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¿Es cierto que Dios guía el curso de la historia? Pocos saben que Moisés, el éxodo y los reyes israelitas, David y Salomón, fueron parte de uno de los momentos de transformación más importantes en la historia del mundo.
Ese período afectó a otras naciones poderosas durante un período de 500 años de 1400 a 900ac. El fulminante que desató el cambio fue una serie espectacular de sucesos ocurridos alrededor del año 1200 ac. Esos hechos dramáticos fueron extraordinaria confirmación de que Dios guía el curso de la historia humana, tal como lo dice la Biblia: "Él multiplica las naciones y Él las destruye" (Job 12:23) y "quita reyes y pone reyes" (Daniel 2:21).
El colapso de las culturas de la Edad de Bronce alrededor del año 1200 ac se ha descrito como la peor catástrofe de la historia antigua, aun más calamitosa que el colapso del Imperio Romano de Occidente. También se ha llamado un hito en la historia y un punto de cambio para el mundo antiguo. La Edad de Bronce (3000 ac a 1200 ac) fue un período entre la Edad de Piedra y la Edad de Hierro, caracterizada por la amplia utilización de herramientas, armas e instrumentos de bronce. Fue una edad que vio el desarrollo de códigos legales, el comienzo de la urbanización y también gobiernos centralizados e imperios. Igualmente, vio el avance de los conocimientos en matemáticas, astronomía y navegación; redes comerciales extensas en que se buscaban fuentes de estaño y cobre, para hacer bronce, y la distribución de productos manufacturados.
El mundo, relativamente estable, que existió en los años después del diluvio: la Edad de Bronce, llegó a un fin estrepitoso en pocos decenios alrededor del año 1200 ac, cuando una serie de catástrofes se unieron para borrar las señales de la civilización en la región al oriente del Mediterráneo. Los estudios arqueológicos revelan que en ese violento período toda ciudad al oriente del Mediterráneo quedó destruida, y muchas jamás se volvieron a poblar. En el Sur de Grecia y en Asia Menor hubo destrucción similar. Las causas de la destrucción fueron, entre otras, cambios climáticos, sequías, hambrunas, enfermedades, terremotos, erupciones volcánicas, revueltas internas, el creciente empleo del hierro y las invasiones de pueblos del mar que trastornaban las rutas comerciales; elemento indispensable del mundo interconectado.
El fin repentino y violento de la Edad de Bronce vio la descomposición de imperios, una severa reducción del saber y el fin de potencias que antaño fueron dominantes. Los egipcios, hititas y troyanos en Asia Menor y los minoicos en Creta y micénicos en el Sur de Grecia; fueron pueblos que controlaron las rutas comerciales en aquel tiempo. Pero el derrumbe de la Edad del Bronce preparó el escenario para el surgimiento de un nuevo conjunto de potencias y un nuevo comienzo con otras civilizaciones, entre ellas los fenicios, filisteos e israelitas. El fin de la Edad de Bronce fue solo una fase de ese momento de transformación en la historia. ¡Pero hubo otra fase que constituyó parte vital del plan de Dios para la humanidad!
Según las Escrituras una serie de hitos históricos ocurrieron hacia el fin de la Edad de Bronce, alrededor del año 1400 AC: Moisés, las plagas de Egipto, el éxodo y la entrega de la ley en el monte Sinaí. El colapso de la Edad de Bronce cerca del año 1200 ac ocurrió en tiempos de los Jueces cuando las doce tribus de Israel estaban ocupando la tierra prometida en Canaán. Fueron tiempos de anarquía y trastorno en que "cada uno hacía lo que bien le parecía" (Jueces 21:25); tal como lo han confirmado los arqueólogos. Ciertas inscripciones egipcias revelan que entre los pueblos del mar que invadieron Canaán se contaban los pueblos shardanas y danunas (posiblemente israelitas de la tribu de Dan) que eran circuncidados y llevaban yelmo, en lo cual se asemejaban a las representaciones de los vikingos daneses de épocas posteriores. Historiadores sugieren que los israelitas aprovecharon el caos generado por los pueblos del mar en Canaán para entrar y asumir el control de la región, porque ellos estarían entre los grupos de pueblos que formarían un nuevo orden mundial, surgido del caos resultante del final de la Edad del Bronce tardía.
Cuando Dios libró a los israelitas de la esclavitud en Egipto, y les dio su ley en el monte Sinaí, les dijo: "Ahora, pues, si diereis oído a mi voz y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos" (Éxodo 19:5-6; Deuteronomio 7:6-7). La intención de Dios era que los israelitas, dotados de sus leyes y sus bendiciones, se distinguieran de las naciones paganas que los rodeaban (Deuteronomio 4:1-8). La religión de este pueblo escogido, revelada por vía divina, incluía el culto monoteísta del único Dios verdadero así como leyes que prohibían el sacrificio humano, el infanticidio, la fornicación y el adulterio, la mentira, el hurto, el asesinato y las muertes por diversión. Las leyes de Dios protegían la unidad familiar y promovían la igualdad ante le ley, la responsabilidad individual, la educación y el saber; la responsabilidad social y la importancia de la paciencia, la misericordia y la humildad.
Terminada la Edad de Bronce, y con la aparición de Samuel y de los reyes David y Salomón (aproximadamente 1000 ac), la nación de Israel creció y floreció, y los frutos de las leyes divinas se hicieron notar a los ojos de las demás naciones. Cuando la reina de Sabá, del Sur de Arabia, llegó a visitar a Salomón; se admiró al ver su sabiduría y la paz y prosperidad de su reino (1 Reyes 10:1-10). Establecido en la tierra prometida por la mano de Dios, el pueblo escogido mostraba el ejemplo de un modo de vida mejor a sus vecinos y al mundo.
En los siglos que siguieron, los israelitas como nación, no permanecieron fieles a su pacto con Dios. Ahora Dios está injertando a muchos gentiles dentro del "Israel espiritual" para que reciban sus promesas y bendiciones. No obstante, la influencia de Israel ha permanecido. Cuando los judíos regresaron a Jerusalén en el año 539 ac, Esdras y Nehemías trabajaron para restaurar la religión de sus antepasados israelitas (Esdras 7:1-10; Nehemías 8). Mediante los esfuerzos de generaciones de escribas judíos (Romanos 3:1-2), se preservaron las leyes de Dios y ejercieron una gran influencia sobre las leyes y los valores de la civilización occidental. Tanto es así, que John Adams, segundo presidente de los Estados Unidos, afirmó: "Los hebreos han hecho más por civilizar a los hombres que cualquiera otra nación".
El colapso de la Edad de Bronce abrió un espacio para que los israelitas surgieran del caos de imperios descompuestos y cumplieran un papel importante como "pueblo escogido" en uno de los momentos de mayor transformación en la historia universal. Estos sucesos dramáticos también demuestran como "el Altísimo tiene dominio en el reino de los hombres y que lo da a quien Él quiere" (Daniel 4:25).