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¿Por qué será que los actuales líderes religiosos parecen incapaces de detener el menosprecio de los valores bíblicos?
Los líderes religiosos actuales, como sus predecesores de la antigüedad, son ciegos ante el significado real de hechos importantes que están degradando cada vez más el mundo en que vivimos. Así, guían erróneamente a los creyentes sinceros en asuntos espirituales, y no logran comprender las Sagradas Escrituras. ¿Estaremos enterados de que este fenómeno estaba previsto en las profecías bíblicas?
De los jefes religiosos de su época, Jesús dijo: “Son ciegos guías de ciegos” (Mateo 15:14). También afirmó que los líderes del medio religioso no entendían las Escrituras (Marcos 12:24), y que eran guías ciegos, necios e hipócritas que llevaban al pueblo por un falso camino en asuntos espirituales (Mateo 23:16). En su ceguera, no reconocían a Jesús como el Mesías prometido; y muchas profecías bíblicas indican que, antes del regreso de Jesucristo, los líderes religiosos del momento cometerán los mismos errores.
Muchas profecías bíblicas son de aplicación dual: su primer cumplimiento ocurrió en tiempos de los profetas, y su último cumplimiento será al final de la era, poco antes del regreso de Jesucristo. Veamos lo que profetizó Isaías acerca de los jefes religiosos del Israel de entonces y de ahora: “El sacerdote y el profeta erraron… erraron en la visión, tropezaron en el juicio” (Isaías 28:7). Se refirió a los líderes irresponsables de Israel así: “Sus atalayas son ciegos, todos ellos ignorantes… y los pastores mismos no saben entender” (Isaías 56:10-11). Los pueblos israelitas y sus líderes religiosos se han enceguecido, porque no han seguido las instrucciones, los estatutos ni los mandamientos de Dios (Deuteronomio 28:15, 28). Este es un aspecto que aparece en toda la Biblia (Isaías 6:9-10; Ezequiel 12:2; 13:1-23). El apóstol Pablo explicó que Satanás ha enceguecido la mente de quienes no creen en la Biblia (2 Corintios 4:3-4).
Jeremías previó un tiempo cuando “los profetas serán como viento, porque no hay en ellos palabra” (Jeremías 5:13). Escribió: “Profetizaban en nombre de Baal, e hicieron errar a mi pueblo… No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan; os alimentan con vanas esperanzas; hablan visión de su propio corazón, no de la boca del Eterno… No envié yo aquellos profetas… hacen que mi pueblo se olvide de mi nombre… yo estoy contra los profetas que… hacen errar a mi pueblo con sus mentiras y con sus lisonjas” (Jeremías 23:13, 16, 21, 27, 30, 32). Y Jeremías concluye así esta profecía: “En los postreros días lo entenderéis cumplidamente” (Jeremías 23:20).
¿Qué hacen los líderes religiosos para hacer errar al pueblo? La mayor parte de quienes se declaran cristianos aprenden que la navidad, el domingo de resurrección y el día de reposo dominical; son días de observancia fundamentales en la religión cristiana. Pero cuando estudiamos atentamente la Biblia y la historia, nos enteramos de que los primeros cristianos no celebraban la natividad de Jesús, y sabían que no nació el 25 de diciembre. Muchas costumbres navideñas no vienen de la Biblia sino de las celebraciones de los saturnales romanos.
Los primeros seguidores de Jesucristo no guardaban el domingo de resurrección, sino que seguían el ejemplo de Jesús guardando la verdadera Pascua (Lucas 2:41; 22:15-16). Si buscamos el domingo de resurrección en un libro de consulta, no tardamos en descubrir sus orígenes paganos. Los primeros seguidores de Jesucristo no guardaban el domingo semanal, sino que seguían el ejemplo de Jesús guardando el reposo semanal el día sábado (Lucas 4:16; Hechos 17:2; 13:14, 42-44). El culto dominical también se tomó de los paganos, y luego, en tiempos de Constantino, los jefes religiosos le dieron un significado supuestamente cristiano. Siglos más tarde, la navidad y el domingo de resurrección se adoptaron en concilios de la Iglesia Católica, aunque carecen de toda base bíblica.
