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¡La vida es breve! Es mucho más breve de lo que quizá pensábamos cuando comprendimos que también la nuestra llegaría un día a su fin. Los jóvenes se enamoran y sueñan con casarse, tener familia y envejecer juntos; pero el resultado en esta última fase es menos romántica cuando la vejez viene acompañada de problemas y un enfrentamiento a la realidad. Y esa realidad es cuando uno se da cuenta de que la vida sí es breve y que el tiempo para hacer todo lo que se deseaba se está acabando.
Lamentablemente, la mayoría de las personas desconocen del todo la razón de su propia existencia. La vida para ellas es cuestión de aprovechar toda la diversión y todo el placer que puedan. No piensan ni saben de propósito alguno más allá del sepulcro. Pocas se entusiasman con el concepto de ir al Cielo. Lo que motiva a muchos a asistir a los templos es lo que aprendieron que podría ocurrirles si no van al Cielo. Su religión, de hecho, es una religión “por si acaso”, ¡en la cual se ocupan muy poco en prepararse para la otra vida! Lo que se impone es el aquí y el ahora.
¿Cuál es su situación? ¿Vive usted la vida como quien realmente busca la inmortalidad? Después de todo, la vida en el más allá es una realidad o no lo es. ¡No hay otra posibilidad! ¿Cómo lo ve usted? ¿Está viviendo su vida con la resurrección en mente? ¿O se limita a cumplir exteriormente con ir a la iglesia una hora cada semana por si acaso hay otra vida, o algún tipo de juicio final?
Permítanme contarles algo que me ocurrió hace poco. Estuve con unos amigos en un concierto donde se presentó el Elías de Mendelssohn, y noté que algunos entre el público leían el programa. Si no tenían mejor oído que yo, les resultaría difícil seguir el hilo de la historia. Charlotte, en el estado de Carolina del Norte, se encuentra en el corazón de la franja bíblica de los Estados Unidos, y es probable que muchos tuvieran al menos cierta familiaridad con el relato bíblico. Pero no pude menos de preguntarme: “¿Cuántos lo entienden de verdad?” Parece que no muchos, y lo digo por lo siguiente:
Pocos saben a qué se refería Elías cuando preguntó: “¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si el Eterno es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él” (1 Reyes 18:21). ¿Fue acaso una pregunta solo para ese momento? ¿Rinde alguien en este tiempo culto a Baal?
El Nuevo comentario bíblico revisado de Donald Guthrie arroja luz sobre este tema: “Parece decir, literalmente: ‘¿Hasta cuándo van a saltar entre un camino y otro?’ El pecado del pueblo no era rechazar el culto a Yahvé, sino pretender combinarlo con el culto a Baal. Tal sincretismo suele mirarse como muestra de amplitud mental, y lo contrario, como estrechez mental. Pero Yahvé de Israel no dejaba lugar a otros dioses”.
Indiscutiblemente, el cristianismo convencional de hoy es un sincretismo, o mezcla de prácticas bíblicas y paganas. El día escogido para el culto viene del mitraísmo, que es una forma de culto al Sol. La fecha escogida para celebrar el nacimiento de Cristo es el natalicio de Mitra, el “dios” de ese sistema. Casi todos los símbolos y tradiciones navideñas vienen de costumbres paganas. En cuanto a los huevos y conejos de Pascua, estos son símbolos de fecundidad bien conocidos, nada tienen que ver con la crucifixión y resurrección de Cristo.
El cristianismo tradicional rechaza mandatos claros de la Biblia. El séptimo día, sábado, es uno de los diez mandamientos, pero lo rechazan; lo mismo que los días santos anuales que guardaban Jesús, sus apóstoles y los cristianos del primer siglo. Pero el engaño es todavía mayor.
