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Debo confesar que no era mi mejor momento. Mi esposa tenía un empleo de tiempo parcial en una tienda de ventas al detalle, y todos los años sus colegas hacían una cena de caza y pesca. Cada miembro del departamento llevaba algún producto de la cacería o la pesca: trucha, salmón, venado, pato, ganso; lo que pudieron cazar, pescar o atrapar. Estábamos en Michigan, donde había mucha caza y pesca, así que no era difícil aportar algo a la cena.
El departamento era pequeño, los asistentes a la cena éramos unas diez o doce personas, incluidos los cónyuges. Cierto año, cuando llegamos, la anfitriona nos invitó a entrar, y nos dijo que las mujeres estaban en la cocina y los hombres en el sótano preparando las ratas… ratas almizcleras. Algunos las probaron, Carol y yo no. Solo disfrutamos de los alimentos que Dios dispuso para el consumo humano: venado y pescado.
Después de cenar, algunos estábamos conversando frente a la chimenea, cuando surgió el tema de las diferencias entre hombres y mujeres. Una de las esposas, graduada hacía poco de la universidad, empezó a repetir el adoctrinamiento que había recibido: que los hombres y mujeres son iguales, que la diferencia entre los sexos es una fabricación social, ya que a los niños les dan pantalones y camiones y a las niñas les dan vestidos y muñecas. Ella había asimilado por completo el argumento.
Entonces tuve mi momento menos que ideal. No repetiré exactamente todo lo que dije, pero puse en duda, sin ambages, sus facultades mentales. No fue la mejor forma de manejar, en un medio social, una necedad nacida de la ignorancia. Ella puso fin a su intervención y se fue a hablar con las mujeres en la cocina. ¡Esto fue hace unos 40 años! Hoy, gran parte de nuestra sociedad ha aceptado la idea de la “fabricación social”. Muchas jugueterías han eliminado las secciones de niños y niñas, y las han fusionado en una. ¿Por qué no darle una casa de muñecas a cada niño y un camión de juguete a cada niña? La confusión respecto de los sexos, lejos de acabarse, ha renacido con algunos cambios. Ahora tenemos una generación de graduados universitarios y otros, que parecen creer que es imposible determinar el sexo de un niño al nacer.
Incluso el Departamento de Estado de los Estados Unidos, ha cedido a la presión, como se ve en el siguiente informe radial del 2021, transmitido por la estación National Public Radio:
“A partir de este momento, quien solicite un pasaporte de los Estados Unidos, podrá limitarse a marcar “M” o “F” como sexo, sin necesidad de presentar una certificación médica si lo indicado no concuerda con sus demás documentos. Y pronto los solicitantes tendrán la opción de escoger un indicador de sexo que no sea masculino ni femenino, indicó el Departamento de Estado el miércoles. El secretario de estado, Antony Blinken, anunció los cambios como ‘nuevos pasos hacia el trato justo de los ciudadanos estadounidenses LGBTQI, cualquiera que sea su sexo’. Con estas medidas, se cumple una promesa de la campaña de Biden: Estados Unidos agregará una tercera opción de sexo en los pasaportes” (npr.org).
¿Qué es lo está ocurriendo? ¿Por qué tanta confusión? ¿Y qué hay detrás de esta agenda de que “lo malo es bueno”?
La mayoría ha perdido de vista algo que la Biblia revela: que Satanás es real, que ha engañado al mundo entero (Apocalipsis 12:9), y que los antiguos profetas bíblicos predijeron lo que estamos viendo. Isaías profetizó que llegaría el día cuando nuestros líderes llevarían a las naciones por caminos terriblemente equivocados (Isaías 3:12), llamando bueno a lo malo y malo a lo bueno (Isaías 5:20).
