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El 24 de octubre del 2015 marcó los 70 años de vida de las Naciones Unidas, una organización internacional que busca, según reza la introducción de su carta constitutiva, "preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra" y "reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre".
La organización, que hoy cuenta 193 estados miembros, comenzó hace 70 años con solo 51. Pese a sus 70 años de creciente notoriedad e influencia en el mundo, nuestro planeta continúa bajo el azote de las guerras, genocidios, violaciones, hambre y el desplazamiento de los más débiles y vulnerables.
Cabe preguntarse, entonces, si la humanidad algún día alcanzará la paz mundial. ¿Aprenderemos las lecciones de los primeros 70 años de la ONU? Por otro lado, ¿podremos usted y yo lograr individualmente lo que la ONU no ha podido?
Durante buena parte del 2015, las Naciones Unidas ha conmemorado hitos importantes mientras se preparaba para celebrar su aniversario "ONU 70". Al mismo tiempo, millones de seres continúan sufriendo los efectos de la violencia, mientras los líderes de la ONU reconocen que la capacidad de esa organización queda a la zaga de los problemas cada vez más complejos y graves que imperan en todo el mundo.
En un reciente foro en Oslo, el secretario general Ban Ki-moon hizo una grave advertencia en el sentido de que las Naciones Unidas y sus socios se encuentran bajo una presión "sin precedentes" en sus esfuerzos por suplir las necesidades humanitarias. Con la imperfección que caracteriza a los gobiernos humanos, ¿acaso la ONU y sus estados miembros podrán superar estos retos "sin precedentes" y establecer la paz y los derechos fundamentales, ahora o en el futuro previsible?
La respuesta, lamentablemente, es: "¡No!". Aunque la ONU, como muchas otras instituciones, intente hacer el bien, sabemos que en ausencia de la ley de Dios veremos cumplirse esta profecía de Isaías: "No conocieron camino de paz, ni hay justicia en sus caminos" (Isaías 59:8). Además, la Biblia predice que en los años venideros, todas las instituciones y todas las naciones serán abrumadas por una violencia creciente, que culminará con la "gran tribulación", el peor período de guerra y sufrimiento que el mundo haya conocido (Mateo 24:21; 2 Timoteo 3:1).
¡Se estima que entre 1945 y el 2000 murieron casi 51 millones de personas en 250 guerras en el mundo! Esto no incluye los incontables millones de personas violadas, heridas, perseguidas, desplazadas y esclavizadas. Solo en Afganistán y Pakistán, se calculan en 149.000 los muertos y 162.000 los heridos de gravedad en guerras regionales desde el 2001. Desde el 2003, murieron más de 134.000 civiles en la guerra en Irak, y después vinieron los atentados del Estado Islámico en los años 2014 y 2015, que, según estimaciones de la ONU, producirán más de tres millones de refugiados y desplazados antes del final del 2015.
En la totalidad del siglo 20, por lo menos 108 millones de personas murieron en guerras, y los historiadores han calculado que en los últimos 3.400 años de civilización documentada, la humanidad ha estado en relativa paz solamente 268 años, escasamente el 8 por ciento de la historia.
La ONU tiene unos 120.000 pacificadores colocados en 16 países y cuatro continentes. Pero, ¿dónde están la paz y la seguridad en Siria? ¿Dónde está la paz en Ucrania? ¿Dónde están los "derechos fundamentales" en Corea del Norte, buena parte de África y el Oriente Medio? ¿Acaso hay paz y seguridad en regiones de Europa, Australia y los Estados Unidos; plagadas de crimen, maltrato infantil, violación carnal, asesinato, extorsión y violencia?
Aunque agradecemos que muchos en la ONU realmente estén intentando ayudar, esa organización no ha podido ni podrá traer paz al mundo. En sus 70 años, no ha alcanzado sus metas, y no puede alcanzarlas. Los hechos de actualidad, así como la profecía bíblica, muestran que la humanidad se encamina a más guerras y conflictos en los próximos años (ver Mateo 24:3-21; Apocalipsis 6).
Felizmente, y esto lo saben los estudiosos de la Biblia, ¡no tardará mucho en establecerse la verdadera paz, con prosperidad, abundancia, legalidad, seguridad y dignidad humana! ¡Es una promesa fundada en la Palabra de Dios! Es algo que sí se hará realidad. Aunque la ONU no puede alcanzar sus metas en esta era, ¡hay esperanza de un mundo mejor!
Es importante preguntarse si usted está siendo llamado a formar parte de este gran cometido. La historia de la ONU es fascinante, pero sus fracasos y sus éxitos son simples y débiles ejemplos humanos que señalan hacia una verdad más grande: ¡Que la paz mundial vendrá solamente cuando Dios la traiga a la Tierra con el regreso de su Hijo, Jesucristo!
Con 70 años de existencia de la ONU, la triste y cruenta realidad es que no ha podido "preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra". No ha podido establecer paz en la Tierra. Cuando en los campos y desiertos desde Asia hasta Latinoamérica; y en las ciudades de Kabul, Mogadiscio, Bagdad, Ciudad Juárez y Abiyán; y aun en las ciudades de Detroit, Chicago, Londres, París, México y Pretoria; los ciudadanos andan con temor. Es evidente que la humanidad no ha hallado el camino de la paz. ¡Tenemos las pruebas dolorosas de que la ONU no ha alcanzado sus metas ni cumplido sus esperanzas!
En su lugar, el mundo necesita el gobierno poderoso y perfecto de Jesucristo, pero también necesita líderes que gobiernen bajo Cristo y que hayan aprendido a cumplir el mandamiento de Dios en Deuteronomio 16:19 de no pervertir la justicia, ni mostrar parcialidad ni recibir soborno. El mundo necesita líderes bajo Jesucristo que sean "justos, que gobiernen en el temor de Dios" (2 Samuel 23:3). Dios exige líderes justos porque Él es justo y porque cuando Jesucristo regrese va a gobernar con justicia y rectitud (ver Isaías 11:3-4).
En este tiempo los verdaderos cristianos son llamado a proclamar las buenas noticias del regreso de Jesucristo y del Reino de Dios venidero (Marcos 16:15). Además, se están preparando para ser los líderes en el milenio, o el mundo de mañana. El mundo necesita que Cristo regrese y necesita aquellos líderes futuros que están aprendiendo a glorificar a Dios en todo lo que hacen (Romanos 15:6; 1 Corintios 6:20), que están aprendiendo a servir a los demás (Gálatas 5:13), a vivir conforme a la ley divina (1 Juan 5:2-3), a practicar la humildad, el amor, la fe y todos los frutos del Espíritu (Gálatas 5:22-23), a ser pacíficos (Mateo 5:9, Santiago 3:17) y a hacer justicia, amar la misericordia y andar humildemente delante de Dios (Miqueas 6:8).
Los cristianos en este tiempo están siendo llamados para cumplir un propósito increíble, uno que va más allá de las capacidades de la ONU y de cualquier organización humana. Los verdaderos cristianos son llamados a prepararse para su destino de gobernar bajo Jesucristo (Isaías 30:21; Lucas 22:26-27; Apocalipsis 5:10; 20:4-5) en el Reino de Dios sobre la Tierra. Un día, Cristo regresará y, en compañía de sus santos resucitados, logrará lo que la ONU no ha podido. ¡Que Dios traiga pronto ese día!