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Muchos piensan que el año 2020 pasará a la historia como uno de los más problemáticos en la historia moderna. En muchos países y regiones hemos visto agitación social, desde la América Latina hasta los Estados Unidos, Europa y Hong Kong. La pandemia de la covid-19 es algo que todos quisiéramos olvidar, pero su mayor secuela bien podría ser años de repercusiones económicas. Y cuando las economías se derrumban, suelen venir cosas aún peores.
El año 2020 pasará a la historia como un año para recordar… Y aun con lo mucho que hemos visto, solo Dios sabe lo que nos espera en los próximos meses de este año que se ha iniciado.
¿Será posible que los años después del 2020 resulten tan catastróficos al punto de convertir los traumas del 2020 en poco más que una nota al pie de la página de la historia?
Esta revista se titula El Mundo de Mañana con un propósito. Sabemos que vendrá un mundo mucho mejor, uno que no se basará en la bondad del hombre, no se basará en los avances científicos, no se basará en el despertar religioso; sino en las promeses que se encuentran en el libro que tantos poseen y tan pocos leen. Muchos que sí lo leen, para no hablar de los que no lo hacen, ven sus predicciones como algo demasiado fantástico para ser creíble. La Biblia nos dice que el Mesías regresará… y más vale que así sea, porque las posibilidades de que la humanidad sobreviva otros 50 años no son muy favorables. ¡No se ven favorables ni para 20 años!
La Biblia promete que Jesucristo regresará a gobernar sobre toda la Tierra (Zacarías 14:9; Hechos 1:11), y que traerá paz a este mundo perturbado. La ansiada paz no llegará de inmediato, puesto que las naciones opondrán resistencia a Jesucristo cuando regrese (Apocalipsis 17:14). Imaginemos un mundo engañado a tal punto por un ser espiritual poderoso y maligno actuando tras bastidores, ¡que las naciones pelearán contra Aquel que viene a detener la aniquilación de la humanidad! (Mateo 24:21-22; Apocalipsis 12:9). No obstante, y pese a todos los esfuerzos de Satanás, vendrá nuestro Creador y derrotará a sus enemigos (Zacarías 14:12-15).
Aun así, la paz no se hará posible mientras no se quite de en medio al gran embaucador, el “príncipe de la potestad del aire”, que agita a la humanidad y la incita a la guerra (Efesios 2:2; Apocalipsis 20:1-3). Solo entonces se abrirá el camino para una transformación de la naturaleza humana, cuando Dios escriba sus leyes en la mente y el corazón de cada persona (Hebreos 8:8-13). Con un liderazgo firme, se eliminará la influencia maligna de Satanás, y al instaurarse el Reino del Mesías, se dará comienzo a una era de paz.
Profecía tras profecía hablan de ese tiempo:
“Acontecerá en los postreros tiempos que el monte de la casa del Eterno será establecido por cabecera de montes, y más alto que los collados, y correrán a él los pueblos. Vendrán muchas naciones, y dirán: Venid, y subamos al monte del Eterno, y a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará en sus caminos, y andaremos por sus veredas; porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del Eterno. Y Él juzgará entre muchos pueblos, y corregirá a naciones poderosas hasta muy lejos; y martillarán sus espadas para azadones, y sus lanzas para hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se ensayarán más para la guerra. Y se sentará cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá quien los amedrente; porque la boca del Eterno de los ejércitos lo ha hablado” (Miqueas 4:1-4).
El profeta Isaías nos describe cómo el Mesías cuidará de los débiles con ternura y transformará el medio ambiente de la Tierra:
“Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán. Entonces el cojo saltará como un ciervo, y cantará la lengua del mudo; porque aguas serán cavadas en el desierto, y torrentes en la soledad. El lugar seco se convertirá en estanque, y el sequedal en manaderos de aguas; en la morada de chacales, en su guarida, será lugar de cañas y juncos (Isaías 35:5-7).
