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En algún momento en la década de 1960, Israel se convirtió en la primera nación de Oriente Medio en poseer una bomba nuclear. Gracias a la ayuda de Francia, Israel creó un sistema de disuasión nuclear destinado a permitir que esta joven nación sobreviviera mientras estaba rodeada de naciones que odian su existencia. Quienes se oponen a las ambiciones nucleares de Israel advirtieron que estos esfuerzos podrían conducir a una carrera armamentista nuclear en el Oriente Medio. Sin embargo, tal vez debido en parte a los esfuerzos de Israel por evitar intencionalmente reconocer públicamente y hacer alarde de su capacidad nuclear, esa carrera armamentista nunca comenzó.
Sin embargo, los tiempos han cambiado y muchos creen que un Irán con armas nucleares es inevitable. En septiembre, “el príncipe heredero saudita Mohammed bin Salman ocupó los titulares internacionales cuando dijo que si Irán, el rival regional de su país, logra conseguir una bomba nuclear, entonces Arabia Saudita también necesitará una” (Deutsche Welle, 25 de mayo de 2024). Actualmente, Arabia Saudita está trabajando en un importante acuerdo con Estados Unidos, y muchos analistas creen que el acuerdo incluirá ayuda de Estados Unidos para que los sauditas desarrollen energía nuclear con fines pacíficos, mientras buscan reducir su dependencia del petróleo. Sin embargo, otros analistas admiten que “la tecnología utilizada para el enriquecimiento de uranio produce combustible para reactores nucleares civiles, pero también puede dar lugar a uranio apto para armas nucleares”. Arabia Saudita ha amenazado con retirarse de cualquier acuerdo con Estados Unidos que no les permita enriquecer su propio uranio.
Actualmente, muchas naciones se están rearmando, con armas de naturaleza nuclear. Jesús dijo que el fin del siglo sería un tiempo en el que la capacidad destructiva del hombre habría crecido tanto que, “si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; más por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados” (Mateo 24:22). La capacidad de la humanidad para destruir toda la vida en la Tierra solo surgió con el desarrollo de armas atómicas al final de la Segunda Guerra Mundial, y desde entonces el poder devastador de las armas nucleares no ha hecho más que crecer. Al ver nuestro mundo moderno, las palabras que Cristo pronunció hace casi 2.000 años se vuelven aún más claras.