No todos aceptan este modo de ver el mundo al revés. La doctora Miriam Grossman ha sino una guerrera que habla contra el movimiento de confusión de sexos. Esta valiente psiquiatra, que trabajó en la universidad de California en Los Ángeles, se hizo sentir en el 2006 con su valioso libro Unprotected [Desprotegidos], en el que denunció lo que ocurre en los departamentos de servicios de salud en universidades de todo Estados Unidos, Canadá, y seguramente en otros países occidentales. La doctora Grossman reveló el objetivo de quienes promueven su agenda revolucionaria sobre la sexualidad humana:
“El cambio social que conciben algunos de ellos es profundo. Pretenden desestabilizar una verdad de la ciencia y la civilización: que los sexos son profunda y esencialmente distintos. Su objetivo es una cultura andrógina, donde las diferencias entre masculino y femenino se descartan o se niegan, y donde el vínculo entre ellos pierda toda su singularidad. Afirmo que convertir la sesión de terapia o la consulta clínica en un instrumento para promover esta agenda, es una corrupción de la profesión de la salud. Exige una respuesta. Ya es bastante malo que Hollywood promocione la androginia, la promiscuidad y las sexualidades alternas; peor aún es que esto reciba el respaldo de entidades de salud y administradores universitarios”.
Un libro más reciente que denuncia el desmantelamiento de la normalidad es Irreversible Damage [Daño irreversible], de Abigail Shrier. Esta autora expresa su alarma por lo que observa en los colegios y universidades de los Estados Unidos: Aparecen grupos de mujeres jóvenes que desean ser hombres, motivadas, sin duda, por el adoctrinamiento académico y las redes sociales. Lo contrario también ocurre, como se ve en las noticias sobre muchachos y hombres biológicos que compiten en deportes de mujeres.
Qué mundo es el nuestro, donde la diferencia entre hombre y mujer se borra en el aula, en el gobierno, en los medios de difusión y en Hollywood. Qué terrible es criarse en este tiempo, cuando los colegios e incluso algunos padres rechazan la idea de que un hijo nace varón o mujer. Dicen que él o ella puede ser lo contrario de lo que muestra el cuerpo, o que puede ser algo enteramente imaginario según sus emociones del momento, o lo que la profesión médica llama “disforia de sexo”. Todavía se recomienda que busquemos tratamiento para la anorexia, o sea, la idea errónea de que un cuerpo delgado es gordo; en cambio, comienza a ser mal vista la oposición a las ideas falsas de que un cuerpo masculino es femenino o viceversa.
Este movimiento se remonta a varios decenios. No comenzó hace dos años cuando lo advirtió Abigail Shrier, ni hace 16 años cuando lo denunció Miriam Grossman. Ni siquiera comenzó hace 40 años en la “cena de caza y pesca”, donde estuvimos mi esposa y yo. Esta agenda lleva decenios y solo ahora se está viendo el grado de perversión que encierra.
Si usted desea saber lo que enfrentan sus hijos y nietos en este mundo increíblemente confundido, le tenemos un regalo. Mi colega y presentador del programa, Wallace Smith, ha grabado un DVD gratuito que nunca antes se había ofrecido: La verdad acerca del movimiento transexual. Ofrecemos a los suscriptores de El Mundo de Mañana la primera oportunidad de recibir un ejemplar antes de ofrecerlo a nuestros televidentes.
El portal de la doctora Grossman tiene los siguientes fragmentos en letra grande, reflejo de su desconsuelo por esta ideología que promocionan jefes de programas de atención de salud en varias universidades:
Mi profesión capturada.
Mis colegas cobardes.
Educadores corruptos. Hijos sacrificados.
Familias destruidas. La civilización demolida.
En El Mundo de Mañana no somos profesionales en medicina, sino que nos dedicamos a enseñar verdades bíblicas. Pero lamentablemente, aun entre el clero hay muchos que han aceptado la transexualidad. Otros, carentes de valor, no se pronuncian por temor al ostracismo. Han abandonado la enseñanza bíblica, y los niños resultan sacrificados en el altar de la popularidad social, o el temor de ser señalados”. Se destruyen familias y se demuelen civilizaciones. Pero en El Mundo de Mañana no es así. Nosotros seguiremos hablando de estos temas, como podrán ver en el DVD de Wallace Smith titulado: La verdad acerca del movimiento transexual. Solo se requiere enviar un correo a: [email protected], para hacernos saber que desea un ejemplar. Es enteramente gratuito, como todos nuestros materiales.
No dé por un hecho que ese movimiento no afectará a sus hijos y nietos. Quienes hemos estado atentos a las noticias, sabemos que esta agenda se promueve en colegios, aun desde el jardín infantil, y en lugares como los parques temáticos. Muchas vidas sufren una alteración irreversible y el índice de suicidios va en aumento. El peligro es real, así que preparémonos con el conocimiento de lo que ocurre en los colegios y en las redes sociales. Pida su ejemplar hoy mismo.