En respuesta, la Biblia tiene una clara advertencia: “Cuando el Eterno tu Dios haya destruido delante de ti las naciones adonde tú vas para poseerlas, y las heredes, y habites en su tierra, guárdate que no tropieces yendo en pos de ellas, después que sean destruidas delante de ti; no preguntes acerca de sus dioses, diciendo: De la manera que servían aquellas naciones a sus dioses, yo también les serviré” (Deuteronomio 12:29-30). En la actualidad, los líderes religiosos desconocen estas advertencias bíblicas o las desatienden… y la mayor parte de sus feligreses siguen el ejemplo ciegamente (Jeremías 5:31).
Los líderes religiosos que no se guían por la palabra de Dios revelada en la Biblia, y la gente influyente del mundo secular, hacen errar trágicamente a la sociedad en el aspecto crucial del comportamiento moral. La Biblia proclama: “Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo” (Isaías 5:20). El Dios de la Biblia manda claramente: “No cometerás adulterio” (Éxodo 20:14), y dice que “aborrece el repudio” [el divorcio] (Malaquías 2:16). Las Escrituras nos enseñan claramente: “Huid de la fornicación” (1 Corintios 6:18). La Biblia llama “abominación” a la conducta homosexual (Levítico 18:22).
Ahora las autoridades han establecido leyes de divorcio por mutuo acuerdo, distribuyen dispositivos anticonceptivos entre adolescentes, y se hacen de la vista gorda ante la cohabitación. Normas tan equivocadas como estas han dado origen a una sociedad donde se promueve la promiscuidad, donde las enfermedades venéreas y el embarazo de adolescentes se han convertido en epidemia, y donde fracasan la mitad de los matrimonios. Muchos líderes religiosos ofician bodas de personas del mismo sexo, e instan a sus congregaciones a aceptar la conducta homosexual como algo moralmente correcto. Otros llegan al extremo de ordenar ministros que practican estas cosas abiertamente ¡desdeñando las claras advertencias de las Escrituras!
Incontables predicadores enseñan que ya no es preciso guardar las leyes de Dios. No es extraño que los medios de difusión presenten noticias constantes sobre sacerdotes, pastores y políticos que, al hallarse culpables de cometer abuso sexual infantil, adulterio o fornicación, o de robar y decir mentiras; que insisten en llamarse “cristianos” y se niegan a renunciar al cargo. En muchos casos, sus seguidores continúan aceptándolos y apoyándolos. Muchas personas no se dan cuenta de que, al rechazar las guías morales de la Biblia, y seguir en su lugar a intelectuales e ingenieros sociales liberados, nuestra sociedad ha regresado a la descomposición moral que el apóstol Pablo observó en la antigua Roma (Romanos 1:18-32). Mientras tanto, el Dios de la Biblia advierte proféticamente: “Los sacerdotes no dijeron: ¿Dónde está el Eterno? Y los que tenían la ley no me conocieron; y los pastores se rebelaron contra mí… Tu maldad te castigará, y tus rebeldías te condenarán; sabe, pues, y ve cuán malo y amargo es el haber dejado tú al Eterno tu Dios” (Jeremías 2:8, 19).
Jesús dijo a sus discípulos que estuvieran atentos a una serie de sucesos mundiales que señalarían su próximo regreso (Mateo 24; Marcos 13; Lucas 21). En años recientes, esos sucesos se han hecho más evidentes, y ahora se repiten con mayor frecuencia. Sin embargo, la mayoría de los líderes religiosos ignoran o restan importancia a estas profecías, proclamando que no podemos saber si Jesucristo regresará o cuándo lo hará. Los críticos de las Escrituras las atacan tildándolas de colección de fábulas, y asegurando que la idea de Dios es una ilusión. Agregan que Jesús, si llegó a existir, se equivocó tristemente en cuanto a su misión e identidad.
Este amplio escepticismo sobre las Escrituras, y la ignorancia respecto de las profecías bíblicas, no debe sorprendernos. El apóstol Pedro profetizó: “En los postreros días vendrán burladores”, personas que ignoran, porque desean ignorar lo que está claramente consignado en la Biblia (2 Pedro 3:1-9). Como Satanás ha cegado y engañado al mundo entero, pocos saben lo que la Biblia enseña; e incluso menos son los que creen esas enseñanzas (2 Corintios 4:3-4; Apocalipsis 12:9).
Todo lo anterior explica por qué la mayoría de los dirigentes religiosos son “vigilantes ciegos” que guían a otros ciegos. Jesús dijo que su regreso tomará por sorpresa a la mayor parte de la gente (Marcos 13:32-37). No nos dejemos adormecer por quienes no tienen ni idea de lo que está ocurriendo.