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En un artículo de opinión para The Telegraph, el autor Tim Stanley planteó una pregunta: “Pero, ¿qué le sucede a una sociedad, muchas de cuyas leyes se basan en los diez mandamientos, cuando la inmensa mayoría de los ciudadanos ya no creen en las enseñanzas de Moisés o San Pablo?” (31 de marzo de 2024). Stanley continuó dejando claro que las leyes que tratan la vida humana como sagrada y una cultura que apoya los esfuerzos heroicos de la profesión médica para preservar la vida, emanan de una base influenciada por los diez mandamientos y otros principios bíblicos. Sin embargo, hoy, a medida que vemos los diez mandamientos y las Escrituras cada vez más excluidos de la sociedad, la vida se está convirtiendo en un mero producto.
Los comentarios de Stanley fueron en respuesta a un artículo del exlegislador y comentarista político Matthew Parris, quien esbozó una justificación para poner fin a la vida de las personas mayores una vez que se convierten en una carga económica para la sociedad, comparándolas con productos que dejan de ser útiles (The Times, 29 de marzo de 2024). Parris afirma que, con el tiempo, el suicidio “será visto como un camino normal para muchos y considerado socialmente responsable e incluso, finalmente, cada vez más personas estarán dispuesta a aceptarlo”, y lo llama “algo bueno”.
Sin embargo, la Biblia define el asesinato como pecado (Éxodo 20:13), y la vida humana es sagrada, hecha a imagen y semejanza de Dios (Génesis 1:26-27). De hecho, a los cristianos se les dice claramente que sus cuerpos no son suyos, contrario a la creencia popular (1 Corintios 6:19). Desde esta perspectiva, quitarse la vida también es claramente un asesinato y un pecado. Sin embargo, esta posición moral no significa nada cuando la Biblia ya no es un fundamento para la moralidad. Como dijo Tim Stanley en la conclusión de su ensayo: “En una cultura atea, más allá del aquí y el ahora, hay poco por qué vivir, y cuando el aquí y el ahora se vuelven insoportables, no hay otro lugar al que recurrir excepto la muerte”. El título de su artículo es escalofriantemente cierto: “Una época que rechaza a Dios termina matando a sus ancianos”. Cuando se trata de la vida y la muerte, nuestras sociedades posmodernas se están volviendo crueles, tal como se profetizó que serían (2 Timoteo 3:1-4). Para más información sobre esta inquietante tendencia, lean “¿Cuánto vale la vida humana?”