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A medida que la crisis financiera continúa en Venezuela, sus refugiados siguen migrando a las naciones vecinas en busca de alimento. En cinco años, más de dos millones de venezolanos han abandonado sus hogares en busca de alimento, esperanza y trabajo (The Guardian, 24 de diciembre de 2018). Casi 100,000 de estos refugiados han migrado a Brasil y se espera que esta cifra aumente. Por tal motivo, el gobierno brasileño amenaza con retirarse del pacto migratorio de la ONU, que obliga a la nación a aceptar a los refugiados provenientes de Venezuela.
La delincuencia y violencia en Venezuela han alcanzado niveles épicos, y la gran afluencia de migrantes a los países vecinos está causando los mismos problemas a esas naciones. Venezuela, que era una de las naciones más ricas de Sudamérica, ahora tiene una moneda que prácticamente ha perdido su valor. En las ciudades fronterizas de las naciones vecinas, hombres y mujeres están vendiendo sus cuerpos, y las mujeres venden su cabello y su leche materna para financiar su éxodo de Venezuela (Fox News, 22 de diciembre de 2018). Una encuesta reciente de los hospitales de Venezuela informó: “más del 95 por ciento de las máquinas de tomografía computarizada y resonancia magnética no funcionan… el 43 por ciento de los laboratorios están fuera de servicio, el 33 por ciento de las camas están rotas y el 51 por ciento de los hospitales carecen de suministros de emergencia”. También hay un resurgimiento de enfermedades erradicadas hace décadas y una explosión de infecciones que no se pueden tratar debido a la escasez de medicamentos, presionando a los desesperados venezolanos a buscar trabajo y caridad en los países vecinos.
La Biblia revela: “Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte” (Proverbios 14:12). Lamentablemente, los líderes de Venezuela no buscan respuestas ni en Dios y ni en su Palabra, para superar su crisis. Como dice la Biblia: “Cuando los justos dominan, el pueblo se alegra; más cuando domina el impío, el pueblo gime” (Proverbios 29:2). Venezuela es solo un ejemplo más de la necesidad de la humanidad de un liderazgo justo y solidario, algo que Jesucristo establecerá cuando regrese a esta Tierra. Mientras tanto, las personas conmovidas por el sufrimiento de esa nación deben orar fervientemente: “Venga tu Reino” (Mateo 6:10). Para más información vean “Utopía global: un sueño imposible”.