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La revista médica británica The Lancet, recientemente informó, que como resultado de la pandemia de la Cóvid-19: “Un total de 1.5 millones de niños en todo el mundo han perdido a un padre, un abuelo que ayudó a cuidarlos o un tutor responsable de su cuido” (The Hill, 21 de julio de 2021). Los autores del estudio señalan: “La orfandad y las muertes de cuidadores son una pandemia oculta como resultado de las muertes asociadas a la enfermedad Cóvid-19”. Según el estudio: “Por cada dos muertes por Cóvid-19, un niño enfrenta la muerte de un padre o un cuidador”. Lamentablemente, esta situación no es diferente a la de los “huérfanos a causa del SIDA” que sufren en todo el mundo.
Si bien los informes de los medios de comunicación continuamente se centran en el impacto económico y las muertes por la pandemia, a menudo se pasan por alto los rostros de los niños pequeños que sufren. Sin embargo, la Biblia enfatiza la importancia de cuidar a los huérfanos: “La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo” (Santiago 1:27). La humanidad debería sentirse conmovida por el sufrimiento que vemos a nuestro alrededor y clamar fervientemente por el retorno de Cristo y el fin del sufrimiento. Aunque la Gran Tribulación tendrá como resultado aún más huérfanos, las profecías bíblicas describen un futuro muy alentador. La visión de Isaías describe a los niños de ese futuro siendo cuidados por los más fuertes. No habrá más sufrimiento ni niños abandonados (Isaías 49:22–23).
Hoy, el mundo está lleno de sufrimiento para muchas personas, especialmente para los niños. Cuando Jesucristo regrese, el gobierno de Dios pondrá fin al sufrimiento de todos. Para más información sobre este maravilloso tiempo que se avecina, lean El maravilloso mundo de mañana.