cuerpo!
En las últimas dos décadas, ha surgido una avalancha de investigaciones que demuestran, cada vez más, lo poderoso que es el ejercicio para mejorar el estado de ánimo y las emociones, controlar el peso, fortalecer el sistema inmunológico, reducir la inflamación e incluso mejorar las estructuras cerebrales (The Conversación, 25 de febrero de 2021). El ejercicio físico y simplemente mover el cuerpo regularmente es una de las herramientas más poderosas a nuestra disposición para mejorar la salud, prevenir enfermedades y mejorar nuestro estado mental. Dios nos creó para que prácticamente todos tengamos acceso a esta maravillosa y eficaz herramienta. El ejercicio, en la medida en que uno pueda incorporarlo en su vida, es una de las herramientas más útiles a nuestra disposición para cuidar e incluso mejorar nuestro cuerpo, el templo del Espíritu Santo de Dios.
Tenemos muchas opciones en la vida, y muchos en nuestra sociedad sedentaria optan por no tomar el tiempo para ejercitar y como resultado, se pierden de muchos beneficios. Sin embargo, usted puede optar por dedicar tiempo a la actividad física regular y no solo disfrutar de los beneficiosos resultados, sino que también puede honrar a Dios cuidando de su “templo”. Para más información sobre los beneficios de la actividad física y cómo mejorar sus hábitos de ejercicio, lean el capítulo tres de nuestro folleto Principios bíblicos de la salud.