No se trata solamente de guardar el día que no es o los días festivos que no son, sino que el propio evangelio traído al mundo por Jesucristo ha sido reemplazado por “otro evangelio”. Hoy la gente no reconocería el verdadero. Porque el cristianismo moderno está imbuido de un espíritu enteramente distinto del que caracterizó al cristianismo original (2 Corintios 11:4). La doctrina pagana del alma inmortal goza de aceptación casi universal entre quienes se declaran cristianos, pero es algo que la Biblia no enseña. Al contrario, lo que enseña es la necesidad de que “esto mortal se vista de inmortalidad” (1 Corintios 15:53). La falsa doctrina del alma inmortal también contradice a Romanos 6:23: “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”. Lo que ganamos con pecar es la muerte, no la vida eterna en un infierno de fuego. La vida eterna no es algo que ya tengamos, sino una “dádiva” o “regalo de Dios”. Y hay más, mucho más.
Pero ¿acaso la gente lo capta? ¡Parece que no! La gente en tiempos de Elías no lo captaba y la gente de hoy no es diferente. Los hechos no parecen importar. Continúan adorando a Dios de maneras que le desagradan porque no tiemblan ante su palabra. Hasta la idea de temblar ante su palabra les es extraña y dura. Sin embargo, Dios nos informa por medio del profeta Isaías: “Miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu y que tiembla a mi palabra… Porque escogieron sus propios caminos y su alma amó sus abominaciones, también yo escogeré para ellos escarnios y traeré sobre ellos lo que temieron; porque llamé y nadie respondió; hablé y no oyeron, sino que hicieron lo malo delante de mis ojos y escogieron lo que me desagrada” (Isaías 66:2-4).
Mendelssohn presenta a Elías y al siervo del Rey como testigos contra el pueblo. De hecho, Dios ha dispuesto desde hace siglos que haya gente para cumplir esa función. Llegará el día cuando Dios facultará a dos individuos para ser testigos, con obras milagrosas, contra nuestro mundo rebelde. Apocalipsis 11 dice: “Daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días… Estos tienen poder para cerrar el cielo, a fin de que no llueva en los días de su profecía; y tienen poder sobre las aguas para convertirlas en sangre y para herir la tierra con toda plaga, cuantas veces quieran” (vs. 3, 6).
El papel que cumplirán estos dos testigos será muy parecido al papel de los antiguos profetas, en que harán milagros y explicarán a las naciones la necesidad de que se arrepientan. Pero lamentablemente, la historia de la antigua Israel nos recuerda que aun en presencia de milagros divinos y manifestaciones del poder de Dios, hay muchos que no se arrepienten ni hacen verdaderos cambios en su vida. Y aun cuando lo hagan, terminan por regresar a sus viejos hábitos cómodos de pecado. La historia confirma que así fue en la antigua Israel, pueblo que, vez tras vez, fue advertido de las consecuencias de sus decisiones pero nunca alcanzó a ver el panorama completo.
Y así como la antigua Israel no lo captó, ¡la gente de hoy tampoco lo capta! Unos caen en el engaño de creer en una evolución sin Dios. Otros se han criado en medios no cristianos. Y los que se criaron en lo que consideran una religión bíblica también están engañados. Han caído en el engaño de pensar que pueden mezclar doctrinas y prácticas paganas con las bíblicas. Dios no se agrada, como no se agradó cuando Acab y Jezabel combinaban el culto de Baal con el culto del Dios verdadero.
Todo lo anterior es para llamar la atención de usted. Si hay vida después de la muerte, las decisiones que usted tome tienen muchísima importancia. Lo importante no es lo que hagan otros. ¿Lo capta usted? Si es así, ¿qué va a hacer? ¿Seguirá mezclando el “culto a Baal” con el culto al Dios verdadero? ¿O tiene usted el valor de cambiar su vida y andar con otros que no están “doblando la rodilla ante Baal”? (1 Reyes 19:18). Si tiene interés en reunirse con otros, lo invitamos a comunicarse con la oficina regional más cercana en la lista de la página 2 de esta revista.