¡Esta es la maravillosa noticia! Confiemos o no en la Biblia, y por muchos motivos deberíamos confiar, ¡todo esto va a ocurrir! No depende de que lo creamos o no.
Siendo así, al mirar el año 2020, ¿qué motivo tendríamos para dudar que pase a la historia como un año para recordar? Es obvio que el año 2020 no será nada en comparación con el año en que Jesucristo regrese, pero hay otro motivo: El año 2020 ha sido solo la antesala de los años traumáticos que vendrán antes de los buenos. La misma fuente que predice un mundo idílico para el futuro, advierte del mayor tiempo de angustia que el mundo haya visto. Si la humanidad no deja su rumbo equivocado, el año 2020 no será más que una muestra de lo que vendrá después. Trágicamente, no hay el menor indicio de que la humanidad cambiará su rumbo. Son muy raros los casos en que los seres humanos reconocen su error y corrigen sus caminos.
Al respecto, hay un ejemplo que se destaca: Se trata de Nínive, capital de la antigua Asiria, nación formada por los antepasados de los actuales alemanes. Es posible que estemos familiarizados con el relato de que Jonás fue tragado por un pez gigante, pero ¿conocemos toda la historia? Mientras que muchos piensan que no es más que un cuento, Jesús afirmó su historicidad, e incluso afirmó: “Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás, y he aquí más que Jonás en este lugar” (Mateo 12:38-41).
Jesús explicó que las condiciones en la Tierra llegarían a ser tan espantosas que toda la vida estaría a punto de perecer (Mateo 24:21-22). Recomiendo leer detenidamente estos pasajes. No es nuestra opinión ¡sino lo que afirman las Escrituras! Si colectivamente no nos arrepentimos de nuestros pecados, o transgresiones de las leyes de Dios, nos espera un camino escabroso, en comparación el año 2020 será un paseo. No solo veremos más agitación en las ciudades, sino que la naturaleza misma se volverá contra nosotros:
“Si no me oyereis, ni hiciereis todos estos mis mandamientos, y si desdeñareis mis decretos, y vuestra alma despreciare mis estatutos, no ejecutando todos mis mandamientos, e invalidando mi pacto, yo también haré con vosotros esto: enviaré sobre vosotros terror, extenuación y calentura, que consuman los ojos y atormenten el alma; y sembraréis en vano vuestra semilla, porque vuestros enemigos la comerán” (Levítico 26:14-16).
“Acontecerá, si no oyeres la voz del Eterno tu Dios, para procurar cumplir todos sus mandamientos y sus estatutos que yo te intimo hoy, que vendrán sobre ti todas estas maldiciones y te alcanzarán. Maldito serás tú en la ciudad, y maldito en el campo. Maldita tu canasta, y tu artesa de amasar. Maldito el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra, la cría de tus vacas, y los rebaños de tus ovejas. Maldito serás en tu entrar, y maldito en tu salir. Y el Eterno enviará contra ti la maldición, quebranto y asombro en todo cuanto pusieres mano e hicieres, hasta que seas destruido, y perezcas pronto a causa de la maldad de tus obras por las cuales me habrás dejado” (Deuteronomio 28:15-20).
Cuando veamos lo que parece ser la paz lograda mediante esfuerzos humanos, no estemos tan tranquilos, porque tenemos la advertencia: “Cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán” (1 Tesalonicenses 5:3).
Sin falta todo esto ocurrirá, tanto las buenas noticias como las malas. No depende de que lo creamos o no. Cuando sobrevengan estas cosas, como indudablemente sobrevendrán, espero que recordemos dónde las leímos por anticipado.
Quisiera poder decir que las cosas no van a empeorar, que en adelante tendremos vientos propicios para navegar, pero al final, la mentira no es consuelo. No obstante, sí hay esperanza más allá de la tormenta ¡y esta sí trae consuelo inefable a todos los que crean en ella!